Martes 07 de mayo 2024

La violencia patriarcal de la Dictadura

Redacción 29/03/2022 - 08.07.hs

La última dictadura cívico-militar instaurada en el país el 24 de marzo de 1976 importó entre el atropello feroz de derechos humanos, el reforzamiento del régimen patriarcal.

 

VICTORIA SANTESTEBAN

 

Ese reforzamiento del régimen patriarcal en la dictadura desencadenó que la animosidad persecutoria de la época se ensañara especialmente con las mujeres y con toda persona que desafiara los cánones heteronormativos impuestos. La heterosexualidad compulsiva significó la persecución y desaparición de personas por su orientación sexual y/o identidad de género y al número 30.000 se agregan 400 como cifra recuperada del testimonio de Carlos Jáuregui, quien en 1987 visibilizó el especial ensañamiento de la dictadura con la comunidad LGTBIQ+.

 

El Estado terrorista proyectó además una única noción de feminidad -asociada a las clases sociales burguesas-, romantizó el rol tradicional de esposa-mujer hasta asociarlo a la idea de gloria de la nación y reafirmó al hogar como único espacio para el despliegue de ese modelo: para la reproducción y el cuidado. La despolitización social encarada por la dictadura estuvo especialmente direccionada a las mujeres, en tanto elementos fundamentales para la vigencia de la familia tradicional, aunque consideradas como seres inferiores, funcionales al varón y asociados a él, en calidad de hijas, madres o esposas, reducidas a objetos de satisfacción sexual y ostentación.

 

El modelo de mujer que exigió el régimen militar -diseminado por los medios de comunicación que garantizaron la propaganda- se correspondía con el de mujer-madre-esposa, opuesto al de mujer "subversiva": "El personal femenino podrá resultar tanto más peligroso que el masculino, por ello en ningún momento podrá descuidarse su vigilancia" advertían las instrucciones para Operaciones de Seguridad de la época. Si la construcción del enemigo subversivo venía dado por un ser despojado de pautas morales y familiares, el reproche de desviación se reforzaba contra las subversivas, por su condición de mujeres.

 

Las madres y las abuelas también vendrían a romper con ese modelo de feminidad, saliendo de la casa a la plaza, en busca de hijos, hijas, nietos y nietas, ante la indagatoria militar que cuestionaba su desempeño maternal y las responsabilizaba por el horror de las desapariciones: "¿dónde estaba, señora, cuándo su hija militaba?".

 

Subversivas.

 

La construcción del arquetipo de la guerrillera se vale de un imaginario donde la mujer tiene libertad sexual, es mala madre, mala ama de casa, mala esposa, mala, muy mala, cruel. La transgresión de estas mujeres es doble: no sólo cuestionan los valores políticos y sociales tradicionales sino que patean los estereotipos de feminidad con total desparpajo. La represión entonces se encarnizó con ellas, ante tamaña desviación, con la intención de corregirlas en cautiverio. "En ese plan sistemático de recuperación, llevarnos a cenar afuera jugaba un papel como lo jugaron un montón de otros episodios que vivimos" señala Cristina Aldini en "Ese Infierno". La idea de "recuperación de las subversivas", estaba asociada a la exaltación de esa feminidad tradicional: vestirse bañarse, depilarse, tener modales suaves. "La ropa linda, la pinturita, las joyas, que las usáramos era síntoma de que habíamos renegado de nuestras ideas" continúa Miriam Lewin.

 

Elisa Tokar recuerda el reproche de sus captores: "¿por qué no pueden vestirse como señoritas en vez de hacerlo con esa ropa de jeans?" En "Ese Infierno" el recorrido doloroso por las memorias del encierro las lleva también a repasar los diálogos con represores de la ESMA sobre temas que los dejaban perplejos ante la calidad y el contenido discursivo de esas mujeres, tan distintas a sus esposas.

 

Violencia.

 

Las mujeres víctimas de la represión en nuestro país soportaron torturas específicamente relacionadas con su condición de mujeres, destinadas a la destrucción de su identidad de género y sexual. El libro "Grietas en el Silencio. Investigación sobre violencia sexual en los crímenes de terrorismo de Estado" advierte de la especificidad de la violencia sexual ejercida contra las mujeres en los centros clandestinos y de la especial situación de las mujeres que gestaron sus embarazos en situación de encierro y tortura. Además de la violencia sexual, las sobrevivientes testifican sobre las burlas y humillaciones, las amenazas, los sermones y reproches durante y después de las sesiones de tortura, que rondaban en indagaciones sobre su vida sexual, su imposibilidad futura para tener hijos y se las descalificaba sistemáticamente como "putas". En los últimos años, la irrupción de la perspectiva de género en el juzgamiento a represores significó la ponderación de estos hechos a partir del claro impacto diferencial de las prácticas represivas en mujeres. Es en este sentido que, en el caso pampeano de la Subzona 14, la fiscal Iara Silvestre indicó que las violaciones a los derechos humanos padecidas por las mujeres víctimas en La Pampa constituyeron violencia de género: "Esta forma de considerar y tratar a las mujeres, de someterlas a abusos sexuales, era una práctica extendida en los CCD, que la dictadura cívico eclesiástica militar estableció en todo el territorio nacional".

 

Militancia.

 

En el libro "Nosotras en Libertad", sus autoras -ex presas políticas de la última dictadura- recuerdan aquella militancia femenina que asumió el compromiso político cortando con mandatos de la sociedad patriarcal, a partir de la participación política de las mujeres. El sueño era vivir en un mundo pensado desde lo comunitario y en el que la mujer se suponía al mismo nivel que el varón. La querida Cristina Ércoli escribe en esas páginas sobre la militancia que continúa, repasa las transformaciones políticas y culturales, recuerda las luchas y las conquistas: las leyes de Matrimonio Igualitario, Identidad de Género y de Interrupción Legal del Embarazo. Con tamañas enseñanzas de militancia imparable, de resistencia convencida en que las ideas guían y trascienden, los feminismos en la Argentina contemporánea por supuesto describen con fuerza eterna, una impronta superlativa y mágica. Militamos con el privilegio de su acompañamiento, de su sabiduría valiente que traspasa planos y generaciones, hasta alcanzarnos.

 

* Abogada, Magíster en Derechos Humanos y Libertades Civiles

 

 

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