Un siglo del tango canción
Se dice que Gardel dudó ante la entidad del tema -el tango no entraba en su repertorio criollo- pero se sintió atraído por la canción de su amigo y decidió interpretarla y grabarla.
A finales del siglo XIX y principios del XX la música popular argentina tenía una característica que no se repitió hasta más de medio siglo después: la vigencia del folklore, la llamada "música nativa". En ella campeaba con todo éxito el dúo Gardel-Razzano y para prueba de esta aseveración -acaso un tanto sorprendente para los no iniciados en la historia musical del país- han quedado grabadas varias hermosas composiciones de aquella índole: El moro, La Madrugada, A mi madre, La Pastora, Mentira, todas con raíz musical del interior argentino. Fue interpretando ese tipo de canciones que el legendario dúo frecuentó el interior del país, La Pampa inclusive.
Hacia 1917, Pascual Contursi, que había nacido en el bonaerense pueblo de Chivilcoy, en 1888 vivía en Montevideo. Allí llevaba una vida bohemia, frecuentando los cabarets y teatros de la época donde solía cantar acompañado de su guitarra. Tenía una particularidad: a la música de tangos ya populares y consagrados por el público solía adosarles poemas de inspiración propia, casi siempre en ignorancia de sus autores, caso de La Biblioteca, El flete, El desalojo o La guitarrita, temas de compositores que comenzaban a ser emblemáticos de la llamada Guardia Vieja.
Hay que señalar que hasta entonces los tangos más conocidos tenían letras o letrillas que resultaban ligeras o ingenuas, caso de La morocha, El porteñito o Don Juan. Otras, según el ambiente, resultaban procaces o francamente pornográficas desde el título mismo.
Los orígenes.
Quiere la historia (o la tradición, según la fuente que se consulte, ya que algunos historiadores hablan de un estreno por el propio Contursi en el cabaret Moulin Rouge, de Montevideo), que durante una actuación del dúo en el Uruguay, Contursi visitó a Gardel, a quien conocía de los tiempos de bohemia porteña, y le hizo escuchar una letra que había elaborado sobre un tango del autor Samuel Castriota, aparecido no hacía mucho, llamado Lita. Era una historia amarga y antigua, de tema repetido desde siempre en la literatura universal: la del hombre que se lamenta del abandono de su mujer y la llora en sus versos; pero ésta tenía un curioso atractivo. Estaba relatada en octosílabos -el verso tradicional español- y se expresaba con frases que no desdeñaban el lunfardo, no demasiado bien visto en la época: percanta, catrera, bulín, cotorro, encurdelar. Tenía, sin embargo, algunas metáforas e imágenes lucidas y originales: el aparente llanto del espejo, el "enojo" del lecho ante la ausencia de la amada, la guitarra preservada en el ropero, la puerta sin cerrar en la esperanza del regreso y -acaso la más notable- la lámpara sin luz por la ausencia de la mujer. El conjunto tenía una virtud y ventaja en relación a las letras en boga: sobre un argumento integral contaba una historia dramática y creíble, con un toque sentimental ajeno a la picaresca vigente.
Se dice que Gardel dudó ante la entidad del tema (el tango no entraba en su repertorio criollo) pero se sintió atraído por la canción de su amigo y decidió interpretarla y grabarla. "Con un poco de miedo" (según palabras propias) la cantó en el teatro Esmeralda, de Buenos Aires. Aunque hay investigadores que varían levemente las circunstancias y las fechas, generalmente se acepta que el intérprete la llevó al disco en el sello Nacional-Odeón el 9 de abril de 1917, hace exactamente cien años.
Había nacido el tango canción.
Popularización.
Aquella interpretación marcó el nacimiento efectivo de un nuevo género, "que trata sobre la composición lírico-musical en la que la letra responde a las características rítmicas y emocionales de la música y del baile de tango". A partir de allí se expandió el tango como una de las más originales expresiones musicales del mundo (ha sido declarado "Patrimonio cultural de la Humanidad) portando en sus letras filosofía y literatura, refrendando su enjundia con composiciones estimadas en más de 60 mil temas.
Es justo señalar que la identificación de Gardel con el nuevo género -que lo llevaría a la fama en todo el mundo- quedó refrendado en el hecho de que los cuatro primeros tangos que grabó -Mi noche triste, Flor de fango, De vuelta al bulín, Ivette- tenían letra de Contursi y, con algunas variaciones, contaban dramas similares al primero. Tenían, sí, parecida carga de amargura, ironía y miseria acorde con la época. Acierta José Gobello al decir que esa música popular argentina se divide en dos etapas: previa y posterior a Contursi.
