Sabado 04 de mayo 2024

La colección de ponchos del Museo Histórico Nacional

Redaccion Avances 08/10/2023 - 09.00.hs

Hay dos grandes tipos de ponchos: los transferibles y los intransferibles. Los primeros son aquellos de uso cotidiano, que pueden venderse o, incluso, prestar. En los segundos, están comprendidos aquellos denominados ponchos de poder.

 

Inés Van Peteghem *

 

Tejido en una sola pieza de lana, con campo de color azul y tres guardas: las dos laterales con motivos de cruces en color azul y rosa, con tres listas a cada lado en amarillo, verde y rojo; la del centro, con motivos en color rojo y crudo, con cuatro listas laterales en amarillo, verde, rojo y azul. La boca del cuello está circundada por una cinta negra y rematado en los bordes por un refuerzo de hilos de lana en distintos colores. La pieza posee en dos de sus lados una cinta cosida manualmente.

 

En este poncho predomina la técnica de faz de urdimbre, en la que los hilos de la urdimbre se tienden en el telar sin dejar espacios libres entre los mismos y, al pasar la trama, esta permanece oculta. La selección de colores y diseños se establece en el tendido de la urdimbre. En sus guardas, se observa la técnica de urdimbre complementaria o laboreo, que genera que el dibujo formado presente el mismo diseño con colores intercambiados en el reverso.

 

Nos interesa versar sobre algunas fuentes escritas en relación a este poncho, que dan cuenta de su historia y su periplo, y nos permiten referirnos a las mujeres tejedoras.

 

En la carta de donación de puño y letra enviada por Mansilla desde París a Adolfo P. Carranza el día 5 de octubre de 1909, patrimonio del Archivo Histórico del MHN, señala: “Ahí va la encomienda, el poncho-pampa tejido por la mujer de Mariano Rozas. El ribete de la boca y de lo demás no es, como verá, obra pampa. Se lo puse para evitar que se desflocara”. Esta carta nos proporciona datos que no podríamos conocer solo analizando la materialidad (quién lo confeccionó y las modificaciones hechas).

 

Hacia 1870, Lucio V. Mansilla, sobrino de Juan Manuel de Rosas por rama materna, escribe Excursión a los indios ranqueles, donde presenta la experiencia de su visita a esta confederación de pueblos indígenas de la región pampeana, cuyo asentamiento principal se hallaba en Leubucó (manantial que corre, en mapuzungun), actual provincia de La Pampa.

 

Su experiencia deja una importante crónica acerca de la vida de estos hombres y mujeres, especialmente respecto a la importancia del caballo en su cultura y vida cotidiana, las herramientas utilizadas, así como sus costumbres sociales en general. Es en particular una fuente valiosa para recuperar el valor de los tejidos en esta comunidad. Por ejemplo, señala Mansilla que de los múltiples usos que da este pueblo a los ponchos, él destaca el prestigio de los ponchos de los caciques. En esta línea Ruth Corcuera sostiene que: “Los ponchos eran una prenda de identidad, las tribus tenían su divisa en los diseños […]. La excelente confección de un poncho otorgaba prestigio a la tejedora, compartido por el grupo social”.

 

 

¿Quién era Mariano Rosas, el cacique ranquel que regala este poncho a Mansilla? Hacia 1834, durante la campaña militar de Juan Manuel de Rosas sobre las tierras indígenas, Panguitruz Gner (“Zorro Cazador de Leones” –pumas–) fue capturado. Llevado ante Juan Manuel de Rosas, este, al saber de su parentesco: “Le hizo bautizar, sirviéndole de padrino, le puso Mariano en la pila, le dio su apellido y le mandó con los otros de peón a su estancia del ‘Pino’”.

 

A la muerte del cacique general Yanquetruz a fines de 1836, su sobrino el cacique Painé Gner (“Zorro Celeste”), el padre de Mariano Rosas, tomó su lugar. Hacia 1840 logró Mariano Rosas escaparse de la estancia, sin embargo, mantuvo una buena relación con su padrino.

