Jueves 02 de mayo 2024

Carne para las fieras

Redacción 24/02/2024 - 00.16.hs

El mismo Poder Ejecutivo que no acudió al Congreso de la Nación cuando se pedía que informara sobre el rimbombante proyecto de ley “bases” y etc., el mismo presidente que le dio la espalda a les representantes del pueblo en la Asamblea Legislativa, de pronto está dando entrevistas día por medio. Sí, sí, a quienes no van a repreguntarle o a quienes le preguntan pavadas que no vienen al caso que más nos importa: la crisis de pobreza más profunda que tuvo este país; pero evidentemente algo huele más en las encuestas, los focus groups y sobre todo en las paradas de bondis y trenes y el gobierno siente que algo tiene que darle a quienes lo votaron con esperanza y también con rabia. Decir que el Congreso es “un nido de ratas” para alimentar el odio antipolítico, atacar a una cantante popular, son batallas que se entregan cotidianamente como una forma de desgaste, de quemar la cabeza de ciudadanos y ciudadanas que a este momento del mes ya no sabemos qué malabar hacer para seguir viviendo, sin metáforas, hasta el próximo ingreso, si es que se tiene el privilegio de tenerlo.

 

El anuncio del vocero Manuel Adorni sobre el cierre del Instituto Nacional Contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) entra en esa línea, un sebo más para los leones del circo romano al que nos someten a diario. La excusa es que es una “fuente de empleo militante”, una “caja de la política”, “no sirve para nada”, como si no estuviera en manos del gobierno que está ahora mismo en funciones volver eficientes las herramientas del Estado. También aclaró Adorni que no pueden hacerlo ahora, que hay trabas burocráticas, “si se quiere empezamos ahora con su cierre definitivo”. Claro, el Inadi fue creado por ley el 28 de julio de 1995, después del atentado antisemita a la AMIA durante el gobierno de Carlos Menem, no es posible cerrarlo automáticamente. La traba burocrática es una ley que ocultan para elegir victimizarse como si alguna mano negra le sujetara las suyas al gobierno de la motosierra. Humo, como todos los días, un poco más de humo que no tapa las ollas vacías de los comedores comunitarios pero que colabora con mantener a la ciudadanía en vilo, para alimentar las hogueras de sus tuiteros militantes, para asestar golpes simbólicos.

 

La periodista Victoria de Massi publicó en X una nota que lleva su firma, publicada en el diario Clarín en 2018. En ese texto se cuenta la situación de una persona sorda que se comunicaba con su grupo de trabajo a través de su capacidad para leer los labios hasta que su jefa lo había relocalizado, de espaldas a sus compañerxs. En la crónica aparece parte de la mediación de la que participaban la persona damnificada y la empresa, que una vez llamada a esa cita mostraba voluntad de solucionar la situación. La mayor cantidad de intervenciones del Inadi tiene que ver con cuestiones laborales en las que la discapacidad, la orientación sexual o la identidad de género tienen que ver. Eso quiere desmantelar el gobierno de Javier Milei, no quiere hacerlo eficiente, porque qué le importa, si ahora mismo entre la desregulación de las obras sociales, la falta de entrega de medicamentos y el ajuste en general está empujando a las personas discapacitadas directamente a la categoría de descarte.

 

El inadi también aporta fundamentos en casos judiciales, casos de gatillo fácil contra jóvenes racializados, intervino en el juicio por el travesticidio de Diana Sacayán, recomienda buenas prácticas -y no aplica castigos ni tiene capacidad de obligar- para que una nacionalidad no sea un insulto, para que el color de la piel o el lugar de nacimiento no sean la causa de indignidad en la atención de la salud, el acceso al trabajo, a la educación etc, etc. El Inadi es una herramienta, nada garantiza que sea bien usada en manos de un gobierno que hace del insulto y la violencia discursiva una práctica cotidiana. Pero jactarse de su eliminación es provocar, otra vez, como con el sainete del aborto.

 

El anuncio de Adorni es un golpe simbólico, uno más, que quiere darles “algo” a sus pocos seguidores convencidos -no olvidemos que esos y esas son apenas el 30 % del electorado- y a los algunos más que fueron sumando, para maquillar un poco la miseria a la que también los y las someten. Podemos acusar el golpe, pero necesitamos de la inteligencia y la imaginación colectiva suficiente para seguir insistiendo en un mundo común que hoy no parece posible, pero tenemos que imaginarlo. (Por Marta Dillon / Extractado de Páginas 12)

 

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