Martes 07 de mayo 2024

Mingo Campo vive en Marbella sin olvidar Villa Alonso

Redacción 27/03/2022 - 00.04.hs

Es un enamorado de Santa Rosa y de Villa Alonso que fue su barriada de siempre, pero hoy reside a 11.000 kms. Hace un tiempo tomó una decisión importante y se fue a vivir del otro lado del Atlántico.

 

MARIO VEGA

 

Estoy seguro, convencido mil por mil que no podría haber soportado irme definitivamente alguna vez de mi terruño... a cualquier parte. Que no podría vivir desprovisto de mis afectos cercanos, falto de la certidumbre de los amigos que están allí nomás, al alcance de la mano, sin el aroma al café de cada día en el sitio de todas las mañanas, carente del saludo cordial de aquellos vecinos que nos cruzamos cotidianamente.

 

Claro que hay lugares maravillosos en el mundo que uno quisiera visitar. Pero personalmente me quedaría con ir y disfrutar algunos días -y en modo turista conocer si se puede- para regresar por aquí, la tierra que no abandonaría por nada del mundo para irme a vivir a cualquier parte del universo.

 

Si bien sé que están quienes sí pueden irse lejos y, no obstante la melancolía, los recuerdos y la añoranza de lo que dejaron aquí, pueden superar la tristeza y ser felices en otro lado... aunque cada tanto la nostalgia golpee a sus puertas para recordarles aquello que ya no tienen, o que quedó tan lejos.

 

Joya del Mediterráneo.

 

Hace tiempo conté en estas mismas páginas de un amigo que hoy vive en un lugar de ensueño... Mingo Campo (Juan Domingo), el coiffeur y estilista más reconocido de por aquí -por lo menos años atrás (hoy reconvertido en personal trainner, amparado en su amor por la actividad física y los deportes)-, reside desde hace tiempo en Marbella, uno de los lugares más exclusivos del mundo; y considerada como una de las joyas del Mediterráneo, y la capital indiscutida de la Costa del Sol.

 

Un sitio fantástico para pasear por sus playas y sus puertos; y también por su centro histórico que conserva el encanto de un pueblo típicamente malagueño. Y por qué no, alguna vez sentado a la mesa de uno de sus característicos bares encontrarse cara a cara con Robert De Niro, Cristiano Ronaldo, Rafael Nadal, o las más importantes figuras de la farándula y el jet set mundial.

 

Marbella y Villa Alonso.

 

Porque allí concurren famosos de todo el mundo... y además se pueden observar en sus costas esos lujosos yates de 100 metros de largo, o las mansiones de las mil y una noches de los cuentos orientales... Sí, Marbella es fantástica y considerada una de las ciudades cinco estrellas de Europa, donde convergen las grandes marcas del mundo y los magnates tienen desde una Lamborghini a una Ferrari o un Mercedes... "Es alucinante y muy caro, porque todo es lujo y glamour. Y es bellísimo, claro...", dice nuestro amigo ahora sí acostumbrado al boato de Marbella -a la que un día llegó atrapado por una historia romántica y singular- y donde se quedó para siempre, aunque cada tanto vuelva a su Villa Alonso natal. Porque ciertamente, aunque la costa malagueña es una maravilla de fastuosidad que alberga también paseos y monumentos que recuerdan sus orígenes romanos y su pasado árabe; el hombre no olvida cada vereda ni cada vecino de su barriada de siempre.

 

Si la envidia fuera tiña...

 

No me caben dudas -porque la envidia y la animosidad nos suelen ganar a los seres humanos -como si vivir bien y sentir que se es feliz fuera un pecado-, que esta nota despertará la tirria de algunos; aunque Mingo nunca se ponga en la posición de mostrar que le va bien (en todo caso me gusta que me cuente, y lo hace encantado), o tenga la más mínima pretensión de alardear de un presente de opulencia que al cabo no sería tal... porque sigue trabajando como lo hizo toda su vida; ahora reconvertido del coiffeur que supo ser al personal trainner que disfruta de lo que hace. Porque si algo no podrá negarse es que vaya si trabajó Mingo desde que era un pibe (ver aparte)...

 

Vecinos de la calle Victoria.

 

Hace algunos días volvió a la ciudad, a su barrio, a sus ternuras más cercanas: sus tres hijos -Guillermo, Sebastián y Nadia-, sus siete nietos y una infinidad de amigos que no se cansó de saludar a cada paso. Anduviere por cualquier lugar de Santa Rosa donde fuere.

