“La Sole” llegó a los 20 años
Con naturales temores, con timidez, Soledad se asomó aquella mañana a la Administración de LA ARENA. Era su primer día de trabajo en el que, ahora, lleva nada menos que 20 años. María Soledad Otálora tiene la habitualidad de recordar fechas, sobre todo de cumpleaños de sus compañeros y conocidos, y va avisando que “tal día” es el onomástico de alguien. Y en esa costumbre no olvida otros aniversarios, como ese de su primer día de trabajo cuando era apenas una adolescente.
A veces chiquilina en sus gestos y actitudes, pueril, algo inocente, Soledad no la tuvo fácil desde pequeña. Y por cierto encontró en este diario un ámbito de trabajo, de contención y de afecto.
Cuando se enoja por cuestiones baladíes es el momento en que algún compañero se le acerca para hacerle entender que la cuestión no es tan importante, y que no vale la pena un momento de enfado. “Ahora me enojo menos… igual a los cinco minutos se me pasa”, admite “La Sole” como la llaman sus compañeros.
En estos días se encargó frecuentemente de recordar que el 1 de diciembre “cumplo 20 años trabajando en LA ARENA. Supongo que me harán una nota…”, casi exigió a sus compañeros de Redacción. “Mirá que me producí para las fotos…”, le advierte a Milton, el fotógrafo de turno mientras posa en Administración junto a un par de compañeras, una de las cuales fue la encargada de recibirla hace dos décadas. “Los quiero mucho a todos y todas… pero de Vanesa tengo un recuerdo especial porque me dio la bienvenida, y me acuerdo que ese día ella tenía puesta una remera rosa”, completa.
Hija de Sergio Otálora, de oficio carpintero; y de Griselda Bonaguro; “la Sole” tiene un hermano, Emanuel, que le ha dado dos sobrinos, Delfina y Emilia. “Los adoro”, sostiene.
Hizo algunos grados de primaria en la Escuela Adventista, y cuarto quinto y sexto en la 246 “Quelulén”. El secundario transcurrió entre la Unidad Educativa 9 y el Instituto Secundario 1º de Mayo “Ricardo Nervi”. Fue una profesora de la UE9, que le comentó que “en LA ARENA estaban tomando gente. Me hizo la entrevista Rosalba D’Atri (entonces presidenta del Directorio) y fue muy lindo porque Rosalba era muy amable y agradable. Fue muy buena conmigo igual que Saúl (Santesteban). Siempre los llevo en mi corazón”, afirmó.
Durante bastante tiempo Soledad estuvo en la parte de Administración junto con Vanesa Santesteban y las hermanas Silvana y Ana Carina Valenzuela; y también María Marta Lavín.
Desde hace un tiempo colabora en Redacción. “La paso bien con mis compañeros… Con Estefanía (Bernatené), Ana (D’Atri) y Carina (Stefanazzi); y con Iván (Roldán), Facundo (Blanco) que a veces me hace renegar, con Alexis (Daurelio), con Alejandro Fernández. Son copados y divertidos. A veces me enojo por alguna cosa, pero me entienden y me dicen que no vale la pena la rabieta y se me pasa”, argumenta.
Una “agenda”.
Se jacta de no tener errores de ortografía, y dice que le gusta escribir cuando está sola en su casa. “Intento poesías, o reflexiones… y anoto los cumpleaños de todas las personas que conozco. En el diario me dicen ‘Agenda electrónica’ porque sé todos los aniversarios”, acota divertida.
Tiene la costumbre, cada tanto, de traer para compartir sus pastafloras. “Les gusta a todos, así que ahora voy a traer para el 13 de diciembre que es mi cumple”, promete. “Trabajar en el diario me hizo re bien, me acuerdo como si fuera hoy aquel 1 de diciembre de 2005. No quiero dejar de decir que Sonia (Santesteban) es muy buena, igual que Yanina (Duckart), que es la mejor jefa que tuve porque le pone onda. Estoy muy agradecida con todos, y espero para el año que viene que haya unión, paz y trabajo”, concluye.
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