Viernes 10 de mayo 2024

Desde Bombay hasta Santa Rosa

Redaccion Avances 01/01/2023 - 10.00.hs

Sandip Gharat (43 años) llegó en agosto, decidido a cumplir con una investigación posdoctoral de tres años sobre flujo de materiales granulares en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales.

 

No habla una palabra de español y le genera cierto conflicto residir en una provincia dedicada a criar vacas para consumo humano, pero la recepción y el buen trato dispensado a su familia no deja de sorprenderlo. “Todos estamos muy felices aquí y ojalá tengamos oportunidad de quedarnos más tiempo”, confiesa. Encontramos a Sandip en el campo de la UNLPam, sobre la ruta nacional 35, donde estaba acompañado por la profesora Victoria Ferreyra. “Nací en Dadar, estado de Maharashtra, y trabajo en Bombay como docente de un colegio secundario privado”, dice a La Arena. Su lengua natal es el marathi y habla también hindi e inglés, pero nada de español, todavía.

 

En 2020, Sandip planeaba participar del Congreso Internacional de Polvos y Granos, en Buenos Aires, que se suspendió por la pandemia de coronavirus. Finalmente se realizó el año pasado, en forma virtual, y allí conoció al profesor Luis Pugnaloni, jefe del Laboratorio de Materiales Granulares de la UNLPam. “Me interesó su perfil y conversamos sobre nuestra investigaciones. Me propuso trabajar juntos y me pareció muy bien que pudiéramos intercambiar experiencias”. Pero el pampeano no le proponía una colaboración conjunta a distancia, sino que desarrollara su investigación en La Pampa.

 

“Le comenté a mi jefe de laboratorio y me dijo: Sandip, tienes que ir a Argentina”. Se decidió y presentó un proyecto de investigación, que el Conicet aprobó. Hizo los trámites de visado y en agosto arribó a Santa Rosa, donde alquiló una casa sobre la calle Pampa. Unas tres semanas después, llegaron su esposa Pallavi (37) y sus dos hijos, Shlok (11) y Sparsh (3 y medio).

 

Su temor principal era la suerte de su familia en un país desconocido. “Mi hijo mayor se lamentaba y decía: papá, no sabemos sus costumbres, no sé hablar español, ¿qué voy a hacer en la escuela?” Sin embargo, todo resultó mejor de lo esperado. Inscribieron a Shlok en quinto grado de la Escuela N°4 y, en su primer día de clases, la directora convocó a todos los docentes y alumnos para presentar al recién llegado, darle la bienvenida y proponer que lo ayuden en su adaptación.

 

Emocionado, Sandip muestra el video que Pallavi grabó en ese momento. “Mi hijo ya hizo buenos amigos y está aprendiendo el idioma. Se siente muy feliz y ama estar aquí e ir a la escuela. Cuando le preguntaron por sus deportes favoritos, respondió cricket y hockey (disciplinas principales en la India), y a todos les pareció muy divertido, así que estamos pensando en extender nuestra estadía hasta que termine sus estudios”.

 

 

“Como en casa”.

 

Sandip se muestra agradecido por el buen trato recibido. “Desde el momento que llegué nunca me sentí como un extranjero. Han apoyado a mi familia y todos se preocupan por que estemos bien”. Así fue en el mercado, en la escuela y en su vecindario de Villa Alonso. “Un día fuimos a la laguna. Algunas personas se acercaban y nos preguntaban amablemente si estábamos bien, si necesitamos algo, si teníamos algún problema. La verdad, el único problema es aprender español, algo que mis hijos están haciendo más rápido que yo”, celebra.

 

A los cuatro les gusta mucho Santa Rosa. “Es una ciudad tranquila, muy linda y con gente muy amable y respetuosa”. En el tiempo que llevan aquí, han experimentado pocas cosas negativas. Una de ellas es “la inflación, que las cosas aumenten de un día para otro, que hay dólar oficial y dólar blue”. De todas maneras, el salario “es suficiente y permite mantener una vida de clase media. No puedo ahorrar, pero sí comer lo que queremos y pagar el alquiler; no tenemos ningún problema”.

 

 

Vaca sagrada.

 

Otro punto de conflicto es nuestra afición por la carne bovina. En la India, la vaca es un ser sagrado, que deambula libremente y está protegido por las leyes. No está permitido molestarlas, hostigarlas, castigarlas ni, mucho menos, matarlas y comerlas. Y vinieron a vivir a una provincia donde, para agasajar a alguien lo invitamos a un asado, comida que Sandip y su familia jamás probarán.

 

“Sí consumimos mucho pollo, y pescado, que aquí es difícil conseguir. Y muchísimos vegetales”, aclara. Y cuenta que en la verdulería del barrio no encontraba todo lo que necesitaba. Para hacerse entender, mostró algunas fotos “y el verdulero se ocupó de buscar y comprar los vegetales para nosotros. Todos nos ayudan y se preocupan de que estemos bien”.

 

También les costaba hacerse comprender en sus primeras visitas al mercado. “El comerciante finalmente entendió que buscábamos arroz pero se sorprendió mucho, porque queríamos cinco kilos”. Aunque aquí suena exagerado, es la compra normal para la semana de una familia en la India, donde consumen entre 55 y 70 kilos de arroz por persona, al año.

 

 

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