Gastón Fernández llegó a Guatraché y tuvo un recibimiento de campeón
El capitán de la selección Sub 23 de voleibol, que recientemente se consagró en el Mundial de Egipto, volvió a su localidad y fue recibido por una multitud. Hubo autobomba, caravana, reconocimientos, fotos y un abrazo interminable con el profe Kloberdanz.
"Gracias a todos por este recibimiento! Muy emocionante", resumió en sus redes sociales Gastón Fernández, el joven de Guatraché que ayer volvió a su pueblo como un héroe después de lograr la semana pasada el título en el Mundial Sub 23 de voleibol jugado en El Cairo, Egipto.
El central de 22 años, primer capitán en la historia del voleibol argentino de todas las categorías en levantar una copa del mundo, regresó a su lugar en el mundo luego de una semana de flashes en Buenos Aires, donde el plantel campeón recibió el reconocimiento que merecía.
Fernández, como emblema de esta camada de jugadores que se viene gestando desde 2011, fue uno de los más requeridos por los medios nacionales a lo largo de una semana en la que también debió ponerse en "modo estudio" para retomar su carrera de profesorado de Educación Física.
Pero al guatrachense le faltaba el reencuentro con los suyos, con el resto de sus familiares (sus padres y hermanos lo fueron a recibir a Ezeiza), amigos y conocidos del pueblo, que ayer se reunieron para realizar la correspondiente caravana en el ingreso a la localidad, mientras Gastón, humilde como siempre y medalla al pecho, era trasladado en la autobomba de los bomberos.
Los bocinazos le dieron lugar a los abrazos y aplausos en torneo a la plaza principal del pueblo, donde los vecinos le brindaron todo su cariño al campeón del mundo. Familias enteras, chicos vestidos con la camiseta del club Pampero (en el que Fernández era arquero de fútbol antes de dedicarse al voleibol) y autoridades entonaron el "¡dale campeón, dale campeón!", mientras el central de River Plate repartía sonrisas, besos y se prestaba para las fotos.
"Yo tengo fotos tuyas de cuando eras chiquito así", le dijo una señora mientras marcaba con la mano una altura menor a un metro y observaba hacia arriba para ver a la cara al hoy muchacho de 2,03 metros. "Y yo tengo de cuando iba al jardín", le retrucó otra vecina como para no ser menos.
Todos se quisieron llevar un recuerdo con el campeón, que también recibió un reconocimiento de la municipalidad (un cuadro con una foto suya mostrando la bandera argentina y el nombre de Guatraché) y una camiseta de Pampero.
El momento más emotivo, sin embargo, se dio cuando en medio de las fotos y saludos le avisaron a Fernández que había llegado el profe David Kloberdanz. Gastón se dio vuelta, se fundió en un abrazo con quien lo inició en el voleibol e inmediatamente le colgó la medalla de oro conseguida en El Cairo, mientras el profe no paraba de llorar emocionado.
Los reconocimientos continuaron, las fotos se multiplicaron y, por fin, llegó el momento del descanso en casa para el goleador de la final del mundo que Argentina le ganó el viernes paso a Rusia en Egipto. La próxima semana deberá volver a Capital para continuar con sus estudios, para retomar los entrenamientos en River Plate de cara a una nueva temporada en la Liga Argentina y para comenzar a pensar en la Selección Mayor, su nuevo gran desafío.
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