Sabado 16 de marzo 2024

El taxi, un mundo de cuatro asientos

Redacción 25/09/2022 - 00.13.hs

El oficio de taxista parecería ser uno de esos en que el trabajador tiene que disponer de un carácter especial -aunque se supone que cada oficio o profesión debe tener su atractivo- porque obliga a relacionarse con distintos tipos de personas. Desde aquellas que son más locuaces hasta pasajeros que sólo se limitan a dar una dirección determinada y siguen ensimismados en lo suyo, sin mostrar el menor atisbo de querer conversar con el conductor. Máxime en estos tiempos donde los celulares parecen tornarse en el centro de nuestras vidas y se llevan toda la concentración.

 

Durante las varias horas de cada jornada, el conductor o conductora de un taxi transportará toda una variada gama de usuarios. Y allí tendrá que tener la perspicacia necesaria para saber si conviene entablar una conversación o deberá viajar en silencio en virtud de cómo se comporte el cliente.

 

Cada viaje, una experiencia.

 

Manejar un taxi debe ser una experiencia singular y más que interesante.

 

Muchos habrán fantaseado alguna vez con hacerlo, precisamente por eso. Y no deben ser pocos los que tengan en su memoria -como un ejemplo de las cosas que se pueden dar a partir de conducir un taxi- aquella icónica serie televisiva que encarnaban en la actuación la pareja Soledad Silveyra y Claudio García Satur, protagonizando la historia que escribía el inefable Alberto Migré.

 

Los infractores.

 

Obviamente también debe tener sus bemoles, porque en este tránsito caótico de nuestra Santa Rosa hay momentos y situaciones como para crispar los nervios. Porque están los que paran en doble fila, los que se cruzan de un carril a otro sin utilizar las señales lumínicas, y quienes circulan a velocidades no permitidas... esos son los "rivales" de quienes entienden que las normativas están para ser obedecidas. Y con todo eso se encuentran los taxistas, todo el tiempo.

 

Es verdad que están los que al mando de un auto de alquiler -aunque sean los menos- también a veces cometen infracciones, tal vez para ganar algunos pocos segundos pensando en un próximo viaje. Pero no es la regla, claro.

 

Carina, más de dos décadas.

 

Carina Marotías es una de las taxistas damas que más se mantuvieron en el oficio, y sigue manejando todos los días desde hace nada menos que 21 años. Es hija de Horacio (falleció el año pasado de Covid), y de Hermelinda Benvenuto; y tiene un único hermano, Daniel Horacio, conocido softbolista de la ciudad.

 

Es mamá de Benjamín (26), Valentina (21) y Albertina (15). El primero atiende su comercio de carnicería y despensa en calle Antártida Argentina; la segunda estudia Letras en la UNLPam; y la más pequeña cursa cuarto año del secundario.

 

Carina hizo la primaria en la Escuela 4, "por supuesto, porque es del barrio; y el secundario en el Comercial" aunque el último año lo cursaría en el Nocturno... "Mi primer trabajo fue en la tienda Meari que es de los coreanos en la 9 de Julio, y era para pagarme los profes de las materias que me llevaba...", se ríe.

 

Jueza de Paz suplente.

 

Carina Marotías ha militado en el Partido Justicialista y vendría a ser una suerte de legado o mandato que le viene de su papá Horacio, y de su abuelo Ramón, ambos fervientes devotos del General.

 

Don Ramón Marotías fue protagonista de aquella asonada del 9 de junio de 1956, liderada en La Pampa por el capitán Adolfo Phillipeaux, y de la que tomó parte entre otros Aquiles José Regazzoli. Al fracasar la intentona contra el gobierno de facto, don Ramón fue a parar a la U.4, y se salvaría de ser fusilado.

 

Horacio Marotías (fallecido hace poco tiempo), vivió con su familia siempre en Villa del Busto, y era dueño de la Sodería "La ventanita" que explotó por 28 años. "Primero repartía los sifones en moto, después con un carro tirado a caballo y al final con un rastrojero", lo recuerda ahora su hija.

 

En las últimas elecciones Carina estuvo en la lista del Frejupa, y al final iba a quedar como suplente de Rubén Funes en el Juzgado de Paz de Santa Rosa.

 

Unas 26 horas sin parar.

