Sabado 27 de abril 2024

De julepes y acechanzas

Redacción 07/01/2024 - 11.17.hs

POR OSCAR NOCETTI

 

 

Bien es sabido que no hay como los sustos para espabilar a marmotas.

 

Este ensayo pretende, alegóricamente, examinar “di maniera divertente” las andanzas y maquinaciones de las huestes del neoliberalismo, que ahora se presentan como anarco-libertarias. También aludir a las agachadas y achaques que, en no raras ocasiones, nos exhiben los gobiernos progresistas en el uso del poder.

 

Resulta, al respecto, muy aleccionador lo que cuenta el Inca Garcilaso de la Vega en el libro IX, capítulo XXII, de sus Comentarios reales de los Incas.

 

Un viejo navío español, que hacía la ruta entre Panamá y puerto de los Reyes, hizo escala en Trujillo y aprovechó la marinería para bajar a tierra y desahogarse entre meneos y regodeos.

 

A bordo quedó un enfermo que no tenía ni fuerzas para caminar desde el puerto hasta el poblado. Cedo ahora lugar al mismísimo Garcilaso de la Vega: “Pues como las ratas sintiesen al navío desembarazado de gente, salieron a campear, y hallando el enfermo sobre cubierta, lo acometieron para comérselo; porque es así verdad que muchas veces a acaescido en aquella navegación dejar los enfermos vivos a prima noche y morirse sin que lo sientan, por no tener quién les duela, y hallarles por la mañana comida las caras y parte del cuerpo, de brazo y piernas, que por todas los acometen. Así quisieron hacer con aquel enfermo, el cual, temiendo el ejército que contra él venía, se levantó como pudo, y tomando un asador del fogón, se volvió a su cama, no para dormir, que no le convenía, sino para velar y defenderse de los enemigos que le acometían; y así veló el resto de aquel día y la noche siguiente, y otro día hasta bien tarde, que vinieron los compañeros. Los cuales, en derredor de la cama y sobre cubierta y por los rincones que pudieron buscar, hallaron trescientas y ochenta y tantas ratas que con el asador había muerto, sin otras muchas que se le fueron lastimadas. El enfermo, o por el miedo que había pasado o con el regocijo de la victoria alcanzada, sanó de su mal, quedándole bien que contar de la gran batalla que con las ratas había tenido”.

 

Las derechas latinoamericanas, como la colonia de ratas de esta historia, acechan a los gobiernos progresistas y/o populistas para roerles su carnadura política, aprovechando momentos de debilidad, de soberbia o de incoherencia entre los principios y los hechos.

 

Avanzan sobre los estados bajo la cobertura de medios de comunicación cómplices y un Poder Judicial que, en ocasiones, manea cualquier intento para poner en caja a los tradicionales grupos de poder económico.

 

Si el estado en disputa no recurre a las organizaciones populares y no reacciona vigorosamente, sucumbirá al ataque coordinado de las sabandijas y los rufianes que ahora pululan.

 

Ocurrió en Brasil, en Ecuador, en Argentina y en Bolivia.

 

Entre aquellos que nos gobiernan y quienes somos parte del pueblo llano no puede haber lugar para tibiezas ni ambigüedades.

 

Los criollos lo advierten desde su sabiduría popular: “Bueyes que tiran ladeao, no cinchan”.

 

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