Viernes 26 de abril 2024

Un emotivo picado, medio siglo después

Redacción 10/11/2021 - 09.50.hs

El Club La María Luisa tiene una impronta especial que se conjuga con la idiosincrasia pampeana. Nació como un desprendimiento deportivo-social de una escuelita rural, la 202, como ha ocurrido en numerosos parajes de nuestra Pampa. En este caso, en la Colonia Sabadell, ubicada a 20 kilómetros al norte de Macachín. El domingo pasado, integrantes de aquellos equipos de los años 60 y 70, quienes pisan o superan los 80 años de edad, se volvieron a juntar para rememorar aquella gesta deportiva, educativa y social.

 

La visualización del particular y conmovedor reencuentro fue del periodista riglense Marcelo Alejo. "Un grupo de adultos mayores, ex futbolistas del Club Deportivo La María Luisa de la Colonia Sabadell, ubicada en la zona rural entre Macachín y Riglos, fueron convocados en aquel lugar para ser homenajeados", contó.

 

Colonia Sabadell.

 

Para elaborar el contexto de este acontecimiento hay que recordar que ese paraje tiene una rica historia. Fue el lugar donde en 1910 se desató la "Rebelión de los Rusos", una protesta agraria histórica en la que los colonos de ese lugar lideraron a varias colonias de la zona. Posteriormente ese sector rural comenzó a conocerse como La María Luisa. ¿El motivo? Porque la dueña de una importante cantidad de tierras fue María Luisa Santín, primero casada con Hidalgo, y luego con Sabadell.

 

El lugar es un cruce de caminos vecinales a 10 kilómetros al oeste de la ruta provincial 1. Allí, en 1928, comenzó a funcionar la escuelita rural 202, y lo hizo hasta hace veinte años cuando las inundaciones obligaron a una diáspora hacia zonas urbanas.

 

En aquella época vivía mucha gente en el campo, y ellos fueron quienes conformaron la comunidad educativa. Y como en muchos puntos de nuestra provincia, esa entidad fue un centro de sociabilización en el que comenzaron la mayoría de las historias familiares de la zona.

 

Durante años, las familias chacareras habían forjado una identidad, levantado el salón y la cancha, y armaron equipos de fútbol que animaron clásicos de pago chico con los representantes de Macachín y los de Salinas Grandes. Desde el '63 participaron de la liga Cultural y recibieron en la cancha, cercada por la arboleda, desde All Boys de Santa Rosa para abajo.

 

El maestro.

 

En el encuentro del pasado domingo memoraron la gesta del maestro Ezio Robustelli, quien llegó a la escuelita en el año 1948. A él le atribuyen la siembra de la pasión por el deporte, en especial por el fútbol. "Contagió su entusiasmo en los alumnos y sus respectivas familias y con mucho entrenamiento y exigente disciplina nace humildemente el equipo del Club Deportivo La María Luisa", sostuvieron.

 

Lo más recordado de esta gesta comenzó en el año 1963, cuando decidieron participar en la Zona Centro Sur de la Liga Cultural. Fue un paso de una década en la que recibieron no solo a sus pares zonales de Macachín, Salinas Grandes, Anchorena, Miguel Riglos, Alpachiri, Rolón o Doblas, sino que en un Provincial hasta All Boys tuvo que lidiar con el entusiasta equipo local.

 

En el marco de la historia futbolística, los "muchachos" le contaron a Alejo que "los jueves religiosamente los jóvenes se bajaban del tractor y se venían a la cancha a entrenar. Una cancha que construyeron entre todos al igual que el Salón de Reuniones que está a la par. Con donaciones de los vecinos y algunas gestiones al gobierno se logró inaugurarlo en 1957 con la presencia del Gobernador Ismael Amit, quien donó los pisos para todo el salón. El resto, todo mérito del esfuerzo de los vecinos", afirmaron.

 

Equipos familiares.

 

La pasión cruzó a todas las familias, y había apellidos que se repetían. Todos señalan como una de sus máximas figuras a Oscar Fermanelli. "Tenía una destreza tal que en su momento fue convocado por River Plate para una prueba y se negó por ser fanático de Boca", revelaron.

 

"Los Fermanelli eran cuatro hermanos que integraron ese equipo (Oscar, Miguel, Roberto y Bochín). También estaban los Muller (Raúl, Pedro, Jorge, Julio). A ellos se sumaron Oscar Huici, Julio Rodríguez, Carlos Suárez, Cuchelo Díaz, Juan Bruna, Mario Sabari, Oscar Carrera, Hugo Collado, Rodolfo Díaz, "Chiquito" Carrera, Joaquín Berg, Mario Baldomé, Hugo Aguirre, Horacio Poli, José María Sierra y muchos más que en este momento no recuerdan, pero todos fueron figuras. Estos y muchos jugadores más formaron este equipo solamente por el orgullo de pertenecer a él, nunca recibieron una remuneración por jugar, era solo por el amor a la camiseta", agregó Alejo.

 

"Según ellos, una historia de mucho esfuerzo, dedicación, pasión, entrega, perseverancia, compromiso, trabajo, amistad, familia, palabras que son la base de cualquier proyecto digno. Lo que no tuvieron mucho fue óptimos resultados deportivos; a pesar de ganar algunos partidos pocas veces lograron un campeonato. Pero esta es la muestra que a veces el resultado no es lo importante", siguió.

 

Reencuentro.

 

La idea de Eduardo Recarte y Gustavo Carreras, de convocarlos a ellos y sus familias después de tantos años, fue un clímax de emoción. "Se les nota en el brillo de los ojos, el tono de la voz, la sonrisa cómplice y la nostalgia que brota en cada anécdota que cuentan de aquel tiempo que pasó y que hoy revivió en esta reunión", escribió Alejo.

 

Fue una excelente jornada de alegría, reencuentros y recuerdos. Primero fueron los abrazos emotivos porque, aunque la mayoría se ven diariamente, este fue un motivo muy especial y guardado en sus corazones.

 

Pero lo mejor estuvo en la sobremesa. Allí salieron a luz anécdotas increíbles de aquella época. Y después, alguien les "tiró" una pelota y ahí reapareció aquel fuego sagrado que anida en todos los futbolistas, incluso en los que ya no juegan.

 

Con una increíble algarabía, las risas se trasladaron a la cancha que está pegada al salón. Los yuyos, demasiado altos para que muestren sus habilidades en todo su esplendor, no los amilanaron. Enseguida armaron una ronda de penales, y también alguien se posicionó como en un córner corto y empezó a tirar "centros a la olla".

 

El cierre fue de mates con torta, y en esa segunda sobremesa las conversaciones pasaron por reconocer lo buena que estuvo la idea, y de lo felices que fueron, casi como en los '60, de volver a ver la vida en modo fútbol. "¡Gracias Eduardo y Gustavo!", gritaron.

 

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