 

Al morir en 1844 Painé, lo sucedió su hijo mayor, Calvaiú Gner (“Zorro Azul”). Este, a su vez, murió en 1858, y en ese momento Mariano Rosas asumió el mando ranquel. “Colocado estratégicamente en Leubucó, entre las tribus de los caciques Ramón y Baigorrita, es el jefe de una confederación”.

 

Inferimos que este poncho de la colección es al que hace referencia Lucio V. Mansilla en su crónica, en un diálogo entre él y el cacique Mariano Rosas: “Iba a salir del toldo; me llamó y sacándose el poncho pampa que tenía puesto, me dijo, dándomelo. -Tome, hermano, úselo en mi nombre, es hecho por mi mujer principal. Acepté el obsequio que tenía una gran significación y se lo devolví, dándole yo mi poncho de goma. Al recibirlo, me dijo: -Si alguna vez no hay paces, mis indios no lo han de matar, hermano, viéndole ese poncho. -Hermano -le contesté-: si algún día no hay paces y nos encontramos por ahí, lo he de sacar a usted por esa prenda. La gran significación que el poncho de Mariano Rosas tenía, no era que pudiera servirme de escudo en un peligro, sino que el poncho tejido por la mujer principal, es entre los indios un gaje de amor, es como el anillo nupcial entre los cristianos. Cuando salí del toldo y me vieron con el poncho del cacique, una expresión de sorpresa se pintó en todas las fisonomías. La gente de palacio se mostró más atenta y solícita que nunca. ¡Pobre humanidad!”.

 

Tipos de ponchos.

 

Resulta desde ya interesante la relación establecida entre los dos personajes, pero sobre todo el carácter simbólico del poncho obsequiado, el cual puede ser reconocido por todo el grupo social y la transferencia de poder que esta pieza carga. Dentro de la clasificación que realiza Samuel Dombek, hay dos grandes tipos de ponchos: los transferibles y los intransferibles. Los primeros son aquellos de uso cotidiano, que pueden venderse o, incluso, prestar. En los segundos, están comprendidos aquellos que el autor denomina ponchos de poder, que “poseían significados intrínsecos que toda la comunidad propia y ajena sabían reconocer y respetar como dignos de reverenciar y aún de salvoconducto”, como el caso de este poncho en particular. Este tipo de ponchos se trata, en términos antropológicos, de un don.

 

A su vez, resulta destacable la referencia de Mansilla tanto en la carta de donación como en la crónica acerca del lugar de las mujeres encargadas de la confección del poncho, especialmente de la “mujer principal” del cacique, lo cual podríamos llamar un plus simbólico del poncho.

 

Mariano Rosas habría tenido seis esposas o concubinas, y al menos diez hijos. La “principal” sería aquella con quien primero se casa, no contamos con este dato preciso, pero sí con datos relevantes para acotar la búsqueda.

 

Mansilla relata que el día 13 de abril de 1870 se realiza una administración en masa del sacramento del bautismo y en la cual resulta padrino de unos cinco niños, incluida una de las hijas de Mariano Rosas. Mencionada en la transcripción de las actas sacramentales de la ceremonia realizada por el Padre Marcos Donati como “hija del Cacique Principal Dn. Mariano Rosas y de Trepai Main”. Se ha supuesto a Trepai Main (o quizá Tripaiman Carripilun o Petrona Carripilun) como la mujer principal de Mariano Rosas por este acontecimiento y por hallarse una carta del 27 de julio de 1873 en la cual la mujer solicita al mismo Padre Donati el envío de algunos bienes, como “un asador un poco de añil dos pares de tigeras y una dosena de cucharas una piesa de sinta de lana colorada”, entre otros. Algunos de estos bienes están relacionados con el trabajo textil, por esto también la conexión. Además al ser enviada esta carta desde Leubucó, demuestra que ella se quedó junto a Mariano.

 

Debemos señalar que el obsequio del poncho por parte de Mariano Rosas a Mansilla se efectúa inmediatamente luego de esta celebración cristiana en la que, como señalamos, el militar y escritor participa como padrino de una de sus hijas y de otros niños. Esto nos permite tal vez pensar en este regalo no como un don, sino como un contra don, marca de reciprocidad.

 

* Investigadora del Museo Histórico Nacional

 

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