Jueves 19 de junio 2025

Conmovedora declaración de Jorge Bustos

Redacción 20/09/2011 - 03.51.hs
La cuarta jornada del juicio oral y público donde se ventilan los pormenores del violento asalto a la joyería Bustos, dejó los que son hasta el momento los testimonios más importantes en cuanto a la investigación. Los relatos de Jorge Raúl Bustos -encargado del comercio- y de los policías Fermín Suárez y Bruno Santander, permitieron reconstruir varios detalles de lo ocurrido que complican aún más la situación judicial de los acusados, Rodrigo Buela Morales y Juan Carlos Esquivel.
La audiencia de ayer fue extensa y se alargó hasta las primeras horas de la tarde. Junto con las declaraciones de los testigos de procedimiento que restaban y de algunos efectivos que participaron de los procedimientos, se escucharon a los que en el expediente son considerados como las víctimas del accionar de los imputados.

Amenazados.
En ese sentido, pasaron inicialmente ante el tribunal que preside el juez Carlos Mattei tres empleados de la joyería, Ana María Parra, Marcos Bustos y Laura Bustos.
Parra estaba atendiendo a una clienta cuando Esquivel ingresó y las amenazó con un arma. Las llevó a una oficina, que se utiliza como taller, donde estaban Marcos y Jorge Bustos y luego llegaron los demás empleados que fueron tomados como rehenes. Laura Bustos estaba en una oficina cercana y observó lo ocurrido por las cámaras de seguridad, y allí activó una de las alarmas. Luego apareció Buela Morales y la llevó con los demás al taller. Amenazas de muerte y advertencias sobre que no activen las alarmas porque tenían "rodeada la cuadra y somos una banda", sumados a insistentes preguntas por "la chafa" y "las panas", todo a los gritos, era lo único que los empleados escuchaban en esos momentos.
Marcos Bustos identificó a Buela Morales como el que le pegó un culatazo en la cabeza a otro de los empleados, Martín Mayer, luego que este le contestara "acá no hay nada" ante una pregunta por objetos de valor. Luego que los asaltantes salieran hacia el salón junto a Jorge, escucharon disparos. "Todos pensamos que le habían pegado a Jorge, pero vino él y dijo que había llegado la policía", contó. Jorge y Laura, entonces, se apuraron a buscar la llave para cerrar la puerta de ingreso temiendo que los atacantes vuelvan.

 

Bustos.
El testimonio más fuerte del día fue el de Jorge Bustos. En sus palabras y sus reacciones quedaron plasmados los difíciles momentos que tuvo que enfrentar durante la mañana del 18 de agosto.
Bustos pasó a testimoniar con su familia -incluido su padre Horacio Raúl, titular de la firma- acompañándolo desde las sillas dispuestas para el público. El estaba junto a su hermano Marcos en la oficina-taller escuchó a Mabel Marrón, la cajera, diciendo que los estaban asaltando. En ese momento activó la alarma, y luego comenzaron a llegar los asaltantes con los demás empleados. "Ahí me tiro al piso, escuchamos insultos. 'Hablen la concha de su madre que los cagamos matando, dónde está el oro, la chafa, la plata grande', preguntaban. Me dicen 'vení pelado o te cago un tiro', me suben al salón, me hacen tirar al piso, cuando me acuesto el más grande (Buela Morales) me pega una patada en las costillas", detalló sobre los hechos. "No me había resistido ni nada, me pegó por saña", agregó luego.
En ese momento vio dos bolsos en el piso, cargados de elementos de valor. Le dijo a Esquivel donde estaba la caja registradora y le explicó cómo abrirla. Este sacó el cambio y se lo puso en el bolsillo, y le empezaron a preguntar por "los Rolex" e insistiendo con "el oro y la chafa". Los llevó hasta la vidriera para que saquen más elementos de allí, lo tiraron al suelo otra vez mientras Esquivel seguía cargando los bolsos y Buela Morales iba y venía y repetía "ésto se está demorando". En ese momento ven llegar al policía Bruno Santander, el primero de los efectivos que entró por el hall de ingreso al comercio. "Lo ven y dicen 'la yuta, la yuta'. El policía alcanza a tocar la puerta, ellos lo ven, hacen un paso y salen disparándole. El policía pega un salto y como que esquiva (el disparo), y queda al borde de la galería con la vereda. Y ahí siento segundo disparo. Decidí volver, tenia miedo que regresaran".

