Lunes 29 de abril 2024

Todo se quema, menos los mosquitos

Redacción 07/04/2024 - 00.16.hs

Si hubiera que elegir a un autor para ponerle cortina musical a la historia argentina, seguramente León Gieco debería estar entre los grandes candidatos.

 

El prolífico cantautor, gran observador de nuestra realidad, no ha dejado prácticamente tema sin abordar, y por eso es que si existiera la necesidad de poner letra y melodía para cada semana de este bendito país, alcanza y sobra con todo lo que ha publicado durante su extensa trayectoria.

 

Mientras el lector probablemente comience a bucear en su memoria para participar de esta idea con sus propias elecciones, este columnista tuvo dos temas que le retumbaron en su cabeza durante los últimos días, mientras observaba el devenir de una actualidad argentina que desde hace más de un centenar de días parece nunca tocar fondo.

 

Un traidor en un balcón.

 

El primer tema que bien podría ser usado para esta semana es “Todo se quema”. El visionario santafesino lo escribió hace casi cuatro años, a modo de balance por su cumpleaños número 69, pero parece que lo hubiera compuesto ayer. Veamos si no es así. En una de sus estrofas dice: “El campo necesita para que le quede guita/cuatrocientos mil millones de agroquímicos venenosos./Hay quienes envenenan lo que entra por la boca./Hay quienes envenenan lo que entra por la mente./ Hay quienes envenenan porque les da lo mismo todo./Hay quienes envenenan votando mal a un presidente./Y aquel se hizo troll, sentado en un balcón/en un sillón como Nerón/ mirando como todo se quema”.

 

Más adelante habla de “Tantos años votando y casi nunca resultó./Nos piden los votos pero nunca perdón./ Y allí se ve al traidor, sentado en un balcón,/en un sillón como Nerón/ mirando cómo todo se quema”. Y cierra: “Forzamos la máquina el vúmetro al rojo/y vino esta guadaña y lo bajó un toco./Dejó al descubierto la gente de mierda/que siempre odió a pobres enfermos y viejos./Hoy 20 de noviembre de este duro 2020/viví 300 años pero cumplo 69/y estoy en mi balcón sentado en un sillón/con la biblia y un calefón mirando como todo se quema”.

 

Una descripción que bien sirve para aplicar a este duro presente argentino. Las imágenes y los nombres propios sobrarían para ilustrar una semana de puras malas noticias para nuestro país y para nuestra provincia, con recesión, despidos masivos, tarifazos y crueldad de las más altas autoridades nacionales.

 

La metáfora del dengue.

 

El otro tema obligado de la semana es el del dengue. Y si hay que pensar en ponerle música, allí dice presente otra vez este animal de la canción llamado León Gieco. El “Tema de los mosquitos” fue lanzado en 1978. Es una pieza musical que fue incluida en su cuarto álbum y que rápidamente se convirtió en un clásico de la música argentina, porque entre otras canciones, el disco incluyó a “Solo le pido a Dios”, una plegaria que rápidamente se transformaría en himno popular.

 

Pero el tema que nos ocupa ahora es el de estos molestos bichitos voladores y picadores que nos tienen de acá para allá reclamando por un repelente que brilla por su ausencia, como la preocupación estatal por la situación.

 

En esta canción, Gieco utiliza la metáfora de los mosquitos para hablar de la opresión y la injusticia social. El tema describe una masacre al cielo abierto en tiempos marcados por el exterminio interno.

 

El cantautor describe a los mosquitos como seres molestos y persistentes que causan incomodidad y dolor, trazando una crítica a las estructuras de poder que oprimen a las personas y que también son persistentes en su accionar. Los mosquitos vienen a ser de este modo el símbolo de aquellos que no tienen voz y que son constantemente ignorados o marginados por la sociedad.

 

Además de la matanza, de la cual se sorprende un cazador que aparece como un observador externo, la letra también muestra una lectura sobre el poder y la ley de la selva, en la que el más fuerte siempre se termina imponiendo sobre los más débiles. Cualquier parecido con nuestra actualidad no es mera casualidad.

 

De todos modos, el autor se reserva un espacio para la esperanza. Es cuando emerge la importancia de quienes se juntan para luchar, cuando los más pequeños se reúnen para torcer la historia frente a los más grandes. Es en ese punto donde el enjambre de mosquitos ataca a un chancho que se estanca mientras come mariposas. Esa figura sobrecargada quizá encierre una metáfora de nuestra realidad. Hay una chance. Tal vez los mosquitos con el dengue nos estén dando ese mensaje de rebeldía a copiar por el pueblo.

 

Cuando todo se quema, cuando todo aparece incendiado en nuestra realidad cotidiana, los mosquitos no se rinden. Ellos siguen dando batalla y complicando al gobierno, a veces más que unos cuantos políticos y otros tantos burócratas sindicales. No hay mucho más que hablar, hay que unirse y atacar en simultáneo y de una buena vez por todas a ese chancho estancado.

 

DANIEL ESPOSITO

 

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