Lunes 29 de abril 2024

Una forma de vida

Redacción 07/10/2015 - 05.15.hs
Ramiro Achiary tiene 25 años, dedica sus horas y días al dibujo y gracias a esto su trabajo fue seleccionado para el Salón Nacional de Artes Visuales. "El arte es una buena manera de canalizar la energía", asegura.

Mirá qué bien dibuja este chico". "Es re creativo". "Va a ser un artista". Las frases se pueden escuchar en cualquier casa donde un niño o niña traza sus primeros garabatos. Padres, abuelos o hermanos mayores intentan adivinar un futuro artístico para esa criatura que quizás, en unos años, sea contador, bombero, cirujano, futbolista o ingeniero. Cualquier cosa menos artista.
En el caso de Ramiro Achiary el ojo familiar no falló. "Desde muy chico en mi casa vieron mis condiciones para el dibujo y me estimularon para que lo desarrolle a su máximo potencial. Nunca dejaron de alentarme a que siga en este camino. Siempre apoyaron mis decisiones y me alentaron para que mi creatividad creciera", resalta al mirar hacia atrás, con todo un camino artístico recorrido y que hoy está en uno de sus puntos más altos.
Ramiro nació en Santa Rosa y tiene 25 años. A los 19 se instaló en la ciudad de Buenos Aires y hace unos días estuvo en el Palais de Glace para la presentación de los seleccionados en la 104° edición del Salón Nacional de Artes Visuales. Fue elegido en la disciplina Dibujo gracias a su obra "Dama Mystica".

 

"Es un dibujo que hice con tinta y papel. Pertenece a una serie de obras que empecé este año y que están hechas en blanco y negro. El desafío consistía en resolver trabajos con la mayor simpleza y menor cantidad de materiales posible. Para mí fue crear algo bastante minimalista en comparación a lo que estaba acostumbrado a hacer", explicó.
En la casa de su infancia escuchaba los Beatles junto a su padre, su mamá le prohibía copiar dibujos, su hermano le dio una guitarra y con su abuela pintaban juntos. Comenzó a tomar clases con Paula Rivero ("Me influyó mucho; fue ella quién me enseño técnicas de dibujo como el sombreado por ejemplo".) y su ingreso a la adolescencia fue en el colegio de la UNLPam, con la orientación -no podía ser otra- en Comunicación, Arte y Diseño.

 

"Como todo adolescente fue una época turbulenta para mí, pero todo se encaminó cuando formé mi primera banda de música. Eran tiempos en los que había dejado un poco de lado el dibujo, pero canalizaba la creatividad a través de la música. En 2008, después de terminar el colegio descubrí, gracias a una revista, al artista Matt Furie y me devolvió todas las ganas de volver a dibujar. Ahí empecé a considerar el arte como una forma de vida", contó.
Ramiro había hecho, sin éxito, el intento de estudiar diseño gráfico en la UBA. Entonces se enteró de la existencia de la UNA (Universidad Nacional de Arte) y en 2010, comenzó sus estudios. "La Univer-sidad me sirvió para aprender mucho sobre historia del Arte y otras cosas, pero principalmente para conocer a mis amigos artistas con los cuales el día de hoy tengo un grupo de pintura que se llama 'El Mal' (formado por Pseudo-cromático, Ornella Pocetti, Gonzalo Zarba, Lucilla Paladino y yo) con el cual realizamos exposiciones, instalaciones y otros proyectos artísticos. Para entonces ya el dibujo y la pintura tenían el mismo peso en mi vida y las obras comenzaron a ser cada vez más grandes".
De a poco, Ramiro siguió la senda de un artista. Donde vio luz, subió y mostró su obra. "Me fui metiendo en el under artístico, exponiendo en casi todos lados; fue así como conocí gente y muchos barrios porteños. Expuse sin parar en bares, centros culturales, y más, todos los meses sin hacerle asco a nada. Cargué cuadros por todos lados, los metí en todo tipo de transportes, colectivos, taxis y fletes. Participé de muestras exitosas y otras en las que no asistió ni una sola persona, pero de esta manera me curtí y terminé queriendo la ciudad", admite.

 

Entre Santa Rosa y Capital Federal acumula más de 25 exposiciones, tanto individuales como colectivas. Hasta que llegó la mejor noticia. "Para mí la selección al Salón Nacional fue muy importante, principalmente porque recientemente había perdido a mi abuela, Eliana Soulages, que me influenció muchísimo; ella era artista (pintora, escritora). Pero creo que de alguna manera mágica ella tuvo que ver un poco con todo esto, que va dedicado a ella y a toda mi familia. Todo mi esfuerzo artístico no fue hecho para obtener ningún tipo de reconocimiento, sinceramente no lo esperaba, pero la verdad fue algo muy lindo y me pone feliz que el jurado haya podido apreciar mi trabajo".
En la provincia y en Santa Rosa parece haber despertado un interés juvenil por el arte en sus distintas disciplinas. "Me parece que es algo muy sano, en donde se puede canalizar la energía contenida, sea buena o mala. Hay muchas cosas que no se pueden decir de otro modo que no sea a través del arte. Ojalá que muchos jóvenes puedan hacerlo de ese modo".

 

¿Qué se necesita para ser artista?
"Se necesitan muchas agallas, porque no existen vacaciones, y porque el sistema parece ponernos palos en la rueda constantemente. Mi sueño es poder vivir de vender mis obras, exponer por todo el mundo y conocer artistas talentosos. Eso no es poco, y probablemente tenga que hacer un millón de cosas más para poder obtener aunque sea un poco de todo eso".

 

Inspiración pampeana
Para Ramiro, la distancia con su lugar de origen no hace más que profundizar su aprecio y reconocimiento. "Mi experiencia con el arte pampeano ha sido verdaderamente hermosa. Teniendo en cuenta que yo florecí como artista fuera de la ciudad, me recibieron con los brazos abiertos muchos colegas allá. Creo que un artista puede desarrollarse en cualquier lado, y La Pampa es un lugar especial, muy inspirador y tranquilo. Un lugar donde parece que el tiempo no pasa. Semillero de grandísimos artistas. Yo la empecé a querer más una vez que me fui de ahí, es raro. Siempre la tengo presente y volveré".

 


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