Jueves 28 de marzo 2024

Artista de la madera

Redacción 27/08/2022 - 12.28.hs

Oscar “Negro” Carraso tiene un largo recorrido y gran prestigio en su tarea como luthier: fue uno de los pioneros y hoy mantiene su vigencia gracias a su trabajo de fabricación, reparación y restauración de instrumentos musicales.

 

Violines, violas, violoncellos, contrabajos, guitarras, juglares, cuatros, cajones musicales. El listado es extenso y en cada uno deja su sello, su estirpe creativa y de maestro autodidacta. Porque de hacer bajomesadas y distintos trabajos de carpintería tradicional a fabricar instrumentos hay un largo trecho, y ese es el que recorrió Oscar Carrasco, que hoy a sus 65 años es toda una referencia no solo en la provincia sino a nivel nacional, donde ese oficio de luthier se mantiene como un espacio tan noble como atractivo de conocer.

 

“Siempre tuve habilidad y facilidad con las manos, a los 14 años ya me cosía la ropa, la verdad que no me gustaba estudiar así que empecé a laburar desde chico. Hice de todo claro: lavacopas, peón, operario en fábricas así que un día me cansé de dar vueltas y me propuse aprender un oficio. En el medio estuve seis meses detenido-desaparecido y cuando me soltaron, tras unos meses de recomponerme, me puse a buscar qué hacer y un día iba en colectivo y pasé por una academia donde enseñaban muchas cosas, entre ellas sastrería así que como me daba maña con eso me dije de hacerlo. Pero para estudiar había que pagar y no tenía un mango, así que salí a buscar trabajo y caí en una carpintería”, recuerda Oscar sobre ese pasado en Capital Federal (nació en la localidad bonaerense de Longchamps), en donde buscaba un destino.

 

El “Negro”, como lo conocen todos, inició su vínculo con la madera y en el ’84 (antes vivió un buen tiempo en El Bolsón) aterrizó en Santa Rosa de la mano de Nancy, su pareja de entonces. Y encontró su lugar. “Fui evolucionado como carpintero y empecé a hacer muebles más detallados, trabajos más fino y de ebanistería, no tanto de carpintero, comencé a trazar líneas más delicadas con lo que hacía y algunos amigos vieron esa condición y me empezaron a traer instrumentos para restaurar. La verdad que no tenía ni idea de música, nunca había tocado nada, de hecho una vez había comprado una guitarra y la perdí; pero así empecé, a pura prueba y error hasta que me fui perfeccionando”.

 

Luthier.

 

Carrasco se fue convirtiendo en un especialista y tenía cada vez más trabajo. “Comencé a arreglar, aprendí desarmando y pasaron los años y tuve que dejar la carpintería porque me llené de trabajo con instrumentos, con las reparaciones. Bombos, pianos, guitarras; de todo fui arreglando. Ya tenía el oficio y eso me permitió meterme con los instrumentos de cuerdas frotadas, que me atrae más además en ese momento no había nadie que hiciera ese trabajo. De hecho creo que había solo tres violinistas”, detalla en su casa y taller de la calle Toscano Sur (su WhatsApp de contacto es el 2954-474296), en Santa Rosa.

 

“A partir de todo ese trabajo reavivé un proyecto que tenía desde el ’93 y que era la construcción de un violín: compré un plano, un libro y Roberto Sessa me regaló un libro de oficios, que te enseñaba un montón de cosas y entre ellas cómo hacer un violín. Eso fue clave y luego vino toda una explosión de gente porque empezaron a surgir las bandas infanto juveniles y muchas orquestas entonces había muchos más instrumentos, músicos y trabajo. Eso hizo crecer mucho la cultura musical de la provincia”.

 

Oscar tiene tres hijos: “Flor, Lucía y Juan, que trabajó conmigo y hoy es un luthier muy reconocido en Buenos Aires, tanto que recibo reconocimientos a partir de él”, cuenta entusiasmado mientras explica que los violines se elaboran en madera de abeto (importada desde Alemania) y arce exclusivamente y algunas de sus herramientas de trabajo son gubias, rasquetas y cepillos diminutos fabricados por él mismo. Más allá de los violines, el trabajo fuerte de Carrasco son las guitarras y recuerda que en los años más álgidos llegó a entregar 300 instrumentos en un año.

 

Maestro.

 

Las historias se amontonan y despiertan la curiosidad y las ganas de conocer sobre ese mundo que Carrasco supo construir a lo largo del tiempo. Por eso vale la pena conocer la anécdota del primer violín de su sello.

 

“Para hacerlo conseguí los planos de un Stradivarius de 1679 y lo pude hacer. Cuando se lo mostré mis amigos quedaron fascinados pero no me alcanzaba, yo quería una opinión ajena y bien académica. Agarré el violín y fui a Buenos Aires: entré a un negocio y le dije al dueño que era , que venía de La Pampa y que mi objetivo era que examinara mi réplica del Stradivarius. Apenas lo miró me dijo que no era un Stradivarius, después lo tocó, aprobó el volumen, el color, el sonido y empezó a enumerar los defectos de construcción. En el final me preguntó desde cuándo fabricaba y le contesté: ‘es el primero, el número uno’. Ahí nomás me dijo: ‘Ah! Olvídese de todo lo que dije, esto es espectacular”. El dueño del local y con quien mantuvo esa charla era Gervasio Barreiro, un reconocido luthier del teatro Colón a quien Oscar tomó como su maestro.

 

Oscar cuenta con notable pasión los detalles de su trabajo, y hasta reconoce que a veces esa entrega que le brinda a cada instrumento no es precisamente un buen negocio. “A veces me pateo en contra porque sinceramente a veces vienen con algunos instrumentos que están prácticamente para tirar, muy dañados, y yo los rescato; cuando en verdad debería hacerles uno nuevo, pero me sale de adentro. Le pongo todo para devolverle la vida a ese instrumento y a veces salen mejores que el original”.

 

Después de tantas décadas de convivir con el universo musical, Oscar finalmente se tentó y por eso hoy es uno de los integrantes de la Orquesta de Escuela Tango “La Faito”. Y recuerda que en 2017 hizo una presentación muy especial en el teatro Español con el espectáculo “Desde la raíz”, con todos instrumentos construidos por él mismo y en cuya ocasión estuvo invitado especialmente (brindó una charla en el Medasur) su “maestro” Gervasio Barreiro.

 

Oscar tiene mucho para contar. Fue haciendo todo su camino de aprendizaje con trabajo y dedicación hasta convertirse en un referente. Hace mucho dejó en el baúl de los recuerdos la carpintería y hoy convive con lo que más le gusta. “El trabajo que hago me resulta siempre muy atractivo, requiere de mucha precisión y tiempo y saber que el resultado final deja contento a quien va a tocar ese instrumento genera una gran satisfacción”, afirma un emprendedor que se convirtió en un restaurador de sonidos, en un artista de la madera.

 

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