Las "Historias inauditas" de Nocetti

El profesor y escritor Oscar Nocetti publicó recientemente el libro “Historias inauditas. Cachito de Arizona”, donde relata vivencias de su infancia en esa localidad, además de una serie de singulares anécdotas.

 

Walter Cazenave *

 

A la realmente notable cantidad de libros abierta o sesgadamente relacionados con la provincia se agregó recientemente uno de sobresaliente condición. En principio por su edición, porque resulta para nada frecuente que una editorial importante, ajena al país para más, se haya interesado en un producto con raíz en estas tierras y decidido editarlo, como es el caso de Universo de Letras, radicada en España.

 

Pero más allá de esa singular percepción está el contenido que la motiva. Estamos hablando, claro, de “Historia inauditas. Cachito de Arizona”, referencia detrás de la cual está la autoría de Oscar Nocetti, un escritor al que hasta ahora conocíamos solamente por fundados trabajos académicos de historia regional.

 

Este libro, en cambio, arranca en el universo de la infancia del autor, en tiempo en que el pueblo de sus vivencias –Arizona, en el límite mismo de San Luis con La Pampa– era poco menos que “el culo del mundo”, en el popular y expresivo dicho.

 

Sobre ese escenario y con los protagonistas de época transcurren las historias que entroncan con lo mejor de la literatura regional en la materia, sobre una raíz real y con protagonistas ciertos.

 

Aunque sea trillada, remanida y a veces adjudicada con demasiada generosidad, este libro bien puede inscribirse en la hermosa frase atribuida a León Tolstoi: “Háblame de tu pueblo y me dirás del mundo”, porque detrás de una lectura simple, amena, superficial si se quiere, hay otra donde asoman con claridad todas las pasiones que mueven al ser humano. Amor, odio, pena, tragedia, humor, miedo, cobardía, venganza, erotismo… encarnan en los personajes de ese pueblo sin luz en las calles cuyo único vínculo con el progreso era el tren semanal, donde todavía campeaban guapos y proxenetas, policías bravas, con la escuela como vínculo de cultura y el infaltable prostíbulo era un lugar de múltiples desahogos. Esos sentimientos incrementaban el aura de singularidad con el misterio que llegaba con los inmigrantes –del país y del mundo– que arribaban para ofrecer lo único que poseían: su fuerza de trabajo, generalmente aplicada a la franja de caldenar en la que se insertaba el pueblo. Por cierto que late en algunos relatos el misterio del fin de algunos de esos protagonistas, tragados por el monte y de los que nunca más hubo noticias.

 

A través del ambiente físico y humano del poblado hasta se justifican o comprenden algunas sicologías y comportamientos, máxime si se tiene en cuenta aquello de que “yo soy yo y mi circunstancia”, y las circunstancias eran muy singulares, ayudando a desembozar los sentimientos que mencionábamos antes. Vayan como ejemplo los estremecedores relatos sobre la bruja ranquel, el pecho de la prostituta, los degollados, la muchacha poliándrica o el perro anunciador de la muerte, que el autor refirma como reales.

 

Estas Historias Inauditas –por cierto que bien calificadas en el sentido último de la palabra que adjetiva el título del libro–, entroncan con los mejores relatos de la literatura pampeana, especialmente por la fuerza de sus argumentos. De hecho reviven lugares y épocas acaso ya superados por tres generaciones. Se dieron en el acontecer cotidiano de un Arizona y recuerdan que suelen ser ocurrencias que en mayor o menor grado se daban en la mayoría de los poblados de la región, en una época que tenía algo de heroico en su poblamiento. Si actualmente carecen de un memorioso que los evoque y los plasme en un libro, como es el caso del que comentamos, el acontecer multitudinario y el tiempo terminan por borrarlos o convertirlos en simples recuerdos.

 

* Colaborador