Lunes 22 de abril 2024

"Me pedían fotos como si fuera Messi"

Redaccion 02/01/2024 - 13.50.hs

En el 2022, Victoria Mateu emprendió un largo viaje por Europa. Cuando estaba en Barcelona, en la casa de una amiga, averiguó sobre voluntariados internacionales. Se inscribió en la página web "Haces falta", que funciona como un clasificado de voluntariados, para viajar a Senegal, Nepal o Marruecos. "Me gusta trabajar con niños y había puesto esa condición", explicó en diálogo con LA ARENA.

 

"Cuando vi el precio de los vuelos a Nepal me arrepentí porque valían una fortuna. Además, no domino muy bien el inglés y no sabía a dónde me iba a meter. Marruecos estaba más cerca de España, sabía que había muchos españoles y decidí ir para allá", señaló.
Desde la organización le solicitaron un pequeño aporte económico para los gastos ya que le brindaron hospedaje. "Me mandé a la pileta", dijo entre risas tras contar que los voluntariados debían durar 20 días, pero que ella solicitó extender el tiempo.
Emprendió viaje hacia Tánger y que desde allí, la organización se encargó de todo. El grupo viajó toda la noche y a la madrugada llegaron a Tarda, un pueblo pequeño ubicado al sudeste de Marruecos y a unos 40 kilómetros de la ciudad Er-Rachidia.
Todos los voluntarios y tres coordinadores marroquíes, que hablaban muy bien el español, vivían en una casa en el pueblo. La experiencia, que estaba organizada por grupos, tenía como objetivo trabajar con niños en motricidad fina, cognición, idioma y pintura. "La idea era restablecer la escuela", subrayó la kinesióloga y afirmó que debieron trabajar en todas las temáticas.
Hacía dos años que no se realizaban voluntariados en Tarda y para los pobladores no fue nada fácil ver la llegada de personas desconocidas. Mientras los españoles y argentinos recorrían las calles con los coordinadores, desde el interior de las viviendas les cerraban las cortinas, demostrando que no estaban contentos con su visita. "Les costó un día aceptarnos", reconoció Victoria, pero aseguró que con los niños y niñas el contacto fue mucho más fácil porque "una sonrisa siempre funciona. Es más simple".
Pero, ¿cómo es el pueblo? Tarda está ubicado a 40 kilómetros de Er-Rachidia, la ciudad más cercana. "Está conformado de unas 50 casas, todas de barro. Antes de entrar al pueblo hay muchas parcelas, mucha agricultura y un poco de ganadería con la producción de corderos. El Estado le da a cada familia un pedazo de tierra y ellos lo administran", señaló.
"Viéndolo de afuera, con la mirada occidental, uno piensa que son pobres, pero yo que estuve en el interior de muchas casas no es así. Algunos trabajan en la ciudad, pero la agricultura está presente en el 100 % de las familias", agregó. A Victoria le llamó la atención que "son las mujeres quienes trabajan la tierra, el hombre hace poco. A ellos los veías en la vereda charlando a toda hora y las mujeres con el burro llevando la comida. El hombre tiene más libertad, la mujer está toda tapada, muy sumisa, muy de casa. Tienen una cuadra determinada para juntarse a charlar. No pueden hacerlo en cualquier lado".
Los dueños de las despensas son quienes "tienen un poder adquisitivo más alto" junto con la maestra de la escuela. "Pero visto de afuera, las casas son todas iguales. Cambia adentro porque algunos tenían televisión, sillón, pero no grandes lujos", describió.

 

Impacto cultural.
Obviamente que el choque cultural fue brusco e intenso porque rápidamente Victoria debió adaptarse a otra forma de vida con una temperatura máxima de 47º todos los días. "Nos habían armado colchonetas en una habitación para dormir, pero era tanto el calor que terminamos durmiendo en la terraza", relató.
También le llamó la atención que "ellos comen en el piso con una fuente grande y con la mano, no hay cubiertos, solo pan. A nosotros algunas veces nos ponían platos cuando comíamos arroz. Fueron muy flexibles con esas cuestiones". La pampeana contó que había dos mujeres que se encargaban de la comida y que gracias a ello se habituaron a los alimentos de la zona. "Nos atendieron como reyes", destacó y aseguró que "se convirtió en mi casa al 100 %".

