Martes 23 de abril 2024

Un mundo inmenso

Redacción 26/06/2022 - 00.10.hs

Hay una palabra en alemán, "umwelt", que literalmente significa "ambiente", pero que el zoólogo Jakob von Uexküll se encargó de resignificar como "burbuja perceptiva". El término designa, así, a la pequeña porción del universo que un ser vivo puede percibir con sus sentidos. Y decimos "pequeña porción", porque por mucho que a nuestra soberbia mente humana le guste creer lo contrario, nuestros sentidos apenas si alcanzan a vislumbrar una fracción de lo que existe y ocurre a nuestro alrededor. Como Hamlet le decía a su amigo Horacio: "hay más cosas en el cielo y en la tierra de las que sueña tu filosofía".

 

Umwelt.

 

La palabra alemana aparece frecuentemente en un magnífico libro de reciente aparición, titulado "Un mundo inmenso"; obra del periodista científico británico (nacido en Malasia) Ed Yong, donde se recopila el conocimiento actualmente disponible acerca de lo que perciben el ser humano y los otros animales, revelando así una gran cantidad de detalles ocultos del universo que nos rodea.

 

Un delfín puede "ecolocalizar" a un humano sumergido en el agua, pero no sólo percibe nuestra forma exterior, sino también lo que hay dentro de nuestro cuerpo, incluyendo el esqueleto y los pulmones. Un tipo de ranas arbóreas en estado embrionario puede detectar la vibración de un depredador cercano, y con una secreción enzimática de su cara, puede disolver la cáscara del huevo que la rodea, para escapar y salvarse.

 

Un mosquito se siente atraído por el calor que emanan los animales de sangre caliente, pero sólo atacará si primero huele la presencia de dióxido de carbono: la ausencia de ese compuesto químico la interpretará como una señal de peligro (atención fabricantes de repelentes, ¡ahí está la clave para librarnos de estos molestos violinistas veraniegos!).

 

Iluminar.

 

Los bigotes de una rata, al moverse, le permiten escanear el espacio alrededor de su cabeza. El vuelo caótico -que tanto nos fastidia- de las moscas, que nunca avanzan en línea recta, obedece a que su guía son los precisos termómetros presentes en sus antenas, que buscarán siempre la temperatura más confortable.

 

Casi cualquier animal tiene mejor olfato que los humanos. Algunos -como las abejas- pueden percibir los campos electromagnéticos del planeta Tierra. Cuando hablamos de fenómenos "extrasensoriales" nos referimos sólo a aquello que está fuera de nuestra experiencia humana, pero que para muchos animales es moneda corriente. El "ultrasonido", por ejemplo, es cualquier vibración por encima de los 20 kilohertz, inaudible para el oído humano, pero que prácticamente cualquier otro mamífero puede percibir. No por nada Los Beatles incluyeron un pitido de éstos al final de su álbum "Sargento Pepper", como mensaje para las mascotas de la casa.

 

Cuando a Yong se lo elogió por haber escrito un libro "iluminador" sobre todos estos hechos poco conocidos, no pudo evitar subrayar el carácter antropocéntrico de esa expresión. Y es que los humanos somos una especie tremendamente visual, a tal punto que la luz "ha venido a simbolizar para nosotros la seguridad, el progreso, el conocimiento, la esperanza y el bien". A tal punto que, desde la Revolución Industrial, nos hemos dedicado a iluminar todo el planeta con electricidad y otras fuentes de energía, para hacerlo más confortable para nosotros, pero al mismo tiempo, inhabitable para otras especies. La luz artificial ha sido una atracción fatal para las crías de tortugas marinas, para los pájaros migratorios y para algunos insectos, que se desorientan hasta quedar exhaustos, o terminan en garras de sus predadores.

 

Sentido.

 

En realidad no tenemos la culpa de nuestra estrechez de miras: ésta se basa en nuestro limitado campo de percepción. Toda nuestra ciencia se basa en aquello que podemos percibir con nuestros propios sentidos, y como tal determina nuestras preguntas, y la línea de nuestras investigaciones. Pero ¿qué ocurriría si, con la información que recopila "Un mundo inmenso", comenzáramos a abordar el universo desde una perspectiva sensorial más amplia, fuera de nuestro "umwelt", con una ayudita de nuestros amigos animales?

 

¿Qué pasaría, sin ir tan lejos, si aprovecháramos incluso la experiencia de otros seres humanos, que -por ejemplo- perciben los colores de otra manera, o tienen dificultades para recordar los rostros? Claramente, para ellos el mundo no es tan simple, y su visión podría ayudarnos a expandir nuestras ideas y volvernos más tolerantes y menos estrechos de miras.

 

La verdad es que ni siquiera podemos presumir de registrar toda la experiencia humana. En estos días que se debate la cuestión de los planes sociales y la pobreza, ¿cuántos de los que participan en ese debate han experimentado ese universo sensorial? ¿El hambre que hace llorar, el frío que cala los huesos, la intemperie, la inexistencia de una cama propia en la que dormir?

 

El mundo nos inunda con estímulos, y ningún animal está equipado para decodificarlos a todos. Si tuviéramos esta amplitud de mentes, esta humildad, quizá podríamos percibir lo que Yong llama "magnificencia sobrenatural" del mundo. Y es que, en la vida microscópica de un terrón de nuestro jardín, hay tanta espectacularidad como en las Cataratas del Iguazú.

 

PETRONIO

 

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