Martes 30 de abril 2024

Una pregunta urgente

Redacción 03/04/2024 - 00.19.hs

En una de sus habituales y lúcidas crónicas, Horacio Verbitsky apeló a una fina ironía para aludir al “horror que vive la Argentina”. La referencia alude al presidente Milei, a cuyo gobierno, en una metáfora original y efectiva, compara con el mito griego según el cual el dios Saturno devoraba a sus hijos, para prever que no lo desbancaran del poder. El mito está reflejado en un famoso cuadro de Goya.

 

Estos –en la apreciación de Verbitsky-- son algunos de los hijos devorados por Saturno, o Las Veinte Verdades de los Hermanos Milei: La devaluación del 118%, que disparó la inflación.

 

La licuación de los ahorros en pesos, por la baja drástica de la tasa de interés, muy inferior a la inflación. La quiebra o cierre masivo de empresas medianas y pequeñas. Solo en febrero, bajaron la persiana 163 empresas de la construcción y dejaron en la calle a 24.000 trabajadores. La parálisis de las grandes empresas, como Acindar o Toyota, que interrumpen o disminuyen la producción, abren retiros voluntarios o despiden trabajadores. La interrupción abrupta de la obra pública. Los despidos masivos de trabajadores, agravados por el modo feroz de la comunicación, entre otros en el Inta, Senasa, Anses, Pami, Servicio Meteorológico, Agencia de Seguridad Vial, Conicet, Biblioteca Nacional, Agencia de Discapacidad, Centros de Referencia (CDR), Enacom, Instituto Geográfico, Acumar, Parques Nacionales, Instituto de Administración Pública, Agencia de Administración de Bienes del Estado, Administración General de Puertos, además de los distintos ministerios. El corte de la entrega de medicamentos oncológicos a enfermos que no pueden esperar el presunto ordenamiento administrativo. La eliminación del Fondo de Incentivo Docente y la compensación por el transporte colectivo a una docena de provincias. El desabastecimiento de los comedores populares, que no reciben alimentos. El descontrol de los precios de artículos imprescindibles de consumo masivo, por encima de la devaluación y que, en muchos casos, superan los precios que se pagan en Estados Unidos o Europa. El derrumbe del poder adquisitivo de los salarios, que se incrementan por debajo de la inflación y que está forzando a quienes pueden a gastar los dólares atesorados en los años previos. La negativa a homologar acuerdos paritarios de varios sindicatos. La jactancia presidencial sobre la cantidad de despidos de trabajadores ("ya echamos a 50.000"). El cierre de la agencia de noticias Télam y de la Televisión Pública, en cuyas sedes se planean grandes negocios inmobiliarios. El anuncio de descomunales aumentos de tarifas de energía. La dolarización del precio del gas en boca de pozo. Los aumentos siderales de las empresas financieras de medicina prepaga, y la simultánea desregulación de los servicios médicos sindicales. El desfinanciamiento de las universidades nacionales y del Conicet, donde no hay ni personal de limpieza para mantener en funcionamiento los laboratorios con experimentos en curso. La decisión de no pagar becas a investigadores científicos. La negativa a otorgar créditos y subsidios ganados por concurso. El vaciamiento de la Anses por la cantidad de cesantías, que dejó sin atención a los jubilados y pensionados en buena parte del país e impidió efectuar a tiempo la liquidación de los paupérrimos haberes de este mes.

 

Si continuamos con la irónica pero efectiva metáfora del periodista, se podría agregar que la prevención y apetito del mandatario saturniano también han deglutido la estructura científica (incluyendo la capacidad nacional para fabricar y exportar reactores nucleares y satélites); la estructura vial del país, la tradición neutralista en lo internacional; la dignidad de la estructura jurídica y política; la red de comunicaciones, la cultura argentina en toda su amplitud, el aparato educacional y, en fin, la dignidad de los argentinos pretendiendo sumirlos en una estructura de pensamiento y comportamiento fascista como quizás así, en su consideración global, no haya habido otra en muchísimo tiempo, un siglo acaso. Todo en un confeso marco de odio al Estado.

 

Acompañando la reflexión de Verbitsky es urgente preguntarse cuándo y cuál de estos hijos se rebelará contra este Saturno. Y también contra los ocultos semidioses que lo respaldan.

 

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