Viernes 20 de junio 2025

Fabricante de pisadas

Redacción 05/04/2025 - 09.05.hs

Desde hace 56 años “Mosaico Luisito” fabrica y vende distintos tipos de productos que se colocan en el suelo de casas, edificios, veredas o salones. Luis Helt tiene una larga trayectoria en el rubro y, junto a su familia, extiende un legado de trabajo y calidad.

 

“Vas caminando y decís: ‘esto se hizo en la fábrica’. Ya tenemos incorporado eso de ver si es el sello de papá, lo reconocemos enseguida”, dice Silvina al describir una situación familiar que ocurre en lugares donde está la marca de ‘Luisito’, sitios donde la pisada se hace sobre suelo firme y la estética ayuda a sentir que en esos mosaicos hubo trabajo, dedicación y conocimiento. Como lo hace Luis Helt desde hace 56 años en su fábrica pero desde antes en un oficio que lo acompaña desde la adolescencia.

 

“Tengo 78 años y tendría que retirarme, dejarme de joder como digo yo, pero cuesta. A las 6 de la mañana ya estoy arriba y al rato en la fábrica. Y después ando todo el día por acá, ya llegará el momento de decir basta”, asegura Luis en palabras donde parecen convivir dos posturas enfrentadas, antagónicas, las ganas de soltar y al mismo tiempo el entusiasmo “de seguir tirando” un tiempo más.

 

Pero sin dudas que si uno entra al local y fábrica de “Mosaico Luisito”, en la calle Raúl B. Díaz 637, frente a la sede del club Sarmiento de Santa Rosa en el corazón de Villa del Busto (el número de teléfono es el 2954-429848), el entusiasmo del dueño del lugar por contar y mostrar lo que hace y ofrece no deja lugar a dudas que, al menos por ahora, la posibilidad de no seguir no está muy cercana.

 

“Cuando era chico me vine del campo, éramos una familia de colonos y a los 16 años empecé a trabajar en una mosaiquería que estaba en la calle Antártida Argentina, que la tenía un señor muy grande. Trabajé como cinco años de empleado y me gustó el oficio. Cuando ese lugar cerró me traje la prensa y otras herramientas para trabajar acá, ya hace unos 56 años que estamos en la fábrica”, reseña Luis en plural porque habla junto a Susana (69), su compañera de siempre, y Silvina (50), una de las hijas de la pareja que actualmente atiende el local al público y que hace un tiempo reemplazó a su hermana Marcela (47). Una minipyme que conserva su espíritu familiar y en la que además trabajan dos empleados.

 

Vereda.

 

“Es un trabajo duro pero no le saco el cuerpo, yo les preparo toda la mezcla y después los muchachos llegan y hacen el mosaico de acuerdo al modelo y al tamaño. Hacemos un promedio de ocho metros por día, ahora está medio parada la venta aunque en este tiempo es habitual que se frene. No tomo pedidos grandes, no puedo porque tengo una prensa chica, pero la Municipalidad es cliente habitual y por ahí son los encargues más grandes, como cuando hicimos la vereda en la remodelación de la estación del ferrocarril”, recuerda Helt acerca de uno de los proyectos que llevó adelante hace unos años.

 

Helt también fabrica mesadas y losetas de excelente calidad además de mantener una característica que es única en la ciudad: trabaja con calcáreo, mosaicos y pisos que se usan mucho en galerías y que reúnen las características de gran vigencia y versatilidad.

 

“Sí, hoy somos los únicos que los fabricamos y a la gente le gusta mucho. Si uno les pasa un poco de cera quedan re bien por ejemplo. Los mosaicos calcáreos son placas prensadas para pisos y paredes y se fabrican con cemento, arena, polvo de mármol y óxidos de hierro que son los que le dan los distintos colores. Hay una amplia variedad de formas, tamaños, colores y diseños entonces a partir de eso el cliente puede optar por lo que más le gusta o conviene”, describen en ‘Luisito’ durante la charla con LA ARENA.

 

Uno por minuto.

 

Luis invita a pasar a la fábrica donde los dos empleados realizan su tarea “a mano limpia” sin permitirse demasiados distraimientos. Un trabajo y un lugar que puede ser muy crudo durante una mañana bajo cero o en una jornada de temperatura agobiante del verano santarroseño.

 

“Cuando arranqué, entraba en carretilla los materiales porque tenía un pasillito desde mi casa acá al lado, era todo mucho más precario. Cuando junto a mi hermano pude comprar el terreno nos pudimos agrandar y trabajar de manera más cómoda. Depende del mosaico y del tamaño. Por supuesto que si es más chico se hace más rápido, uno por minuto. Después tiene todo un proceso con agua y al otro día hay que hacer los detalles finales, no es que enseguida salen listos para vender”, aclara la explicación experta de Luisito que recorre distintos temas y por eso cuenta que conoció a Susana hace cinco décadas.

 

“Nos conocimos en un casamiento y desde entonces estamos juntos”, recuerda. “A él le gusta estar acá, le cuesta hacer otra cosa que no sea la fábrica y yo siempre lo acompañé. Nuestras hijas nos dieron cuatro nietos hermosos y cuando podemos disfrutamos de ellos, por supuesto”, remarca Susana sobre la cotidianeidad de los Helt.

 

Rastros.

 

En el camino entre el local de venta y la fábrica, un rincón llama la atención. Un gallinero mantiene la costumbre de las antiguas casas en las que una buena cantidad de ejemplares de esas aves domésticas eran un componente más para generar un producto natural de la cadena alimentaria, como lo son hoy los muy cotizados huevos.

 

“Son un pasatiempo para mí, son gallinas ponedoras y yo les dedico buena parte del tiempo, sobre todo los fines de semana. Los sábados también ando por la fábrica y si hace falta el domingo porque hay mucho pedido, vengo igual. Por ahí los fines de semana los dedicó más a las mesadas”, subraya Luis.

 

La familia recuerda algunas anécdotas, la clientela entra a pagar algún trabajo ya terminado o para hacer pedidos y pedir presupuestos. Luis nunca deja de lado su sonrisa, su gorra y su ropa de trabajo. “Es cansador y son muchos años acá adentro, pero si pienso qué haría sin esto todos los días, no veo otra cosa. Es así, además no hay quién siga con la fábrica así que cuando ya no pueda seguramente habrá que cerrar”, dice con cierta resignación un emprendedor que en base a esfuerzo, trabajo y capacidad supo construir productos que quizá, quien lee esta historia, tenga bajo sus pies mosaicos hechos por la mano de un especialista. La de Luisito, una marca registrada que siempre pisa sobre suelo firme.

 

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