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Viernes 19 de diciembre 2025

¿Una cuestión de fe, o sólo cábala?

Redacción 19/12/2025 - 00.17.hs

Un partido que termina igualado y un dirigente con teléfono en mano que sale apresurado de la cancha de All Boys hacia alguna capilla para rezar, en busca de la ayuda divina. Alvear FBC terminó ganando desde los 12 pasos y su presidente festejó.

 

¿De qué equipo es Dios? Una pregunta que bien cabría hacerse. Porque cuando vemos a jugadores, técnicos, dirigentes o simpatizantes que se encomiendan al Todopoderoso, en una serie de penales; o ante cualquiera otra situación futbolera, da para pensar de que “decidirá” el Señor. ¿O debiera ser “prescidente”? Esto es proteger a todos por igual, sin privilegiar colores de camisetas ni permitirse “jugar” para tal o cual equipo.

 

Pero bueno… el futbolero suele aferrarse a eso de pedirle al Salvador por la suerte de su equipo. Y lo hacen desde las más distintas parcialidades.

 

Dirigente de Alvear FBC.

 

Últimamente accedimos a conocer una situación que involucra nada más ni nada menos que al presidente de la entidad que, recientemente, se consagró campeona del Torneo Provincial de fútbol.

 

Fue cuando se disputó la segunda final en el estadio “Ramón Turnes”. En su cancha Alvear FBC una semana atrás le había ganado 1 a 0 a All Boys; y la revancha se jugaba obviamente al domingo siguiente en Santa Rosa.

 

Como se sabe fue un partido de dientes apretados. En el “Turnes” ganaba Alvear 1 a 0, y parecía que estaba todo decidido. Pero en el segundo tiempo vino el empate alboyense y la serie quedó “ahí”.

 

¿Dónde hay una capilla?

 

Francisco Conchez es el presidente de Alvear FBC, y si bien su equipo con el empate estaba clasificando All Boys después de su gol en las postrimerías del partido iba en procura de otro que pudiera darle el triunfo y el paso a la definición por los penales. Fran asistía casi con angustia a los últimos minutos… Faltaban apenas 5 para el final y se decidió: salió del estadio de All Boys buscando una capilla para echar un rezo.

 

Pero como no conoce tanto Santa Rosa, ya en la Avenida Spinetto preguntó y le dijeron: “Para allá hay una iglesia…”. El dirigente caminó unos metros y se arrodilló al llegar al lugar… pero en un momento se dio cuenta que era ¡una Iglesia Evangélica!. ¡Y él es católico!. No podía orar allí… ¿Y si fallaba?

 

Volvió a preguntar y le señalaron que más adelante –para el lado de la rotonda del Avión-- había una capilla donde se profesa el catolicismo. Y allá fue.

 

Eran casi las 7 de la tarde, y mientras caminaba de pronto escuchó una explosión. No podía ser gol de Alvear por la reacción del público. Miró en su celular –él mediante una aplicación seguía el partido por la Tevé Pública Pampeana--, y constató que All Boys en el último minuto había igualado la serie. ¡Iban a los penales!

 

Pidiéndole a Dios.

 

El dirigente alvearense apuró el paso y al fin llegó a la capilla de Lourdes –frente a Vialidad Provincial-- y manoteó casi con desesperación el picaporte de la puerta. ¡Estaba cerrada!

 

En el colmo del sufrimiento miró el panorama y vio la cruz que está en el predio de la capilla. No lo dudó, colocó el celular de manera de poder seguir la definición por penales, y se hincó a rezar…

 

La gente que estaba por allí lo miraba y más de uno pudo pensar que estaba loco. “Miraba el celular y rezaba…”, dijo alguien. Por ahí, cuando se estaba ejecutando algún penal Fran se distraía un poco y debía recomenzar el Padrenuestro.

 

“San Tucho” hizo lo suyo.

 

Cuando el arquero Santucho detuvo el penal decisivo –¿el presidente le habría estado pidiendo a “San Tucho”?-- gritó alborozado y salió corriendo a la vereda de enfrente. A la mano de la Avenida Spinetto que conduce hacia el centro. Hacía señas para que algún auto se detuviera, pero eso no sucedía… es que los conductores no entendían que pretendía ese hombre casi fuera de sí.

 

Hasta que “un Corsita gris paró… el muchacho me miró y preguntó qué pasaba… le dije que era el presidente de los Azules (Alvear) y que habíamos ganado la final del Provincial de fútbol. Llevame hasta la cancha de All Boys por favor”, casi rogó Francisco Conchez.

 

“Te pago lo que sea…”, insistió.

 

El muchacho al principio parecía no entender...”si sos el presidente qué hacés acá”, dudaba. Pero finalmente accedió y lo trasladó hasta el Ramón Turnes. Para Fran el objetivo estaba cumplido. Rezó y su equipo fue campeón. Ya en el estadio de la Avenida Spinetto ingresó tranquilamente –pocos habían advertido que no estaba al momento de patearse los penales--, como si nunca hubiera abandonado el escenario, y luego sí participó de los alocados festejos alvearenses.

 

Sí, hay que estar un poco loco para hacer lo que hizo. ¿O no? ¿Es una cuestión de fe, una cábala?

 

Francisco Conchez sabe que la verdad está en el campo de juego… pero por si acaso…

 

Un antecedente en la capilla de Alvear

 

Transcurría la tarde en Intendente Alvear. Los Azules habían goleado en su partido con Newbery de Rancul, pero debían esperar. En General Pico Independiente enfrentaba a Ferro de Realicó. Iban 1 a 1 y con ese resultado habría un desempate entre alvearenses y rojos.

 

El partido de Alvear terminó antes porque el otro se demoró. Francisco Conchez, presidente de los Azules, estaba inquieto y palpitaba el resultado final con angustia.

 

“Por lo menos que empaten con Realicó, así jugamos una final…”, se esperanzaba. Pero todavía faltaba bastante y el Rojo tenía chances de ser campeón del torneo Clausura de la Liga Pampeana.

 

Fran no lo pensó más. Tenía que hacer algo. Salió de la cancha derecho a la capilla, que estaba obviamente en el más absoluto silencio y sin feligreses. Buscó un banco y de rodillas comenzó a elevar plegarias al Altísimo, que parecía mirarlo hasta con extrañeza de lo alto de la cruz.

 

Oró, rogó, casi suplicó por su equipo… al cabo no era nada tan grave… sólo pedía que se produjera un resultado de fútbol –nada más ni nada menos que fútbol-- para que su amado equipo y su gente tuvieran una alegría.

 

Los policías festejaban.

 

Cuando salió del templo –calculando que el partido cuyo resultado esperaba-- había concluido, pasó por una estación de servicio y el empleado un poco dudando le dio una aproximación a lo que esperaba: “Creo que empataron…”. Pero no lo dijo con certeza y la incertidumbre persistía.

 

Francisco Conchez –presidente de los Azules-- siguió caminando y de pronto los vio: frente a la Comisaría los policías festejaban en la calles y le confirmaban: “¡Somos campeones!”. Ferro de Realicó sobre la hora había logrado el gol que le daba el campeonato a los Azules.

 

Fran no sabía si abrazar a los agentes rompiendo el protocolo, o qué hacer… Sólo siguió caminando, dejando que lo ganara el sentimiento, mientras un par de lágrimas rodaban por sus mejillas. Los Azules, su querídisimo Alvear FBC era otra vez campeón.

 

Sus rezos bien habían valido la pena…

 

(M.V.)

 

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