 

"Es reconfortante el reencuentro... visité a todos los que fueron mis vecinos de la calle Victoria... puerta por puerta, uno a uno, a los que quedan. Allí me crié y tengo un gran sentimiento, por el barrio y por toda esa gente tan querida...". Juan Domingo Campo, Mingo para todos, vive hoy muy lejos de su venerada Villa Alonso, pero no se olvida de nada.

 

Aún andará por aquí algunos días más. Para realizar algunos trámites pendientes, pero también recargar la batería que alimenta el motor de la vida... que no son otros que los afectos más cercanos que ahora -por las circunstancias de la vida- le quedan lejanos.

 

Mingo, de Villa Alonso.

 

Se crió en la calle Victoria, entre Pueyrredón y Córdoba. "Mis padres eran Teodoro Campos y mi madre Cipriana Fernández... tengo mis abuelos maternos nacidos en Salamanca, y los paternos eran también de la zona de Castilla y León. Papá era penitenciario y mi madre ama de casa; y somos cuatro hermanos: Susana, Eva que es mi melliza, Bocha y yo...", repasa ante mi pedido.

 

"Tenía previsto venir hace varios meses, pero la pandemia paró al mundo, y bueno, aquí estoy. Y la verdad es que quiero disfrutar mucho estos momentos porque en el futuro no sé cuándo podré volver...", dice y ahora sí se pone serio. Llegó el 17 de febrero y se volverá a fines de abril. En tanto ha participado de encuentros y más encuentros con amigos... los del fútbol, del equipo de los Zalabardo y tantos otros; y del antiguo conjunto del Jockey Club que integró con una banda de muchachos (todos grandes ya) con la que supieron compartir tiempos inolvidables.

 

El peluquero más famoso.

 

En muchos años de oficio Mingo le cortó el cabello a muchos deportistas, a boxeadores y a las chicas que participaban de distintos desfiles. "Del fútbol a casi todos, a gente del básquet, atletismo, automovilismo. Y a los boxeadores a todos... Brujo y Golepa Cabral, Miguel Campanino, Walter Gómez, Justino y Ángel Heredia. Recuerdo a don Roberto Pedehontaá, un gran tipo; a Chito Teves... a muchos".

 

Obvio le queda una perla que es imperdible: "Sí, por supuesto!", confirma. "Pampita Ardohain es famosa hoy... y bueno, en un tiempo que yo tenía mi local en la calle Gil iba a mi peluquería... Y cuando salió reina de los estudiantes yo además de peluquero fui parte del jurado... Después fue reina nacional e hizo la carrera que hizo. Creo que ahora conduce un reality... Una persona que tiene un ángel especial y que se merece todo lo que logró", opina.

 

La noche, esa tentación.

 

Si algo no puede negar Mingo es que le gustaba "y mucho la noche. Pero la disfruté... no la sufrí, porque nunca tomé alcohol, no fumé, y ni me enteré lo que es la droga. Pero los boliches de las distintas épocas los recorrí a todos: Kascote, Crazy, New Star, Periplo, Piedra Azul, Café Maurice, el Café de la 'O, y más acá Pavarotti. No faltaba nunca, y tenía como una necesidad de estar siempre bien vestido... la ropa, los zapatos impecables". Me río y le digo que en eso nada cambió en él, porque luce la elegancia de siempre con un saco a cuadros que es una verdadera belleza.

 

Marbella y la seguridad.

 

"¿Cómo estamos allá? Ya conté que es un lugar que más allá de su belleza tiene un alto nivel de seguridad que te hace pasar muy bien... Nosotros vivimos en una organización privada cerrada, y en general todo es tranquilo, aunque es verdad que esto de la guerra en Ucrania preocupa porque nunca se sabe cómo terminan esos conflictos", razona.

 

"¡De qué me voy a quejar!, si vivo al pie de la montaña y puedo hacer eso de la escalada y el senderismo que tanto me gusta... o irme cuando quiero corriendo con mi perro que se llama 'Tango' (un bodeguero andaluz) a la playa que está a 15 kilómetros... Después con mi esposa Carmina agarramos el auto y vamos a Ronda (una ciudad increíble), Marruecos, Sevilla o Cádiz y disfrutamos a pleno", reseña.

 

Lo que vendrá.

