Domingo 28 de abril 2024

Con sello de calidez

Redacción 10/02/2024 - 00.26.hs

“Punto Telas y Blanco” cumple diez años de trayectoria de la mano de Marina Copelotti, una docente que encontró su veta emprendedora con la confección y venta de cortinas, almohadones, telas y distintos productos de decoración.

 

Cuando era niña uno de sus juegos favoritos era esconderse debajo de la máquina de coser de su mamá. Y ahí, entre hilos, telas y confecciones se iba impregnando de ese espíritu creativo y laboral que tiempo después daría sus frutos. Porque si bien Marina cumple este año una década al frente de su fábrica y local comercial, previamente recorrió un largo camino hasta convertirse en una referencia en distintos productos para el hogar y la decoración.

 

“Mi mamá siempre cosió y a mí desde chiquita me gustaron las telas, la confección. Crecí debajo de la máquina de coser prácticamente, así que viene desde ahí toda esta cuestión que recién pude desarrollar mucho después. Soy docente, hace 27 años que trabajo en educación, pero en su momento se dio la chance de poder abrir este local y acá estamos”, cuenta Marina Copelotti (50) en su hermoso negocio de la calle 25 de Mayo 152, en pleno centro santarroseño.

 

El lugar está repleto de mercadería como cortinas, cubrecamas, sábanas, telas, acolchados y fundas para almohadones que la propia Marina confecciona en un sector aledaño donde tiene sus máquinas industriales para armar y luego vender productos con creatividad e impronta personal.

 

“Hace diez años vine a sacar unas fotocopias a un local que había al lado y vi que este lugar estaba en alquiler. La verdad que era muy grande para arrancar pero me cerró el precio y estaba bien ubicado en el centro, que era lo que yo quería. Mi hermano me ayudó a armarlo y confeccionamos almohadones para rellenar porque al local lo veía gigante para la mercadería que tenía en ese momento. Y lo de los almohadones pegó un montón, la gente venía más por los almohadones que por las telas así que empezamos a confeccionar a medida, cortinas a medida también, y eso dio mucho resultado afortunadamente”, remarcó Marina.

 

“La clientela elegía la tela, el relleno y se le confeccionaba lo que quería, entonces el negocio fue más por ese lado. Siempre hicimos las dos cosas pero trabajamos mucho en la confección de cubrecamas, caminos de mesa, fundas para sillas, para sillones, es decir todas cosas para el hogar y para la decoración. Confecciono todo y me ayuda mi mamá Gladis (71). En atención al público está Clarita y mi hija Sofía que estudia Marketing Digital en Córdoba y se dedica a las redes y demás cuestiones de difusión. Tengo otro hijo que estudia Licenciatura en Indumentaria así que también está relacionado, veremos cómo sigue más adelante”, puntualizó con una sonrisa sobre un emprendimiento de profunda índole familiar.

 

Marca propia.

 

“Punto Telas y Blanco” abre de lunes a sábado por la mañana y por la tarde. Marina va a los domicilios que le solicitan tomar medidas para cortinas y luego las confecciona. En el local se consiguen telas básicas y de moda como para camisas, ambos, chaquetas; “todo lo que es prenda de vestir y para la decoración. También tenemos fundas en general, para tapicería, y todas las líneas de cortinas con la exclusividad de la marca Di Milano, nuestra tienda es punto autorizado por esa marca en lo que es sábanas fundamentalmente”.

 

Desde hace un año Martina tiene registrada su marca ‘Punto by deco’ y su proyección a futuro es instalar “un taller amplio y que como mínimo le dé trabajo a dos personas para poder producir en más cantidad. Esa es mi idea, en un principio me costó mucho porque tenía muy poca mercadería, yo no venía de una familia que tuviera una espalda como para hacer una inversión grande así que todo lo que sacaba de acá, se invertía. Fue bastante tiempo así, de no ganar y de invertir e invertir. Por suerte se dio el crecimiento y hoy puedo proyectar esa expansión para el emprendimiento”.

 

Antes y después.

 

Más allá de que el negocio funcionó desde el principio, el punto de quiebre se dio con la pandemia del coronavirus que asoló al mundo desde marzo de 2020.

 

“Durante la pandemia vendía mucho desde casa con cadetería, pero cuando volvimos a abrir se formaban colas de gente, yo no lo podía creer, realmente la pandemia fue un antes y un después para nosotros, porque si bien veníamos bien eso fue un cambio radical para el negocio. En muchos momentos nos supera la demanda de trabajo por los encargos para que hagamos distintas cosas a medida, y eso lo tengo que agradecer por supuesto”.

 

En “Punto Telas y Blanco” el ingreso de gente es incesante. Están quienes llegan para retirar un encargue que habían hecho, quienes miran y eligen, y quienes ya entran decididos por lo que van a comprar. Una clientela variada y que trasciende los límites de la ciudad.

 

“Hoy la gente busca lo diferente, hay tantas cosas y tanta creatividad que se busca lo que tenga un sello original”, describe Marina mientras muestra un largo perchero repleto de fundas para almohadones confeccionados cien por ciento por sus manos.

 

“Hay clientela que viene desde el principio, gente que a pesar del paso del tiempo se mantiene fiel y eso sin dudas genera un vínculo muy lindo. También viene gente de otras localidades de la provincia, nos descubren por las redes o por recomendaciones de amigos o vecinos así que llegan directamente a comprar o al menos a conocer”.

 

Fábrica.

 

Marina invita a recorrer el negocio y muestra los distintos productos. Aparece Gladis con una sonrisa y Sofía se suma para las fotos. Muestran globos con el número 10 y así dejan en claro que en “Punto Telas y Blanco” están de festejo. Una década que significa una cifra redonda para brindar con familia, amigos y clientela.

 

“La docencia la he ejercido siempre, ahora en una escuela para adultos mayores en el turno noche y acá, más allá de lo comercial, puedo darme el gusto de hacer otra cosa que me gusta mucho y en la que además trabajo junto a parte de mi familia. La gente me acompaña y por eso todo resulta un placer más allá de los vaivenes que implica un negocio, de las crisis económicas y demás cuestiones que se van a atravesando”, resalta una docente que aprendió un oficio y lo transformó en algo más trascendente que un simple emprendimiento. Es crear y confeccionar productos de su sello. El sello de la calidad y la calidez.

 

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