Jueves 15 de mayo 2025

Papel del Estado en debate amplio

Redacción 06/11/2008 - 03.12.hs

SEÑOR DIRECTOR:
Acaba de iniciarse, en Buenos Aires, el XIII Congreso Internacional sobre Reforma del Estado y de la Administración Pública. Participan dos mil expertos. Lo organizan el Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo (CLAD) y el gobierno argentino.
En el programa de la reunión aparece de modo destacado el tema de la recuperación de protagonismo por parte del Estado.
La crisis financiera que estalló en el corazón del mundo capitalista y cuyos efectos se sienten en todos los rincones del planeta ha acentuado el interés por este tema. Hay quienes piensan que luego del ciclo neoliberal y de libre mercado, estamos comenzando a transitar un ciclo estatista. La mirada menos comprometida con posiciones ideológicas espera que el Estado recupere posiciones de las que fue imprudentemente desplazado, sin que esto signifique que entremos en un ciclo de Estado dominante hasta extremos de exclusión.
Los anarquistas y los ácratas propusieron en su momento una alternativa que excluye al Estado y toda forma de coacción directa o indirecta. La acracia (sin gobierno) suprime toda autoridad. La anarquía (anarquismo) es una idea equivalente; propugna la desaparición del Estado y de todo poder. Esta propuesta extrema no está en el debate actual. Algunos la consideran una forma de la utopía. La utopía o utopia expone una aspiración de máxima y presupone la capacidad individual para autorregularse y obrar de manera que sea posible la convivencia. Creo que se puede admitir que lo utópico es la propuesta de un rumbo, para saber hacia dónde se quiere ir.
Estas referencias vienen a razón para entender que el debate acerca del Estado fuerte o débil, providente o guardián y demás formas que toma este tema, es una de las cuestiones que han ocupado a los hombres desde el comienzo de la organización social estable y a partir de que fue necesario crear una legalidad política. Cuando el grupo social vivía acosado por circunstancias muy agresivas, el Estado representaba a todos; era el guardián del interés compartido por sobrevivir. Cuando las sociedades se afianzaron, el concepto de interés común fue menos definible y el Estado pudo llegar a ser guardián del interés del grupo principal (el más fuerte, por las armas o por el dinero o por la inteligencia o por la suma de estos factores), en detrimento de los sectores más débiles. La contracara de esta situación es el Estado que reconoce como interés comunitario o de todos, el que evita extremas desigualdades sin clausurar los caminos a la iniciativa de los individuos o de los grupos más preparados o más laboriosos o más capaces de generar novedad. El debate actual transita por este planteo. Se ha dicho, al estallar la crisis financiera, que el neoliberalismo abandonó la antigua alianza liberal con el Estado y procuró hacer de éste un elemento que asegure el predominio de los dueños de la economía. Esto tiende a generar una plutocracia (el gobierno de los adinerados). Al usarse, en estos días, el dinero público para rescatar bancos y organizaciones financieras, se estaría utilizando al Estado como aliado de quienes generaron el problema con su desmesura. Por eso algunos gobernantes (en especial, de Europa) piden que se sancione a los financistas responsables y que el Estado recupere su papel regulador, a partir de una nueva definición del interés común y, probablemente, de la creación de un organismo que se encargue de actualizar el punto de equilibrio del conjunto de intereses y opiniones según vayan evolucionando.
El congreso mencionado y los dos mil "expertos" reflexionarán a partir de la emergencia con el objeto de recuperar la independencia para el poder político y para que lo que ahora hay que rearmar, luego de esta serie de crisis, destruya configuraciones excesivas de poder, sin atar de pies y manos al individuo. Y para que la democracia no sea mera utopía.
Atentamente:
JOTAVE

 


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