 

-¿Por qué es importante que la comunidad tenga un voluntariado?
-Ellos son una ONG compuesta por dos o tres personas. Esa misma pregunta le hice a uno de los coordinadores y me dijo que le gusta ayudar y que le gustaría que el mundo conozca la cultura marroquí. Ese era su deseo. Por eso comíamos su comida, nos llevaban al desierto; hacer una experiencia más allá del voluntariado, y si se puede ayudar, ayudar. Quieren que se conozca la cultura marroquí, Africa sobre todo. En eso los noté muy parecidos a nosotros porque son muy patriotas de su país, cuestión que no me pasó con España. En el primer voluntariado que éramos tres argentinos defendíamos nuestro país y más con el Mundial. Y con Marruecos sentí esa conexión de que ‘a mi país lo defiendo a muerte’.

 

Una más.
El olvido quedaron aquellas cortinas cerradas para mostrar distancia con los voluntarios. Rápidamente, Victoria se convirtió en una más de ellos. "Como estuve más tiempo del normal, las madres me llamaban, me invitaban a merendar, eran las 22 y no me dejaban ir", recordó.
Ese cambio de actitud también fue el resultado porque la pampeana se convirtió en la "médica" de la aldea ya que ayudó a que un niño rehabilite su brazo. "Me cruzaban por la calle y por ejemplo se señalaban la rodilla para dar a entender que les dolía. No soy una mano santa, pero me llamaban como para pedirme turno, a ese nivel...", recordó.
"Y me pedían fotos como si fuera Messi", dijo entre risas. Y sí, porque eso es Argentina también: fútbol, Maradona, Messi. No faltaron aquellos niños con sus camisetas del capitán argentino. El viaje fue antes del Mundial Qatar 2022, pero las charlas sobre Boca y Argentina se repitieron todos los días. "Yo soy re contra futbolera", aseguró Victoria.
Durante los partidos del Mundial, la kinesióloga intercambió mensajes con los demás voluntarios y coordinadores. Si bien nada se compara a la hinchada argentina, los marroquíes no se quedaron atrás. "Los noté muy parecidos a nosotros en la vibra, en la sangre", señaló y contó que le enviaron un video de los festejos donde las calles de Er-Rachidia "estaban explotadas" cuando finalizaron cuartos. Ahora le piden que le envíen fotografías de la Bombonera...

 

-¿Qué te llevaste del voluntariado?
-El primer choque cultural fue conocer un país que nada que ver. El trabajo con nenes me encanta y el comunicarse a través de la sonrisa también. Podés tener tres brazos, dos narices y si el nene te mira y le sonreís, ya está. No les importa más nada que eso, que juegues con ellos, que les hagas un mimo. De la cultura en sí me llevo el dar sin pedir nada y el no especular cuando dan algo. Nunca pidieron nada a cambio.
-¿Qué creeé que dejaste allá?
-Qué difícil pregunta. Según ellos les gustaba mi actitud maternal y alegría. Yo también mostré lo que pude de otra cultura...
-¿Cómo fue volver?
-Durísimo, me está costando todavía. La despedida fue a puro llanto. El día anterior armando la mochila ya me largué a llorar porque no los voy a volver a ver más. Me había encariñado mucho porque los veía todo el día. Regresé a Francia y no me gustó, pero después me acostumbré a esta vida porque es la que conozco hace muchos años, al celular, a la computadora, a tener todo rápido. Allá me decían: ‘Tranquila, nada es tan terrible’. Extraño eso. A veces me pongo a mirar las fotografías para recordar. Algo me debo haber traído porque claramente la misma no soy...

 

 

 

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