Natalia, del papel al celuloide
Sus hijas le habían iniciado un juicio por "insanía". Ella, una mujer de 90 años, decía que querían quedarse con su fortuna. Una santarroseña convirtió esta historia en un documental y su protagonista se resiste a que sea exhibido.
Natalia Kohen reina sobre el papel, bajo grandes titulares. "Mis hijas me quieren hacer pasar por loca", dice la crónica y anticipa un alimento fuerte líneas más abajo. Como tantos lectores, Guillermina Pico queda impactada. "Era una Mirtha Legrand, de vestido de leopardo, con una obra de arte en la mano y decía que sus hijas la habían internado en un neuropsiquiátrico porque querían quedarse con su fortuna", relata la joven realizadora santarroseña, al recordar cómo descubrió a la protagonista del cortometraje, que acaba de obtener el primer premio del prestigioso Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (Bacifi).
Un "buen personaje".
La historia había llegado a la prensa llena de las contradicciones, que latían en cada uno de sus personajes reales y sus conflictos de celuloide. Guillermina quiso saber qué había detrás del mundo de esta artista plástica de noventa años, extravagante, rica y viuda del dueño de una importante firma farmacéutica.
"La llamé por teléfono y la empezamos a entrevistar", recuerda la cineasta, mientras conversa con Radio Noticias desde Barcelona, donde vive actualmente y realiza un posgrado en video digital. La idea inicial de estos encuentros no había sido que se convirtieran en un documental, pero Natalia resultó ser un "muy buen personaje", histriónica y dio el "okay" para que esos diálogos fueran tomados por la cámara.
La obra que resultó premiada narra justamente el proceso de juicio por insanía, que enfrenta una mujer mayor por parte de sus dos hijas, mientras un grupo de estudiantes intentan producir un cortometraje que indaga sobre la historia de vida que se esconde detrás del caso público. No es periodístico, ni aparecen otros personajes hablando, aclara Guillermina, que como directora del trabajo, fue acompañada por Mariano García de Córdoba en producción y por Agustín Arzamendia de Santa Fe en sonido.
El cambio de actitud.
"Lo más rico es cómo se va construyendo la entrevista y cómo se va llegando a la persona". Claro que Natalia, súper extrovertida y gestual, maneja a las mil maravillas el encendido y apagado de la cámara. "Cuando empezás a filmar, ella actúa, controla las palabras que usa y algunas cosas interesantes tal vez quedan afuera".
La protagonista no solo cambia de actitud cuando percibe que el momento comienza a ser registrado. En el propio proceso de producción de la obra, titulada "Yo, Natalia", los sentimientos hacia esas dos mujeres de 50 años, que ordenan a un grupo de enfermeros que la "secuestren" y la recluyan en un centro de salud mental, se transforman.
Sobre lo que pasó durante esos meses, hay muchas teorías, dice Guillermina. "La más fuerte es que tenía una especie de novio y las hijas estaban preocupadas porque estaba gastando de más". La solución que encuentran, al parecer, es la internación. La misma Natalia cuenta que ellas repiten: "Estás enferma, estás enferma".
El drama se derramó sobre la relación entre los realizadores y la protagonista. "Al final del corto, nos sorprendió con un escribano y nos hizo firmar un papel en el que prácticamente le cedíamos los derechos". Después vino un proceso largo y cinematográfico como la vida de Natalia hasta que ella por fin aceptó que los jóvenes pudieran mostrar su trabajo.
"Amenazó con juicios y hoy estamos con abogados", relata con la voz clara de sus 23 años Guillermina. La comunicación con Natalia está un poco "cortada", como dice, y no saben mucho de ella. Su historia y el trabajo de tres jóvenes obtuvieron el reconocimiento de uno de los foros dedicados al cine más reconocidos del mundo.
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