Miércoles 25 de junio 2025

Murió Tamy, el elefante que vivió más de cuatro décadas en cautiverio

Redaccion Avances 24/06/2025 - 19.22.hs

El elefante asiático Tamy, el ejemplar más longevo y único macho del Ecoparque Mendoza, murió este martes a los 55 años. El animal, que pasó 41 años en cautiverio, estaba por ser trasladado al Santuario brasileño del Mato Grosso.

 

Tamy era el padre de Guillermina y compañero de Pocha. Las dos elefantas habían sido llevadas a Brasil en 2022, pero Pocha murió allí meses después de llegar. “Esta mañana despertamos con una triste noticia: Tamy dejó este mundo donde tanto sufrió”, contó la ONG Proyecto Ele, a cargo del proyecto de traslado de los elefantes argentinos al santuario de Brasil.

 

El elefante macho, nacido en 1970, fue entregado por el Circo de las hermanas Gasca en 1984 al Zoológico de Mendoza. Tenía apenas 14 años y venía de una vida de tortura temprana: fue usado como entretenimiento y, al tiempo, fue abandonado en la ciudad mendocina luego de no poder cruzarlo a Chile por falta de permisos.

 

Fueron 40 años de vivir en una fosa de cemento y tierra dura, con las patas lastimadas, de pisar el mismo suelo una y otra vez. Los elefantes deben caminar, como mínimo, diez kilómetros por día. Sus permisos estaban listos para atravesar la frontera. La caja que lo iba a llevar estaba en construcción. Y el área destinada a él en el Santuario estaba casi lista.

 

 

Entrenamiento.

 

En agosto de 2023, Tamy había empezado su entrenamiento de la mano de Ingo Schmidinger, el entrenador alemán, colaborador en el traslado de Pocha y Guillermina. Contaba con la participación de Johanna Rincón Alba, experta en bienestar animal y manejo en elefantes cautivos de la Fundación Franz Weber.

 

Por primera vez se trabajaba con él para intentar que volviera a confiar en los humanos. Es que el trabajo en el circo, donde se los maneja con un palo que en su extremo tiene un pinche que se les clava en sus partes más sensibles, había dejado sus secuelas. Y a eso hay que sumarle los 40 años de encierro en el pequeño recinto, sin que nadie se animara a acercársele.

 

Todos quienes habían trabajado con él afirmaban que había cambiado en pocas semanas y su vida había mejorado dentro del cautiverio. Tamy era preparado día a día para poder vivir sus últimos años como un elefante, lo más cercano a la vida silvestre que siempre debió tener. Según lo previsto, Tamy debía permanecer al menos un año más en Mendoza, pero el tiempo no alcanzó.

 

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