En los meses que siguieron a su estreno, Mi noche triste (el nuevo título que habían convenido en lugar del inexpresivo Lita, con un Castriota no del todo convencido de que su fina melodía fuera ilustrada con aquella letra "rea") fue grabado por distintas orquestas de esos años (Firpo, Canaro) y al año siguiente fue incluido en Los dientes del perro, una de las livianas obras teatrales que eran comunes en la época y de la que hoy nadie se acordaría si no fuera por la canción, que fue interpretada por la juvenil actriz Manolita Poli.
Contursi.
A partir de allí la repercusión fue notable; el tema caló en el sentir porteño de la época, y en el nacional por extensión (el espíritu del tango canción había soplado ya sobre los pentagramas tangueros, como se ha dicho en una paráfrasis bíblica) y se produjeron incontables composiciones que trataban el mismo asunto, no siempre en un buen nivel de calidad poético-musical. Y tanto que dio lugar a parodias de dudoso gusto que se han prolongado hasta nuestros días.
Por cierto que el pequeño y universal drama narrado por Contursi y los que lo imitaron dio pie a muchas consideraciones y críticas, como aquella que le atribuyen a Jacinto Benavente de que "el tango es el lamento del cornudo", pero más allá de esas discutibles afirmaciones parece menos hiriente y más exacta la frase de Enrique Santos Discépolo quien, al referirse al autor, lo calificó como "El hombre que llevó el tango de los pies a los labios".
Hoy, a un siglo de distancia, los analistas e historiadores de la música popular se preguntan todavía el por qué de la expansión y rápida inserción de aquellos versos en el pueblo, máxime en unos años que en la poesía más difundida campeaba el modernismo de Rubén Darío, cuya presencia e influencia literaria se prolongaría más tarde en otros letristas. Postulan algunos que aquella historia de abandono, expuesta en una sociedad mayoritariamente de hombres solos, contada con palabras usuales y diminutivos cariñosos y comunes que reforzaban el relato (frasquitos, moñitos, bizcochito) la acercaban a lo cotidiano, al suceso simple, conocido o vivido. Las imágenes y metáforas directas y nada rebuscadas encastraban perfectamente sobre una música original y atractiva.
Un contexto.
Los acontecimientos culturales siempre están relacionados con el entorno socioeconómico. Es legítimo pensar que el ambiente que prohijó Mi noche triste influyó de distintos modos sobre la expresión de su autor. En principio por ser la época del primer gobierno surgido del mandato popular -Yrigoyen- y también porque el país estaba inmerso en la gran inmigración que aportaba culturas variadas y una enorme cantidad de hombres solos, lo que conllevaba un gran mercado sexual, con sus proxenetas y organizaciones prostibularias. Esta -y otras- letra de Contursi aparece como una muestra de aquella sociedad.
Las palabras de Horacio Salas sintetizan aquel fenómeno cultural argentino, trascendente al mundo y que hoy cumple un siglo: El éxito arrasador de Mi noche triste prueba que esta clase reconoce inmediatamente al tango creado por Gardel-Contursi como su forma de expresión más legítima; y será este mismo tipo de creación lo que una flamante industria cultural exigirá de autores e intérpretes, para captar la enorme masa de consumidores potenciales.
Triste final.
A un siglo de distancia es difuso el origen de la poesía. Por lo que se sabe quien amuró al poeta en lo mejor de su vida era una mujer de cabaret llamada Angela. Como ha dicho Ana Larravide, "al tiempo, volvió al bulín. Con ella volvieron la alegría, los bizcochitos, se desempañó el espejo, la lámpara alumbró la catrera y la guitarra salió del ropero. Entonces, para no usar su querido nombre para un tango que comenzaba con un reproche, decidieron llamarlo Mi noche triste".
Por encima de su mediana condición poética es notable la trascendencia del nombre de Contursi en las letras argentinas, al margen de su inserción en el canto popular. Leopoldo Lugones, que en su concepción elitista consideraba al tango un "reptil de lupanar", no evitó, sin embargo, nombrar al poeta en un verso que dice
Ella arrostra al compás de un tango
con languidez un poco cursi,
la agonía de Flor de Fango
trovada en verso de Contursi.
Dos décadas después del surgimiento de Mi noche triste la cruzada en pro de un habla mejor, impulsada entre otros, por monseñor Franceschi, reemplazó aquel tan arraigado verso de Percanta que me amuraste por el desubicado Muchacha que me dejaste. Pero quien inmortalizó a este poeta popular fue Celedonio Flores quien, en su emblemático tango Corrientes y Esmeralda, dice:
Te glosó en poemas Carlos De la Púa
y el pobre Contursi fue tu amigo fiel (...)
El calificativo alude al triste final que tuvo el compositor, víctima de una enfermedad venérea que lo llevó a la locura. (Fuentes: Pascual y José María Contursi. Cancionero. Torres Agüero, editor. 1977; sitio de internet Todo tango: Julio Nudler; Orlando Del Greco)
Academia Porteña del Lunfardo
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