Viernes 10 de mayo 2024

Gloria, una guerrera de la vida

Redaccion Avances 04/01/2023 - 10.00.hs

La "India" Yancaqueo conoció un submundo del que no es nada fácil salir. El boxeo la rescató y hoy está enfocada en su carrera deportiva. Pero más adelante quiere volver a ser madre.

 

Arrebujada en medio de la oscuridad, escondida entre las siluetas fantasmagóricas de los galpones del Parque Industrial, sufría el frío de la noche, quizás un poco de miedo... Podía ver desde donde se encontraba la figura del hombre que en su vieja bicicleta la buscaba para regresarla a su hogar. La pequeña había escapado después de otra discusión, llena de odio y rebeldía, pensándose incomprendida. Aún con sus recién cumplidos 12 años estaba dispuesta a arreglarse sola.

 

Se quedó dos o tres días por allí, alguna vez en el parquecito del Barrio Peñi Ruca; y tiene bien presente a “Eli, la madrina de mi hijo, me alcanzaba un plato de sopa. Ella es mi amiga del alma desde que éramos chicas”, la pondera.

 

Por supuesto lejos estaba de imaginar aquella chiquilla que estaba iniciando un camino que conducía a un destino del que no todos pueden regresar... Sin saberlo se exponía a las malas juntas, a la droga, a los peligros de la calle que pueden llevar a una nena de solamente 12 años a los escalones más bajos de la existencia humana. Esos donde la vida no vale nada. O casi nada.

 

Pero esta vez, esta noche todo era muy distinto. Tal vez como una película en cámara ligera por su mente habrán pasado ramalazos de recuerdos de esos tiempos de tristeza...

 

Pero ahora iluminada por los haces de luz estaba convertida en la estrella de la noche, la figura sobre quien estaban puestas todas las miradas. Todas...

 

“Tuve esos momentos de rebeldía, y llenarse de rencor no está bueno... me hice mucho daño, hice muchas cosas para sobrevivir, comer, vestirme... Me pasé muchas horas sentada en un banco en el parquecito del barrio Peñí Ruca; y a los 15 me metí en la droga... primero marihuana, después cocaína. Así durante tres años; y salí porque no me gustaba verme viajando en el colectivo de línea donde iba gente de la Iglesia Cristiana y sentirme observada...”, cuenta sin omitir detalles.

 

 

“La India” Yancaqueo.

 

Aunque algunos pormenores, por obvias razones, me los guardo. Porque con lo expresado ya todos se habrán dado cuenta que es la historia de una muchachita -cuántas se han dado de chicos y chicas marchando hacia el abismo, sin poder evitarlo- que por suerte pudo volver de un lugar oscuro y convertirse en esta joven deportista que recibe aplausos, a la que vivan y le palmean la espalda cuando va rumbo al ring... La “India” Yancaqueo. Gloria Elena Yancaqueo (34), se siente bañada de cariño y se ilusiona con el triunfo y la ovación final de esa multitud que ha ido a verla a ella...

 

Hija de Marta Beatriz Acosta, ama de casa; y de Omar Yancaqueo, que “labura hasta los domingos, de jardinero, albañil, o lo que sea” -cuenta Gloria-, tiene dos hermanas, Vanesa y Ruth. Y además un gran amor: Aidano, de 9 años, el chiquito que después de su triunfo en la noche del Polideportivo del Butaló treparía al ring emocionado para preguntarle “Mamá cuánto te pagan?” (¡¡!).

 

Aunque sus padres están separados hace años, Gloria tiene ahora una hermosa relación con ambos, y también con sus hermanas. “Papá vive con Ruth en el barrio ARA San Juan... Se hizo la casita en el mismo terreno; Vanesa cerca de la rotonda del Avión; y Aidano y yo con mi mamá en el Matadero: ocupamos una pieza donde tenemos todo: la cama, la mesa, la heladera... Por eso lo que más quiero es un techo para mi hijo. Ese es mi mayor sueño: estoy anotada en el IPAV y espero que me toque”, se esperanza.

 

 

“Las hamponas”.

 

Gloria no tiene vergüenza en contar de aspectos de su vida que fueron oscuros, pero que ahora le sirven para valorar el presente. Y quizás sea una buena manera de sanar. “Abandoné la primaria a los 11 años porque me fui de casa; y mucho más tarde hice octavo y noveno del EGB en el Liceo: “Pagaba la cuota 60 pesos que juntaba trabajando de albañil”, precisa.

 

Pero antes las pasó todas. ¡Pero todas eh! “Puede decirse que me crié en la calle... andábamos con una bandita del Peñi Ruca a la que llamábamos ‘Las Hamponas’, así que imaginate... nos agarrábamos con otras banditas a golpes en cualquier lado por cualquier cosa”, rememora. Fue un tiempo también en que empezó con salidas con gente non sanctas, y vinieron los desbordes de todo tipo: “Iba al pool, salía, tomaba drogas...”. Lo dice con crudeza sabiendo que eso quedó definitivamente atrás.

