¿Por qué tengo que ir al colegio?
Qué adolescente no se ha preguntado alguna vez “¿por qué tengo que ir al colegio?”, “¿para qué tengo que aprender todo esto?”, “¿para qué me va a servir?”.
César Matías Umazano *
Para qué me va a servir estudiar esto? ¿qué gano yo con hacer estas actividades? ¿dónde las aplico en la vida cotidiana? Estas son algunas preguntas frecuentes en la adolescencia actual. A usted seguramente se le ocurren otras para agregar al listado. Ahora, ¿cómo responderlas de modo convincente? ¿cómo lograr que tengan sentido cuando no hay beneficios inmediatos? Repito, ¿cómo visualizar una utilidad a futuro? ¿tengo que esperar? ¿esperar para qué? Porque cuando estamos seguros de que habrá un redito entonces la persona permite la espera, y lo hace más allá de que el desafío se presente engorroso. Aceptamos, es decir, aprendiendo a andar en bicicleta nos caemos, nos golpeamos, nos levantamos y continuamos buscando equilibrio porque entendemos que es mejor saber andar en bicicleta que no hacerlo, que voy a obtener un beneficio a cambio de unos moretones, pero, ¿qué ocurre con la educación? ¿cómo convencer al adolescente de que hay que estudiar? ¿dónde están esos beneficios que obtuve experimentando fuera del colegio? En verdad no lo sé, pero trataré, a partir de algunas certezas, compartir una idea de por qué sí es importante completar esta etapa de la vida, es decir, por qué tengo que terminar el secundario. Me tomo este atrevimiento, aquí voy.
La ciudad de Santa Rosa se caracteriza por contar con circuitos educativos. Como todos sabemos, existen colegios públicos y privados. A su vez, dentro de la oferta pública podemos hacer una distinción entre los colegios céntricos y los que se encuentran en la periferia. Mi práctica docente afecta en los secundarios públicos, y digo afecta porque el estudiantado es víctima de mi desempeño. A continuación, me limito a comentar de manera general sobre ciertos aspectos presentes en los establecimientos públicos.
Sígame con el razonamiento. Si bien la población de adolescentes que asiste a los colegios públicos se identifica por ser muy heterogénea en cuanto a trayectorias educativas y presenta un escenario social de realidades múltiples, la totalidad, no importa el circuito al que se pertenezca, coincide en algo: biológicamente sus acciones están mayormente guiadas por las amígdalas y no por la corteza frontal, por ende, entre otras cosas, tienden a actuar impulsivamente y malinterpretar señales emocionales. La corteza frontal es la región del cerebro que nos ayuda a planificar acciones cognitivamente más complejas, participa en la toma de decisiones, en la expresión de personalidad y en la autorregulación de pensamientos. Se termina de desarrollar después de los 20 años, durante la juventud, es decir, esta población recién está iniciando el camino de tomar “buenas decisiones”. En esta etapa es muy importante empezar a conocerse a uno mismo, ¿cuáles son mis fortalezas? ¿y mis debilidades? ¿y mis gustos?... nuevamente usted puede darle continuidad al listado.
¿Qué podemos hacer nosotros, adultos dentro del aula? Considerando que esos fallos son “cada vez más significativos”, que esta es una etapa de gran sensibilidad, es trascendental proponer herramientas para que esas “nuevas decisiones” estén orientadas a ser las correctas, a ser las mejores para quien define, para su entorno, y no menos importante, es tarea nuestra fomentar que esas decisiones sean propias, porque hay algo que tiene que quedar en evidencia y es que si yo no decido entonces “el otro decide por mí”. Y aquí es donde el colectivo docente debe decir presente, cada quien ofreciendo desde su materia una invitación a pensar, aportando todos granitos de arena para el desarrollo integral en adolescentes, para lograr independencia y por favor no pensemos ¡solo en la independencia económica!
En fin, ¿por qué es mejor ir al colegio que faltar? Porque el colegio es el espacio por excelencia donde comparto emociones, me relaciono, escucho, participo, opino, … y una vez más usted puede alargar el listado. Para guiarlos y que distingan un camino asfaltado, para aprender a vivir en comunidad, para que la juventud los reciba como buenas personas, tenemos que enviar mensajes claros mediante una educación útil. Eso sí, el trabajo debe ser en equipo, la educación la hacemos en sociedad.
* Docente
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