Una nueva estrella

Hasta no hace mucho tiempo el ajedrez ha sido un ¿juego? popular en el país, a punto tal que solía darse en bares y otros sitios públicos y difundiéndose a través de círculos locales, como los hubo años atrás en Santa Rosa y General Pico.

Es que poco más de medio siglo atrás su actividad y popularidad se vio reforzada con la radicación en el país de algunos exiliados europeos que tenían la categoría de “Grandes Maestros”, quienes alentaron el quehacer ajedrecístico en Argentina, que comenzó a producir grandes jugadores. Es ilustrativa la anécdota de cuando se registró la visita de un equipo soviético –por entonces y durante muchos años los mejores del mundo— quienes, al ser preguntados acerca de quiénes consideraban como segundos en el escalafón de la materia, contestaron sin vacilar: “los argentinos”.

Tras aquellas épocas doradas, las modas y los cambios sociales relegaron a un segundo plano al llamado “juego ciencia”. Si bien hubo una época en que se propugnó su enseñanza en las escuelas, de esa iniciativa interesante no se supo más nada.

Toda la introducción anterior sirve acaso para obrar como andamiaje de una noticia insólita: en el universo del ajedrez ha surgido una nueva estrella…de nueve años! Se llama Faustino Oro y es argentino. El elogio y la calificación no son para nada exagerados: ha sido capaz de derrotar al noruego Magnus Carlsen, número uno del mundo, en una partida en formato de aquellas que otorgan apenas un minuto a cada jugador para pensar la movida. Semejante hazaña no fue casual, ya que previamente también derrotó a otros referentes, entre ellos el número 3 del mundo.

Semejante ingenio tiene muy pocos similares en la historia del ajedrez, aunque se parece mucho a las trayectorias del cubano José Raúl Capablanca y el estadounidense Bobby Fischer, también genios a edad temprana.

A la expectativa de la proyección futura de un genio tan singular, los argentinos, tan amigos de los apodos triunfalistas, ya lo han bautizado “el Messi del Ajedrez”.