 

Lágrimas.
Cuando el fiscal Boulenaz le preguntó a Bustos si había podido ver alguna de las armas, Bustos respondió "sí, la tuve en la cabeza...". No pudo continuar el relato, se puso a llorar y el Tribunal tuvo que esperar algunos minutos para que se calme y se reponga. Cuando pudo seguir, dijo que en todo momento buscó llevar a los atacantes al salón para "sacarlos de esa situación donde estábamos todos". "No veía la hora de que terminara y me pareció que llevarlos al salón era una manera de descomprimir. Cuando estaba en el piso (junto a la vidriera) veo pasar una señora y con los ojos le gritaba que pasaba algo, pero después me di cuenta que de afuera no se ve por el reflejo".
El fiscal le pidió si podía identificar a los acusados. "Son los que me apuntaron a la cabeza, los vi en los medios, están sentados a mi derecha", contestó mirando en dirección a Buela Morales y Esquivel, ubicados junto al defensor oficial Pablo De Biasi. Los dos acusados, en ese momento, miraban el piso.
Finalmente, se exhibió la filmación de las cámaras de seguridad de la joyería donde quedaron registrados los hechos. Allí se ve a Buela Morales y Esquivel desde que llegan alrededor de las 8.50 al comercio hasta que se van en medio de los disparos con la policía. La secuencia total no dura más de 6 minutos, y se puede observar también como llevan a los empleados y la clienta desde el salón a otro sector del local, a Bustos boca abajo en el suelo junto a la caja (en ese momento se volvió a quebrar emocionalmente), cuando Buela Morales lo patea en las costillas, y a Esquivel llenando los bolsos.
Antes de que Bustos fuera desocupado por el Tribunal, una pregunta de De Biasi generó un momento tenso. El defensor quiso saber si los acusados "le recriminaron algo cuando llegó la policía". El comerciante le respondió: "¿le parece poco que me hayan apuntado con un arma?". Mientras Buela Morales (que tras la exhibición de las imágenes pareció ponerse bastante nervioso) lo insultaba por lo bajo, el juez Mattei sólo le pidió al defensor que especifique un poco más la pregunta.

 

Quejas cruzadas
Quedó claro que ayer no fue un buen día para el defensor oficial Pablo De Biasi ni para sus representados. El funcionario se negó a los reconocimientos de los imputados que el fiscal pidió que realizaran las víctimas durante la audiencia, y lo mismo con las camperas que llevaban puestas y que les fueron secuestradas en la detención. En ese momento, mientras declaraba el agente Santander, Buela Morales pidió retirarse mostrándose molesto y quejándose por lo bajo sin que se le pudiera entender qué reclamaba exactamente. De Biasi intentó tranquilizarlo pero el imputado no le hizo demasiado caso. Al final, el mismo De Biasi terminó casi ofendido al señalar que se le privaba el derecho de repreguntar a los testigos: como Mattei no le hizo caso, no quiso seguir preguntando más. Esquivel, como siempre, apenas cruzó algún comentario con De Biasi y Buela Morales, y luego permaneció imperturbable.
Las audiencias proseguirán el próximo jueves a las 9.00. Ese día será el turno de los peritos judiciales y policiales. El viernes se hará la reconstrucción del hecho en el centro de la ciudad, y se espera que para el lunes 26 se lean los alegatos de las partes.

