Martes 09 de abril 2024

Voto femenino: 71 años

Redacción 15/11/2022 - 11.30.hs

Si bien la Ley de Voto Femenino se sancionó hace 75 años, en 1947, recién el 11 de noviembre de 1951 las mujeres argentinas pudieron hacer ejercicio de sus derechos políticos de estreno: a votar y ser elegidas.

 

*VICTORIA SANTESTEBAN

 

El 11 de noviembre de 1951, en el marco de las elecciones presidenciales, más de 3.500.000 mujeres concurrieron por primera vez a las urnas para participar políticamente en aquella elección que consagró a Perón como presidente. “Para esas elecciones en el padrón figuraban 8.623.646 de electores, entre ellos, 4.222.467 mujeres. De ese total, el 90,32% se hizo presente en las urnas y más de la mitad votó al peronismo. El resto de las electoras, 1.375.096, lo hicieron por otras fuerzas políticas, que en total sumaban ocho candidaturas”, describe Laura Macek, investigadora del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Eva Perón (INIHEP)- Museo Evita.

 

El voto femenino, junto con el divorcio vincular, fueron tratados por primera vez en la Cámara de Diputados en el año 1932. Obtuvieron media sanción pero recién serían consagrados normativamente en 1947 y ¡1987! respectivamente. El 9 de septiembre de 1947 -quince años después de aquel primer tratamiento- durante la presidencia de Perón y con Evita como figura protagónica en la conquista del voto femenino, el Congreso sancionaba finalmente la ley 13.010. Cuatro años después podrían las argentinas hacer ejercicio de sus derechos políticos, en las elecciones presidenciales del 11 de noviembre de 1951. Cierto es que Argentina no estuvo entre los países pioneros de la región en materia de derechos políticos de las mujeres, pero la sanción de la ley de voto femenino significó un aceleramiento del proceso de participación política con una velocidad y magnitud inigualables -incluso en comparación a países europeos de mayor experiencia en materia de derechos cívicos de las mujeres -. Tal la escalada femenina sin precedentes en el espacio político, que Argentina se ubica en la actualidad en el escaso porcentaje mundial (6%) con jefas y subjefas de Estados.

 

Sufragistas.

 

La historia del voto femenino en Argentina -como en Europa- se remonta a los intentos precursores del partido socialista, creado en nuestro país en 1896. “A menudo se cruzaban la denominación de ‘socialista’ y ‘feminista’, y no pocas veces con propósito estigmatizante”, cuenta Dora Barrancos en su trabajo “Participación política y luchas por el sufragio femenino en Argentina (1900-1947).

 

Entre las sufragistas argentinas, se destacan las médicas (ninguna de ellas socialista, sin embargo) Cecilia Grierson y Elvira Rawson de Dellepiane, María Abella Ramírez una de las primeras periodistas en escribir publicaciones sobre feminismo en el país, la también médica Julieta Lanteri, la socialista Alicia Moreau, Carolina Muzzilli, Alfonsina Storni y Salvadora Medina Onrubia. En 1910, en el marco del Primer Congreso Femenino en Buenos Aires, la Liga Nacional de las Mujeres Librepensadoras, exigió convencida el derecho al sufragio frene a audiencias feministas que no terminaban de ponerse de acuerdo sobre la prioridad en agenda respecto de este derecho. Pero para la década de 1920, con la conquista del voto femenino en Inglaterra, su exigencia en Argentina adquirió consenso entre las feministas dando inicio a las primeras presentaciones de proyectos de ley.

 

Cupos.

 

Aunque la representación política en Argentina en cabeza de mujeres superó -y supera- a la mayoría de los países a nivel mundial, fueron necesarias acciones afirmativas que exigieran cupos femeninos -y luego paridad- para palear la disparidad de género en un ámbito todavía tan masculinizado. En 1991, el Congreso sanciona la ley 24.012 de cupo femenino que estatuye un piso del 30% de mujeres en las listas legislativas. En 2017, con la sanción de la ley 27.412 de paridad de género se establece que las listas a cargos electivos y partidarios deberán contar con el 50% de candidatas mujeres de forma intercalada y secuencial. Luego de la primera elección en el marco de esta ley, para el bienio 2019-2021 la Cámara de Diputados quedó conformada por un total de 106 mujeres - el 41,2% del total- y el Senado con 29 mujeres, equivalente a una participación del 40,3%.

 

Violencia política.

 

Por su parte, la ley 27.533 de 2019, agrega a la ley 26.485 de protección integral hacia las mujeres la violencia política como otro tipo de violencia de género. La ley distingue a la violencia política contra las mujeres como aquella dirigida “a menoscabar, anular, impedir, obstaculizar o restringir la participación política de la mujer, vulnerando el derecho a una vida política libre de violencia y/o el derecho a participar en los asuntos públicos y políticos en condiciones de igualdad con los varones.” A su vez, la ley incorpora como modalidad de violencia contra las mujeres a la violencia pública-política, entendida como aquella que, fundada en razones de género y mediando intimidación, hostigamiento, deshonra, descrédito, persecución, acoso y/o amenazas, impida o limite el desarrollo propio de la vida política o el acceso a derechos y deberes políticos. Entre los trabajos preparatorios que dieron lugar a estas modificaciones, se ubica una encuesta realizada a políticas argentinas que señaló que el 83% de las encuestadas habían sufrido violencia política por razones de género. Y en cuanto a las situaciones de violencia destacadas, se ubicaron el acoso sexual y las descalificaciones por sus atributos físicos y vestimenta.

 

Este escrutinio estrictísimo sobre la vida privada y la imagen de las políticas consagrado como violencia política por la legislación argentina, no se limita a las políticas de nuestro país, sino que es mal de muchísimas en todo el planeta, es violencia feroz extendida globalmente que inspecciona outfits, fiestas, novios, arrugas y botox más que la performance legislativa o ejecutiva de quien se trate. La violencia en escalada contra la vicepresidenta Cristina Fernández, y su estallido con el atentado femicida de septiembre pasado no es sino ejemplo de las prácticas sexistas en un mundo que todavía se resiste a compartir bancas y sillones presidenciales.

 

La primera ministra de Finlandia, Sanna Marín, perseguida por sus elecciones de blazers, es ahora noticia mundial por la viralización de imágenes donde se la ve en una fiesta con amigos, que desató el debate sobre sus deberes como funcionaria. La violencia política contra las mujeres es herramienta patriarcal para continuar relegándonos a espacios de nula decisión y liderazgo, de inexistencia política y desapercibida participación, para perpetuarnos en pretensos espacios de “dirigencia” como reinas de la primavera y del hogar. Para conformarnos con las migajas sexistas y continuar entorpeciéndonos el ejercicio de derechos, las conquistas de espacios y el desarrollo pleno de nuestras capacidades.

 

A 71 años de ejercicio -interrumpido- del derecho al voto, en una democracia todavía joven, entre los desafíos políticos actuales reside urgente el desmantelamiento de las estructuras patriarcales que se resisten a la participación pública de mujeres y diversidades.

 

*Abogada, Magíster en Derechos Humanos y Libertades Civiles

 

Radio Noticias 99.5 · 15 - 11 - 2022 VICTORIA
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