 

Algún tiempo trabajó en una Gestoría del Automotor; y más tarde empezó "como taxista. Estuve 5 años en el móvil 71, un Corsa; y después otros 6 años con Daniel Berón en La Terminal. Eso hasta que el año pasado Rubén Vázquez obtuvo la licencia y me llamó para trabajar, y desde ese momento manejo el móvil 91, un Fiat Cronos", precisa,

 

Comenzó obviamente manejando en la ciudad, pero no pasó tanto hasta que "salió un viaje a Villa La Angostura. Trasladé a un matrimonio, ella argentina y él alemán... llamaron desde un hotel que necesitaban un auto con baúl grande y fui: llegué allá a la madrugada un 30 de diciembre; y ahí nomás pegué la vuelta... fueron 26 horas sin dormir, y aunque fue duro me la banqué muy bien", narra.

 

A 30 kilómetros "está bien".

 

Carina es simpática, conversadora, y no tiene problemas para opinar sobre lo que pasa en las calles santarroseñas, que recorre todos los días desde hace más de dos décadas. "De lo que estoy segura es que las mujeres somos más prudentes, generamos menos choques, y eso es estadísticamente, eh! No invento nada", asegura.

 

Enseguida agrega: "En mi caso no me gusta la velocidad, por eso no veo mal que se va a establecer que debemos circular a 30 kilómetros por hora. Lo veo bien dentro de la ciudad, máxime en Santa Rosa que no estamos educados como peatones para cruzar en las esquinas y nos exponemos a riesgos innecesarios. Además hay que decir que en general los santarroseños nos portamos bastante mal en el tránsito y no nos respetamos. Pero aclaro que yo sí trato de ser prudente y no cometer infracciones. Me cuido mucho de eso", afirma.

 

Aprendiendo a manejar.

 

¿Cómo empezó a manejar? "La verdad es que me inicié sola, porque mi ex me retaba... así que fue de a poquito: al principio una vuelta a la manzana, después dos y así agarré coraje. Por otra parte mi ex suegra (Norma Gatica) me acompañaba a Carro Quemado en el auto particular que teníamos, un Fiat Duna. Íbamos los fines de semana y llevábamos a Benjamín que en ese tiempo era chiquito".

 

Y sigue: "Hoy en día somos 26 chicas manejando para las dos empresas de taxis de la ciudad (Centro y Terminal). A mí me gusta mucho... andar, el trato con la gente, y además me encanta charlar. De lo que venga pero menos de fútbol", aclara.

 

La lluvia, un problema.

 

Cree que las mujeres taxistas son "más solicitadas a la hora de llevar criaturas, adolescentes y personas mayores. Los días más complicados, eso sí, son cuando llueve: ahí se complica porque hay más pedidos; nosotros tenemos que andar más despacio, se retrasan los viajes, se empañan los vidrios y encima las calles se ponen un desastre", se queja.

 

Carina hace un turno que va de las 6 de la mañana hasta las 3 de la tarde. "En general he trabajado de mañana, aunque un tiempo lo hice en el turno de 13 a 22... pero lo cierto es que tuve la suerte que no me tocaron situaciones complicadas", resume.

 

La maldita pandemia.

 

La pandemia que nos golpeó durante dos años, en el caso de la familia Marotías el Covid ocasionó el fallecimiento de Horacio, el papá de Carina. "Sí, algo terrible, y fue brava para todos. También para nuestro trabajo, porque había pocos viajes, y en mi caso con el jefe que tenía nos turnábamos... y nos cuidábamos, tanto que no me contagié. Y eso que me tocó llevar mucha gente a hisopar: pero teníamos el nylon separador entre los asientos delanteros y traseros, y por supuesto barbijo y alcohol... Se bajaba una persona y ahí estábamos limpiando y esterilizando. Pero fue muy duro, claro que sí, y todos tuvimos miedo...", recuerda.

 

"Somos re bien aceptadas".

 

Carina es además integrante del Gremio de Taxistas, "creo que soy la primera mujer que está en la comisión. La verdad es que las mujeres somos re bien aceptadas por nuestros compañeros, no hay ninguna queja en ese sentido. Por otra parte en mi caso me considero buena onda con mis compañeras y compañeros".

 

De todos modos admite que es un trabajo "cansador. Me gusta pero es cansador, porque casi no hay feriados. En mi caso estoy de lunes a sábado y tengo francos los domingos. Y bueno, es el tiempo para juntarme con mis amigas, en mi casa o donde sea. Tengo mucha vida social... los miércoles nos juntamos con un grupo y los sábados con otro", señala.

