Servi Trinitatis: testigo dice que son cien las víctimas
Es uno de los denunciantes. Una de sus hermanas logró salir luego de siete años, la otra continúa en el Instituto Secular, en la sede española de Cuenca. Dice que el obispo es responsable por omisión.
"Soy uno de los testigos y denunciante de la causa", dijo José. En realidad, ese no es su verdadero nombre. El joven de 30 años, estudiante de la carrera de Contador Público Nacional, prefirió mantenerlo en reserva durante el diálogo con Radio Noticias. Desde hace once años su vida está dividida entre sus intereses particulares y su lucha por rescatar a sus familiares de las garras del Instituto Secular Servi Trinitatis, cuyas autoridades fueron denunciadas ante la Justicia penal por el delito de reducción a la servidumbre.
José no reniega de su fe católica: fue bautizado, tomó la comunión y la confirmación, ofició de monaguillo y hasta llegó a catequista. Sin embargo, la actualidad lo encuentra alejado de la Iglesia. Descree de las personas que la integran, desde el Nuncio Papal de Argentina hasta los sacerdotes imputados en la denuncia, Antonio Martínez y Ricardo Latorre, pasando por el obispo de Santa Rosa, Rinaldo Fidel Brédice, y el Cardenal Jorge Bergoglio.
-¿Cómo advirtió que ocurrían cosas anormales en el Instituto donde estaban sus hermanas?
-Nos pareció raro porque nos ocultaban las cosas. Además, hemos visto, y esto está en el expediente, cartas que el cura Gratiniano Checa Colmena -el responsable máximo de la congregación- les enviaba (desde España) diciéndole a ella (una de sus hermanas) de qué manera nos debía contestar. Algunas eran frases raras, supuestamente bíblicas, donde se decía que la familia no era lo más importante. Y eso era exactamente lo que ella nos respondía. Nos ocultaba que rezaba escondida, a veces, hasta las 4 ó 5 de la madrugada.
-¿Cómo convivían con esto?
-En mi familia nunca tuvimos problemas con que un familiar, si tenía vocación y quería consagrarse a Dios, lo hiciera. Lo que nos empezó a llamar la atención, y no nos cerraba de ninguna manera, fue la forma en que se comportaban, ocultando todo. La mayoría de los familiares que estamos denunciando somos católicos. Con los años, hablo de un proceso de diez años, ellas no podían decirnos con quién vivían, no podíamos llamarlas por teléfono ni ir al cenáculo donde vivían, en la calle O'Higgins.
Engaño.
La pelea de José por rescatar a sus familiares dio un vuelco hace dos años cuando un grupo importante de internas abandonó Servi Trinitatis tras descubrir un engaño. Durante años habían depositado dinero en una cuenta abierta para costear una serie de operaciones, entre ellas transplantes, que había sufrido otra interna, quien luego de escapar se convirtió en testigo y denunciante.
Según el embuste, la joven estaba internada en Cuba, con su salud muy deteriorada. Cada tanto los curas informaban que debía someterse a una nueva y costosa operación. En algún momento hasta fue necesario practicarle una cirugía estética porque "el demonio" le había desfigurado el rostro. Pero, en 2006, la propia Fuentes, destapó la farsa. Nunca había estado en Cuba, ni había sido operada. José reveló que para la última de las operaciones, "las chicas" llegaron a juntar 65 mil dólares.
"En ese momento, salieron corriendo de ahí como veinte de las internas. Entonces, comencé a encontrarme con algunas de ellas que estaban muy disgustadas con lo que había ocurrido y me comenzaron a comentar experiencias que eran insanas y no tenían nada que ver con el funcionamiento normal de la institución católica", dijo el testigo.
-¿La enajenación es una condición para pertenecer?
-En los medios sale que son ocho chicas las que están internadas, ellas son las que están sometidas a las pericias psiquiátricas, que es fundamental en la causa, pero por la institución pasaron cerca de cien personas. En la denuncia citamos cerca de 67 personas, de las cuales fueron a declarar algo más de treinta. Todas ellas, casi sin excepción, comenzaron su vinculación con el Instituto siendo menores de edad. Hablo de 21 para abajo, chicas que ingresaron de los 14 a los 20 años, otras con 15 años como la chica de la estafa. Mis familiares lo hicieron a los 18 años. Hay casos también de 11 años.
-¿Pudieron denunciar esto ante el obispo?
-El Obispo está comprometido con esto por omisión. Según el relato de las propias chicas, él estaba al margen de las formas y las conductas que sucedían en el interior del Instituto.
-¿Pero ustedes le advirtieron lo que ocurría?
-De esto no sólo sabía el obispo. Una de las chicas que salió le envió un mail en febrero de 2006, explicándole con lujo de detalle todo lo sucedido. Se la envió a Brédice, a Bergoglio y a otro obispo de Capital Federal. Incluso hubo tres chicas que fueron a hablar con el Nuncio (Apostólico de la Argentina, Adriano Bernardini), el representante del Papa en el país. Hablaron con él en el Hotel La Campigna cuando visitó Santa Rosa. El les dijo que las iba a llamar pero ellas aseguran que jamás lo hizo. Con el correr de la causa me enteré que en abril de 2006, enviaron un pedido para aprobar el funcionamiento de Servi Trinitatis al Papa y recién, en julio de 2007, fue aprobado pero no por el Papa sino por un Arzobispo español. Es decir, que durante mucho tiempo funcionó sin permiso.
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