Ser de los pocos que se aseguran vida holgada
Un pasar holgado es aspiración harto compartida. Según el diccionario de la lengua, un pasar holgado, una vida holgada, es la de quien vive con desahogo o bienestar.
Si usted llega con holgura a fin de mes, pagado que hubo sus deudas por servicios e impuestos y por compras a crédito, aparte de haber tenido la despensa casera bien provista, puede pensarse inscripto en la nómina de los holgados. La holgura, según las expectativas actuales de la clase media baja (y de ahí para arriba), incluye también la atención de los gastos en educación y en salud, más algún que otro viaje. Si usted está a la izquierda o más abajo de estos requerimientos debe aceptarse como no holgado (y puede que con sensaciones de colgado). Si se halla más a la derecha (o más arriba) de los citados mínimos, más que holgado es un ricacho. A su vez, si es ricachón, puede que esté al principio, al medio o al final de las listas que elaboran algunas revistas, como la famosa Forbes. Es de pensar que nuestro lector no está incluido (aunque, en una de esas...) en la lista de los 20 más ricos del mundo, encabezada por Warrent Buffet, de Estados Unidos, quien es dueño de 62 mil millones de dólares (suma que le permitiría, de ser argentino, el asadito de fin de semana y cumplir algunos de los otros ritos culinarios). El mexicano Carlos Slim Helú pasa algo la marca de 60 mil millones y Bill Gates ahora se humilla en un tercer puesto, con 58 mil millones de verdes. Estos personajes pertenecen a otra galaxia. Sus preocupaciones no son las del común. Nuestro consuelo, ante el contraste, consistiría en pedir que repitan la telenovela mexicana (1979) titulada Los ricos también lloran. Imaginar que el mucho tener causa llanto es consuelo de muchos (no hay que decir "de tontos").
Ya no ricos y pobres
Se acaba de leer en el diario New York Times lo siguiente: "Antes había contrastes entre pobres y ricos, ahora se dan entre ultrarricos y el resto". El comentario del diario neoyorquino se origina en algo que acaba de publicar la revista Washingtonian, donde, sobre la base de datos muy actualizados, se dice que para tener vida holgada la familia tipo de Estados Unidos necesita ingresos anuales no inferiores a los 680 mil dólares. Algo más de 200 mil de nuestros pesos por mes.
Ahora bien, la revista Washingtonian dice que ese nivel de ingresos (los 680 mil dólares por año) los alcanzan solamente tres millones de los trescientos millones de habitantes que tienen actualmente los Estados Unidos, el país líder mundial en economía. De los tres millones de "holgados" hay que separar 340.000 superricos, y de entre estos moradores de las alturas se puede extraer un grupito de 420 multimillonarios. Al frente de todos estos últimos va, desde luego, ese Buffet, cuya fortuna conocida alcanza a los 62 mil millones de dólares.
Es posible que haya entre nosotros quien se mortifique al tomar referencia precisa de las diferencias y al hallarse en condiciones de calcular el lugar que le tocaría en la pirámide que, en Estados Unidos, exige ingresos mensuales de más de 200 mil pesos nuestros solamente para entrar en la modesta lista de los "holgados".
.
No se haga problema
La revista Forbes no se ocupa de la felicidad y ya nos han hecho saber que los ricos también lloran. Tenemos en cuenta, asimismo, a aquel sabio griego que vivía en un tonel, a quien Alejandro Magno le ofreció todo, al tiempo que él, Diógenes, se limitó a pedirle que se corriera un poco, porque le estaba quitando el sol, su bien preciado.
Hay una escuela de pensamiento, la New Thought, que concluye que la felicidad es una actitud mental que el hombre puede asumir conscientemente. Es una decisión que podemos tomar a partir de aceptarnos como somos y de aceptar nuestra situación, no para quedarnos ahí, sino con el propósito de partir de una base real para proyectar y construir nuestra vida.
Esta columna no da consejo en semejante materia (ni en otras). Si usted no llega a los doscientos mil y pico de pesos de ingreso mensual, puede que se arregle con cien mil. O algo menos. O que asuma la realidad de la desigualdad y desista de pelear por trepar la pirámide. Que se conforme con un tonel o con el habitáculo que tiene y que se embandere para pelear por la equitativa distribución del ingreso. ¡Hay tantas maneras!
JOTAVE
Artículos relacionados