 

El oficio de taxista supo estar reservado para los hombres, pero obviamente ya no es así y cada vez es más habitual encontrarse con una joven que maneja un auto de alquiler, observando escrupulosamente las ordenanzas y con la prudencia que corresponde. Eso sí, si le toca con Carina -mientras no sea sobre fútbol- podrá además mantener una amena y entretenida charla... Como para acortar el viaje, claro.

 

La primera de Santa Rosa.

 

Fue Carmen Álvarez de Fuertes -esposa de ese archi conocido y querido personaje que era Tito Fuertes- la primera mujer taxista en la ciudad. Promediando los años '70 fue la que marcó el camino que ahora transitan otras 26 damas santarroseñas.

 

Con posterioridad conocimos a Victoria Vázquez -esposa del infortunado José Luis Stefanazzi (aquel que apareció misteriosamente asesinado y cuyo crimen nunca fue aclarado-; y un poco más acá también Silvana Lorena Ferreyra, y Jessica Marco (nieta de Carlos Gallego) entre otras.

 

Aquellos taxistas.

 

Hubo en nuestra ciudad taxistas reconocidos -porque no eran tantos y fueron de los primeros-, y se puede mencionar a El Gringo Giuliani, los Bedis, El Petiso Díaz, Bolla, Gundín, Forastiero, Marzo, Tito Fuertes, Massari, Descalzi, Placenti, Gallego, Flores, El Negro Salas...

 

¿Y mujeres? Como quedó dicho son 26 las que hoy siguen el camino que abrió Carmen; y están repartidas entre las dos paradas: la del Centro, en Plaza San Martín, frente a la Universidad; y la de la Terminal de Ómnibus.

 

Es decir que todavía las damas son minoría ante los cientos de hombres montados a los 159 vehículos que funcionan como taxis en la ciudad. Sin precisión se podría decir que en total serían algo así como 500 choferes -sólo en algunos casos manejan los propietarios- pero casi todos tienen dos y hasta tres personas que les manejan la unidad. Y entre todos ellos 26 damas... pero seguramente ya vendrán muchas más.

 

Una historia que se remonta a 1640

 

Dicen los que dicen saber que el taxi se remonta al año 1640, cuando se conoció como transporte público moderno. En esa época se abrió la primera empresa de taxis en París, y habría sido el francés Nicolás Sauvage, el emprendedor que lo popularizó.

 

Ya en 1705 el servicio estaba regulado por la comuna parisina. Habría sido algo así como la gestión que hoy lleva adelante el Estado en ese tema -la Provincia y los municipios- porque se les otorgaba un número de matrícula y licencia para poder circular.

 

En Buenos aires los primeros autos comenzaron a circular allá por 1900; y enseguida un mecánico español fabricó el primero en el país, que era para cuatro pasajeros movido por un motor a vapor. Al tiempo nomás aparecerían los primeros taxis (antes los porteños que podían se movilizaban en carruajes, los típicos mateos tirados por caballos).

 

Competencia desleal.

 

En Buenos Aires, y en casi todas las ciudades importantes del país, los taxis tienen competencia. En algunos casos están los remises; en otros -como en Capital Federal, por ejemplo- existen las aplicaciones que permiten llamar un auto de alquiler (por ejemplo Uber) que no son precisamente taxímetros.

 

Se sabe, el taxi es un medio de transporte público que cuenta con tarifas reguladas -en Santa Rosa la bajada de bandera es fijada por ordenanza municipal y se ajusta cada tanto-; y se trata de un servicio puerta a puerta para el pasajero.

 

En una ciudad donde el tránsito suele ser caótico, tiene la ventaja de trasladarse en forma rápida, y no le hace necesario al que lo utiliza tener que buscar puntos de estacionamiento como si manejara un auto particular, que son muy escasos a determinadas horas del día.

 

Las paradas.

 

En la capital provincial se puede recordar que hubo paradas de taxis en el centro de la ciudad. Puede mencionarse la que estaba ubicada en calle Avellaneda, entre Yrigoyen y Quintana; alguna vez existió una en la placita Martín Fierro; y en la Terminal de Ómnibus siempre hubo una flota disponible para quienes llegaban de otros destinos.

 

Hoy persiste esta última, y está también la que ofrece el servicio en calle Gil, frente a la Universidad Nacional de La Pampa.

 

(M.V.)

 

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