 

"¿Qué querés que te diga! Ustedes se quejan de Santa Rosa... pero yo la veo relinda, importante... Veo que se está trabajando para arreglar los problemas que tenía. Es mi ciudad, donde está mi gente...", dice y casi olvida que hoy está en un sitio alucinante que, parece ser, será donde vivirá hasta el último de sus días. "Es lo que pienso... ya no voy a volver. O en todo caso mientras pueda lo haré cada tanto; aunque no es tan fácil... Ahora mismo no sé cuando podré regresar", dice y detrás de esa frase se advierte que es algo que le pesa, y mucho...

 

Un día decidió que se iba... porque al cabo la vida siempre va, y uno va detrás de ella persiguiendo un montón de sueños... que a veces se hacen realidad.

 

Hoy Mingo Campo anda por aquí, y lo disfruta. Después vendrá el tiempo de regresar a Marbella, y aunque esté allí de maravillas no podrá evitar -cada tanto- que le sigan rondando las voces y las ternuras de los afectos que aquí se quedan.

 

Y aunque ahora lo dude volverá... seguro que va a volver.

 

Marbella, un paraíso.

 

Marbella, capital indiscutible de toda la Costa del Sol, puede ofrecer mucho más que famosos, fiestas, Puerto Banús y noches VIP... Además de ocio, playas, sol y yates de lujo, hay muchas más cosas que ver en esa ciudad, que cuenta con un centro histórico que conserva su encanto de un pueblo típicamente andaluz, con esos pequeños bares de toda la vida. El turista puede encontrarse a cada paso indicios arqueológicos que rememoran sus orígenes romanos y su pasado árabe, y además un mundo natural aún por descubrir... Porque se suman las montañas de la Sierra Blanca, que son el telón de fondo de los 27 kilómetros de playas de arena en el Mediterráneo... y villas, hoteles y campos de golf. Allí vive Mingo, el que no se olvida de Villa Alonso.

 

Uno de los 531 prescindidos del '76.

 

Después del golpe militar de 1976 muchos empleados de la Administración Pública provincial fueron exonerados. Precisamente por estos días el Gobierno provincial anunció que quedarían limpios los legajos de los agentes que aquella vez fueron prescindidos, en lo que es una reparación histórica que no todos consideran suficiente.

 

"En estos días me llamaron de la Secretaría de Derechos Humanos para comunicarme esa situación. Yo había empezado a trabajar en la Provincia en Equipos y Talleres (Sarmiento y Villegas) en 1973, pero en el '76 después del golpe me echaron por pertenecer al Partido Peronista... había tomado parte de la campaña del PJ y... afuera", sonríe con melancolía al rememorar aquel tiempo.

 

"Dicen que es una decisión histórica este reconocimiento... bueno, a mí me deben los aportes del '73 al '82. La verdad es que trabajábamos con un entusiasmo bárbaro con un grupo de gente buenísima, como El Gordo Panzarrasa, Pirulo Ferro, Beto Bonemezón, Góndolo que era profesor de acordeón y muy conocido en la ciudad, Carlitos Fortuna y Federico su papá, Don Blanco y su hijo, Arruede, Luisito Ferro que no era hermano de Pirulo... Oscar Valerio que era de Victorica, el Chivo Vergara, Antonio Schab el papá de Jorge y Tony...", los enumera.

 

Y sigue: "Yo pertenecía a Compras y Suministros así que me tocaban las licitaciones de repuestos para los autos. Andaba por toda la ciudad, y si no terminaba los viernes me iba con mi bicicleta el sábado y lo completaba al trabajo... y nada de horas extras. Era todo muy transparente y fue una época lindísima", rememora.

 

Agrega Mingo que "me hubiese gustado estudiar Medicina, me encantaba, pero no se pudo. Pero trabajé desde pibe: en la papelera de Chiche Manfredi, en la calle Oliver; después estuve a cargo del bowling del Club All Boys, donde me llevó Perita Bretón. El Flaco Moyo era el encargado y se fue de la ciudad, así que ahí estuve un tiempo".

 

Más tarde laburó en Bosso y Saldaño, hasta que se fue a estudiar peluquería a Buenos Aires. Me quedé dos años y al volver puse la peluquería en la calle Victoria...". Y realmente le fue fantástico, porque durante cuatro décadas fue uno de los más reconocidos en el oficio.

 

Ahora en tierras andaluzas se volcó a otra de sus pasiones: entrenar. "No me puedo quejar, porque lo disfruto y trabajo muy bien con eso", completa.

 

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