 

En esa época ya había empezado a entrenar “porque quería aprender a defenderme, pero no pensaba en boxear. Estuve con Miguel Mendoza y pagaba una cuota de 15 pesos, y de entrada me gustó. Sé que Roberto Pedehontaa preguntó quién era, y que dijo ‘va a andar bien’. En ese tiempo yo era maciza, pesaba 66 kilos y ahora tengo 10 menos y por eso estoy más estilizada”, juzga.

 

Esta mujer que fue capaz de sobrevivir al infierno, que se lía a golpes exponiéndose en un ring -a lo que no muchos o muchas se atreverían-, conserva pesares por cosas que sucedieron (o mejor dicho no sucedieron), como por ejemplo no poder festejar su cumpleaños de 15. “Es uno de los dolores que me quedan más de grande... no haber tenido ni el saludo de una madre o un beso. Ese día comí una pizza con mi hermana mayor, y con Pamela mi amiga... Eso fue todo”, cuenta y en un momento parece que sus ojos rasgados van a derramar una lágrima.

 

 

Al Calafate.

 

Después de eso a instancias de una amiga “me fui al Calafate a trabajar en un supermercado... ella insistió y yo le decía que no iba a conseguir trabajo sin estudios, con tatuajes en las manos... Pero por suerte no fue así”.

 

Y reconoce que su historia iba a empezar a cambiar a su regreso del sur. “Fue como un clic de madurez, empecé a extrañar mi familia, el mate compartido con mis sobrinas... Como no conseguía trabajo empecé con mi papá, hacía changas, de peón (sería peona) de albañil... y me compre la primera moto, una Honda Storm”, relata.

 

Al volver al gimnasio le contó a Mendoza que quería entrenar; y en tanto consiguió trabajo en una empresa de limpieza a la mañana; iba al gimnasio, unos mates, a entrenar y después en otra empresa hasta las 10 de la noche. “Limpiábamos y hacíamos como de porteros en la Escuela Celeste de Villa Parque... cortábamos el pasto, dábamos la leche a los chicos, limpiábamos las aulas”, recuerda,

 

Fue cuando empezó a darse cuenta de la importancia del entrenamiento y de estar ocupada: “Gracias al boxeo no me quité la vida”, admite con crudeza.

 

Gloria cuenta que hubo tiempos en que se hacía mal, “me castigaba, estaba llena de rencor... y no quería más. Me puse de novia y encontré un poco de contención... en esa relación quedé embarazada y decidí abortar. Tenía 18 años y no podía traer un bebé al mundo en medio del dolor, sin casa ni familia. Sin nada. La verdad es que me quería morir... no quería vivir más”, confiesa.

 

Pasó el tiempo y al volver brevemente con su ex pareja quedó otra vez embarazada. “Eran mellizos, pero perdí el embarazo de mellizos a los 5 meses de gestación... y ese fue otro dolor tremendo”, resume.

 

 

Nace Aidano y todo cambia.

 

En 2013 -”yo tenía 25 años”, precisa- nace Aidano... “Entrené hasta los 6 meses de embarazo con Roberto, y después me aparecía en el gimnasio con el nene, la mochilita... Ese fue el momento que cambió mi vida; aunque estuve con mucho miedo, no lo pude disfrutar al embarazo ni a Aidano de bebé porque lo tuve internado en Río Cuarto por una bronquiolitis, pero luego por suerte todo fue muy bien”; y fue como que una luz de esperanza apareció en su vida. “Hoy estoy más madura y si bien ahora estoy muy enfocada en mi carrera mi deseo es tener una nena. Me siento preparada para todo. Pero este es el momento de mi hijo y el boxeo”, sostiene.

 

Había ido al gimnasio sólo para aprender a defenderse, pero una noche en Ingeniero Luiggi se vería arriba del ring para su primera pelea de amateur con Marta Lobos (empataron). “Me daba mucha vergüenza, pero los aplausos de la gente al final fue como una caricia... y me gustó. Yo venía del fondo del abismo y necesitaba eso... y pensar que hay gente que cuando ve un chico en la calle lo rechaza en vez de abrazarlo, de contenerlo, de preguntarse por qué está ahí... Nadie está porque le gusta”, razona.

 

Después se fue afianzando, realizó más de 20 combates hasta que en 2014 se hizo profesional ganando por nocaut en General Acha. Pero tocó el cielo con las manos cuando hace un año le ganó por puntos a quien había sido campeona del mundo, Débora “La Gurisa” Dionicius.

 

Fue lo que necesitaba para pensar en mayores objetivos y convencerse que puede redondear una campaña importante. Y en ese camino está. La noche del Polideportivo Butaló fue una confirmación. “Es mi momento, y me di cuenta que enfocándome voy a obtener buenos resultados”, completa.

 

 

Guerrera de la vida.

 

Siente que es su momento... y que lo mejor está por venir. Si bien el boxeo la tiene ocupada no pierde de vista su objetivo mayor: “Hace 9 años estoy anotada para una casa... espero que me toque porque es para mí y para mi hijo”, dice y se le iluminan los ojos esperanzada.

 

Y quién puede quitarle a nadie la posibilidad de soñar... Si pudo Gloria con una historia tan difícil, como evitar ilusionarse. Quizás la ovación de la otra noche en el Poli del Butaló sea el preanuncio de algo mejor. En el boxeo... y en la vida. Por qué no.

 

(Mario Vega)

 

 

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