Viernes 19 de abril 2024

Un talento y un cariño multiplicado

Redaccion Avances 01/05/2022 - 12.45.hs

Algunos trabajos gratifican, recompensan y equilibran la balanza de las metas personales. Así sucede con Lucas Domínguez (36) que es acompañante terapéutico y también realiza animaciones en su show transformista a “Lu, la Reech”.

 

En su vida pasó por varias etapas. Se enlistó en el Ejército, cosió vestidos en el taller de Jorge Ligaluppi, se casó, tuvo un hijo, trabajó en un espacio terapéutico para chicos con Síndrome de Down y hoy se dedica al cuidado y atención de adultos mayores y a los espectáculos que brinda en eventos familiares.

 

El trabajo de acompañante terapéutico domiciliario comenzó de manera fortuita. “Me quedé sin empleo y una tía que amo, que es un monumento a mi profesión y trabajaba con adultos mayores, me dijo que le faltaba una persona. Para ese entonces nunca me imaginé cuidando a un abuelo. Pero había que pagar un alquiler y vivir. Finalmente terminé enamorándome de esta actividad”.

 

Hoy, Lucas trabaja y coordina un equipo de acompañantes ya sea en atención en domicilios o en internaciones hospitalarias. “Cubrimos las 24 horas y funcionamos por turnos”.

 

“La gente nos llama y creo que es la mejor señal que nuestro trabajo, como grupo, lo estamos haciendo bien”. Y resaltó que no siempre se trata del cuidado y que a algunos pacientes solo les hacen un mandado. También dijo que la pandemia de la Covid-19 los benefició, como a muchas otras profesiones de servicios.

 

“Durante 2020 y 2021 tuvimos muchas demandas del adulto mayor, desde mandados hasta pagar impuestos o quedarnos a cuidarlos y pasar la noche. También los chequeamos, les tomamos la presión, los bañamos y luego nos vamos”.

 

También hacen domicilio fijos, en donde diariamente cuidan a la persona. “Llegan a ser parte de mi familia, compartimos momentos y festejos”.

 

La agotadora rutina comienza cuando sale de su casa a las 5.30 de la madrugada y regresa pasadas las 21. A veces, escapa de ese día a día porque viaja con sus pacientes por controles y chequeos médicos. “La semana pasada estuve cuatro días afuera de mi casa acompañando a un adulto mayor y mi agenda, mi secretaria y mi despertador fue el propio celular”.

 

Espectáculo.

 

Pero cuidar de terceros es solo una parte de su trabajo. En su búsqueda introspectiva descubrió el amor escénico y su vida cambió. En 2005 trabajó para el taller “del genio de la costura” Jorge Ligaluppi. “Fui a cortarle los hilitos de los vestidos y entonces empecé a observa y hasta tuve la oportunidad de conocer en su taller a grandes transformistas de Santa Rosa. Uno de ellos se fue y quedó una vacante para una fecha y me ofrecieron hacer el reemplazo”, recordó. “Y así, sin mucho pensarlo me enamoré de los taco aguja, los brillos y la capelina”.

 

Su personaje encarnado por Lu, la Reech es un anagrama de su propio nombre y el de Reina Reech. “Y así nació ‘la Reech’, me encantó, me divierte y me gusta su varieté”.

 

En medio de todo eso, Lucas señaló que desapareció ‘la Reech’: se puso de novio, se casó, formó una familia y se convirtió en papá de un nene que hoy tiene seis años. “Y después de 10 años de matrimonio, terminamos la relación y resurgió la Reech en su esplendor”.

 

“Ella encarna el personaje de una diva frustrada en el amor, despechada, casi una Pantoja, que ama los vestidos, el brillo, los peinados y las pelucas. Siempre la vas a ver divina. Yo tengo mucho carácter, pero cuando estoy en el personaje de la Reech, lo triplico”, dijo entre risas.

 

Familia y contención.

 

Para Lucas su familia es todo y señaló que a pesar de provenir de una crianza evangélica y practicante, encontró en su mamá y sus hermanas un apoyo incondicional.

 

En el último espectáculo la fue a ver su mamá. “Ella nunca se sentó a ver un show mío, pero ese día salí a escena y realmente me sentí orgulloso de la Reech, y pensé: ‘Wow está mi mamá, está la mama de Lucas, tenés que dar la mejor’. Es tanta la complicidad con mi mamá, que me da consejos para renovar mi vestuario. Es más, me compro unos tacos y voy a su casa a mostrárselos”.

 

La Reech.

