Viernes 10 de mayo 2024

Madre e hija y la misma pasión

Redaccion Avances 01/01/2023 - 16.00.hs

Ambas mantienen un gran vínculo dentro de la cancha pero uno mayor -y mucho más importante- por fuera: son madre e hija y protagonizan una historia pocas veces vista dentro de nuestro fútbol lugareño.

 

La cancha de césped sintético del Deportivo Mac Allister es la sede del entrenamiento del plantel de Primera División que fue partícipe del histórico primer torneo de fútbol femenino que organizó la Liga Cultural, y la sede de la cita con dos de sus jugadoras: Ivana y Naiara Sosa.

 

Con algo de timidez, y con un poco más de nervios que cuando entran a la cancha, las futbolistas abandonan por un rato el entrenamiento, saludan, se ríen y se ponen aún más nerviosas cuando posan para las fotos. “No estamos acostumbradas a estas cosas”, se sonrojan y pronuncian casi al unísono. Ivana tiene 36 años, es defensora central y comenzó a jugar al fútbol -bajo la órbita de clubes, torneos y equipos- recién a los 30 años. Naiara, en tanto, apenas suma 14, heredó la pasión por la pelota y sueña con jugar en la Selección argentina.

 

“Es muy lindo compartir con mi hija una cancha de fútbol”, dice Ivana visiblemente orgullosa del sueño que ambas pudieron cumplir. “Yo a ella la apoyo desde chiquita que se interesó por fútbol y estar defendiendo los mismos colores es lo máximo que me puede pasar”, agrega la defensora central que advierte que la temporada 2022 fue la última de su carrera.

 

Mientras camina por el césped sintético, Ivana relata que compartir plantel fue un sueño de toda su vida, aunque nunca pensó que iba a poder llevarlo adelante. “Es difícil hace alinear los planetas para que ese sueño se pueda hacer realidad. Soy consciente que no pasa todos los días”, detalla. Y agrega que su hija fue la clave para su vuelta al ruedo futbolístico luego de un receso que en principio parecía definitivo: “Había dejado de jugar por problemas personales y ella me invitó a entrenar juntas porque sabe que el fútbol es mi cable a tierra”.

 

“Es la primera vez en mi vida que juego en un club de mujeres porque siempre jugué con varones. Siempre jugué con grandes y por eso estaba acostumbrada un poco al roce de lo que fue el de Primera División. También jugaba algunos partidos cuando mi mamá estaba jugando algún turno”, suelta con la voz entrecortada por los nervios. Y sus sueños son a gran escala: “Deseo jugar en un club de Primera y, si es posible, jugar en la Selección Argentina”.

 

 

Principio, ¿y final?

 

Tras un tiempo sin jugar al fútbol, y con el primer torneo organizado por la Liga Cultural a la vista, Ivana y Naiara se sumaron a las filas del Club Deportivo Mac Allister que le abrió las puertas a una familia completa. “Tengo un hijo que se vino a jugar al club y a Nai, que la conocían porque jugaba con varones en otro club, le insistieron y la convencieron para que venga al Depo”, relata Ivana.

 

Además resalta que su sueño a cumplir es ver a Naiara, su hija, crecer como persona y futbolista ya que fue su última temporada. La defensora central sostiene que desde muy chica le gustó observar fútbol y recién a los 30 decidió dar el siguiente paso. “Mi vida era trabajo, hijos y casa. Y me llegó el momento de decidir hacer algo por mí”, suelta. “Un día pasé por la canchita del Barrio Sur donde estaba entrenando la Peña Boquense y frené a preguntar si podía sumarme a la actividad. Yo solo jugaba en el barrio cuando era chica y desde ahí, hace seis años, no paré. Es un deporte hermoso”, remarca.

 

 

El vínculo.

 

“Verla entrar a Naiara fue hermoso, un orgullo enorme. Y entrar atrás de ella es aún más”, se enorgullece Ivana. La parte emotiva llegó hasta ese momento en el que ambas recordaron varios cruces cotidianos dentro de una campo de juego. “Es cierto que tenemos nuestros cruces dentro de la cancha como mamá e hija y como compañeras”, dice entre risas y agrega: “A veces se escucha un ‘mamá’ y claramente es para mí”.

 

“Al principio me parecía muy raro jugar con mi mamá”, dice Naiara y se ríe, aflojando algunas nervios que afloraban cuando le llegó su turno para hablar. “Estaba con mis amigas entrenando, jugando al fútbol y de pronto la veía a ella entrenando con nosotras y me parecía muy raro”, relata.

 

 

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