¿Votar con los pies o con la cabeza?
El vértigo con el que se vive en este país no da respiro. Ahora estamos ocupados con una devaluación que hasta ayer mismo se negaba, con una inflación que no afloja y con un dólar que a partir de mañana comenzará a “flotar”. Pero así y todo no se pueden dejar pasar por alto otras posturas presidenciales que no dejan de llamar la atención.
Parece que pasó hace más tiempo, pero el caso que nos ocupa se registró hace apenas una decena de días. Una frase pronunciada por el presidente Javier Milei en su polémico discurso sobre las Islas Malvinas quedó resonando desde entonces. Se han atacado –y con justa razón- muchos de los desacertados conceptos de su mensaje, pero fueron pocos los que repararon en una curiosa apreciación, en la que se refirió a la posibilidad de “votar con los pies”, como una chance de lograr cierto tipo de aceptación por parte de los usurpadores de esas tierras nuestras.
Desplazamiento territorial.
La inusual referencia presidencial alude a un concepto introducido por el economista norteamericano Charles Tiebout (1924-1968), que ofrece una alternativa al proceso normal de votación en una democracia. En su teoría, el catedrático expone que ante diferencias entre políticas de distintos gobiernos, una persona puede mostrar sus preferencias no votando a un determinado partido político de un territorio, sino desplazándose hacia otro distrito diferente, cuyas políticas (sociales, fiscales o de cualquier otro tipo) puedan ser más afines a lo que él demanda.
La teoría del “voto con los pies” se contemplaría así como un mecanismo que promueve la asignación eficiente de los recursos públicos, al mismo tiempo que constituiría un control a la “concentración discrecional” del poder público.
Esta teoría fomentaría la competencia fiscal entre estados o provincias a través de bajas de impuestos y mejoras en servicios. Como ejemplo actualizado, más de un analista ha hecho foco en la decisión del empresario Elon Musk, que mudó sus empresas Space X y X desde California hasta Texas, aunque haciendo la salvedad de que influyeron las políticas progresistas promovidas en California frente a las conservadoras que mantiene el gobierno texano.
El caso argentino.
En el discurso del 2 de abril, Milei habló de una "demanda soberana por las islas” que “fue damnificada de forma directa e indirecta por las decisiones económicas, diplomáticas y militares de la casta política”, por lo cual “siempre dejamos claro que el voto más importante de todos es el que se hace con los pies y anhelamos que los malvinenses decidan algún día votarnos con los pies a nosotros; por eso buscamos ser una potencia, a punto tal que ellos prefieran ser argentinos”.
Claro que acá nos estaríamos topando con una comparación que no parece ser la más adecuada para el caso, cuestión a la que ya nos tiene acostumbrados nuestro presidente.
Ocurre que la opción de “votar con los pies” hace referencia a la idea de mudarse de territorio que tienen los habitantes de acuerdo con una conveniencia de orden económico. Queda claro que el ideólogo del concepto se centró en la preferencia de un habitante por cambiar su radicación, en la que habla de la movilidad que entre estados, tanto por beneficios fiscales o de otro tipo, para favorecer la radicación en determinado suelo, alentando cierta competencia entre jurisdicciones.
De todos modos se supone que esa decisión, que puede ser empresarial o familiar, se toma más con la cabeza que con los pies, después de un sesudo y equilibrado análisis.
Y precisamente en el caso de Malvinas no se busca que los usurpadores decidan venir a vivir al territorio continental porque Argentina mejoró su economía, sino recuperar unas tierras que son nuestras.
Habría que meterse en la lógica del pensamiento del autor del discurso, que se asegura casi unánimemente que no es precisamente el presidente, para tratar de entender qué fue lo que quiso decir. O tal vez es lo que preferiría hacer el propio Milei: “votar con los pies” pero para irse a vivir a su amado suelo norteamericano, con sus amigos Trump, Musk y compañía.
El hombre que primero devaluó su palabra y luego nuestra moneda tal vez considere que con su cadena nacional del viernes ayudaría a convencer a los kelpers, con esa puesta escena que parecía una especie de familia ensamblada de “Los locos Adams”. Solo sería un disparate más, de los tantos que acumula en su gestión.
Lo que queda claro es que más conveniente que convocar a la ciudadanía a “votar con los pies” sería ir a sufragar con la cabeza. Porque teniendo en cuenta lo ocurrido en las últimas elecciones pareciera que más de uno usó los pies y no la cabeza para elegir presidente. Y así nos está yendo.
DANIEL ESPOSITO
Foto: isepci.org.ar
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