 

“En la semana me ves de ambo, bigote y barba, pero en el escenario soy otro. Mis manos lucen impecables al igual que mi maquillaje. Me cuido en la alimentación, y en la hidratación”. Como se moviliza en bicicleta, realiza constantemente actividad física para mantenerse en forma y es amante de la vida sana y el Yoga.

 

“Si a la noche tengo un espectáculo, desde las 17 que tengo los tacos puestos para irme habituando. Gesticulo y voy bajando el estrés. Porque a la Reech le gusta estar sola frente al espejo y probar colores y miradas”.

 

Además, señaló que el arte del transformismo abre muchas puertas para animarse a hacer todo aquello que uno no se anima a hacer. “Por ejemplo, tuve que incursionar en la costura para poder hacerme mi vestuario. Me siento con las telas y voy probando, es mi terapia. Además tengo a mi propia asesora de vestuario que es Laura Espíndola, de ‘María Luján’, que me hace la moldería”.

 

Lucas resaltó que en la pandemia surgieron distintas posibilidades. “Pasaba mi tiempo cociendo y para cuando se pudieron hacer espectáculos con presencialidad, yo ya tenía el 50 por ciento de mi vestuario listo. Estaba aburrido y me sentaba a probar nuevos tutoriales de maquillaje. También sigo páginas y a otros transformistas. Por ejemplo, me encanta la cubana Imperio. Me gusta su arte, su desplazamiento escénico y su vestuario”.

 

También mencionó a Gonzalo Costa, o “Costita” como se lo conoce artísticamente, junto con Carlos Debat que son dos figuras con las que Lucas ha trabajado. “Carlos me decía: ‘vos  sentate adelante del espejo y ponete los maquillajes que quieras. Lo que está feo lo sacás y lo lindo, lo perfeccionás’”.

 

Además explicó algo que muchas veces suele confundirse. “A diferencia de un Drag Queen, el transformista se prepara los pechos, se arregla, hay una desarrollo más sofisticado, si bien comparten el mismo arte, son diferentes”. Además señaló que es muy meticuloso y que busca sus lados más favorables. “A la Reech le cuestan los desnudos. He visto transformistas que salen en conchero y son espléndidas, pero ella no se anima”.

 

Como todo artista, Lucas busca perfeccionarse y antes de empezar la pandemia, obtuvo una beca para una importante academia actoral y musical, de renombre nacional. Pero quedó “stand by” hasta este año, cuando se normalizó la actividad. Hoy puede hacer la cursada y viajar a Buenos Aires una vez al mes.

 

Aceptarse.

 

Lucas viene de una familia con estándares tradicionales, conservadores y evangélicos. “Tuve que romper con todas las estructuras. Hoy soy papá de un nene y sé que el día de mañana me tendré que enfrentar a un hombre, pero la muestra de amor hacia mi hijo responde todas las preguntas”. “Para eso tuve que entender cómo me sentía y aceptarme”. Y profundiza: “Cuando era chico yo me daba cuenta que no era igual que los demás compañeros, que iban a la Escuela Bíblica”.

 

Con el correr de los años, Lucas fue descubriéndose y diciendo: “esto sí y esto no”.

 

En cuanto a su público, dejó en claro que en 2005 era difícil tener un público hétero. En ese entonces solo iba un público gay y trans. “Hoy la gente te acepta y tienen una mentalidad más abierta y se animan a participar de espectáculos como el mío”.

 

En el Día del Trabajador, Lucas se reconoció responsable, profesional y sueña con pisar los grandes escenarios, como por ejemplo, el de Viña del Mar. “Me imagino desplazándome en el escenario con 20 bailarinas”, sonrió.

 

Su lugar.

 

Las jornadas largas de acompañante son muchas veces extenuantes y sabe que los días en que tiene franco y no hay show, son para descanar y estar en familia. “Disfruto los momentos de soledad de mi departamento. Es mi lugar en el mundo. Ese ambiente representa música suave y sahumerio. Me encantan las sábanas bien limpias y planchadas. Todo este camino ha sido un gran aprendizaje para mí. Creo mucho en Dios, porque me ha dado las oportunidades y las aproveché, me dio un hijo y hoy disfruto de verlo crecer. Sé lo que quiero y hacia donde voy. También sé que es un comienzo y que el cuidado de adultos tiene un tiempo acotado y que llegará el momento de dar un paso al costado y dejar que La Reech despliegue al máximo su talento. Mientras, quiero vivir y disfrutar del camino”.

 

 

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