 

La palabra de los policías complicó a los acusados
Durante la huida de los asaltantes de la joyería Bustos, fue un milagro que nadie saliera herido en medio del intercambio de disparos en pleno centro. Y así quedó expresado tras la declaración de los dos policías de la Seccional Tercera que acudieron al llamado de la alarma del local y que se tirotearon con los imputados.
Ayer ambos declararon en el juicio. El cabo Fermín Suárez pareció el más afectado por los hechos y su testimonio tuvo varios agregados en ese sentido. El agente Bruno Santander, en cambio, fue más específico y se limitó a relatar lo ocurrido.
Suárez contó que estaban ambos en una presencia en la avenida Roca al 600, por un robo a una vivienda. Cuando a través del Comando Radioeléctrico toman conocimiento de que había sido activada la alarma de la joyería, fueron hacia la calle Gil. El era el que manejaba el patrullero. "Traté de llegar lo antes posible, tenía un presentimiento que algo malo estaba ocurriendo ahí", dijo, aunque luego aclaró que tampoco se imaginó una situación tan extrema.
Explicó que estacionaron frente a la joyería, Santander se bajó primero y él fue detrás. Cuando subió a la vereda, vio a su compañero en la puerta de entrada retroceder y un movimiento rápido de una persona de campera clara (Buela Morales) que salía. "Le pega un grito, 'tirate' o algo así, y al instante el disparo. Fue una cuestión de segundos", detalló. Allí sacó su arma y busco resguardo sobre la puerta de la disquería Musicanoba, ubicada junto a la joyería. Escuchó un disparo más, tomó posición de tiro mientras Santander salía corriendo sin alcanzar a desenfundar. "Santander no baja con el arma en la mano, no nos imaginábamos tal situación. Cuando sale el primero, Buela Morales, me efectúa un par de disparos a mí. No recuerdo la cantidad, pero repelí la agresión. Mis disparos fueron todos a la altura de las piernas (del atacante), de la rodilla para abajo. Estaba bien posicionado para un disparo mortal pero no lo hice. Al instante sale otro atrás de él, con camperón verde (Esquivel), que también efectuó disparos", señaló.

 

Persecución.
Los asaltantes, según Suárez, corrieron por Gil hacia Mansilla: Buela Morales cruzó la calle en diagonal ("iba exaltado mal", describió) y Esquivel por la misma vereda de Bustos y disparando de espaldas. Luego cruzaron por el estacionamiento de Gil y Mansilla, y los perdieron de vista.
"Nos subimos al patrullero, pedimos apoyo, salimos por Lagos y luego por 25 de Mayo en contramano con balizas prendidas hacia Mansilla. Hago unos metros y nos encontramos con uno de ellos, que venía corriendo, el último (Esquivel). Se para y nos apunta al patrullero, fue una situación horrible. Nos apunta a nosotros, me agacho abajo del torpedo del auto e imaginé lo peor. No sé si se le trabó el arma o qué, pero no salió tiro. Mi compañero sale del auto atrás de él, y va hacia el Parque Oliver". Suárez se quedó arriba del móvil, retransmitiendo por radio lo que sucedía. Luego observó que Esquivel, a la altura de la calle Rivadavia, al verse rodeado por Santander y los demás patrulleros que llegaban, revoleó algo sobre un techo (el arma), y se arrodilló en el piso diciendo "ya está, ya está". Hubo un forcejeo, dijo, porque se resistía a que le pongan las esposas. Luego fueron hasta la calle Alvear, al estacionamiento de la U-13, para que Santander pueda identificar a Buela Morales que había sido atrapado en el lugar. Y minutos después volvieron hacia la joyería porque habían escuchado que había personas heridas.
"Llegamos pensando que había heridos de arma, en el camino cuando volvíamos empezamos a ver evidencias. Yo me quedo en el lugar, mi compañero se baja del auto. Cuando voy por la vereda de Ribeiro una persona me dice que hay un cargador de (un arma calibre) 22 tirado en un canterito. Me quedé cuidando esa evidencia. Después pedí retirarme porque estaba totalmente shockeado, no recuerdo ni siquiera qué compañero me subió al patrullero para llevarme a la comisaría a tomar café para tranquilizarme".

 

Santander.
El agente Santander contó que cuando entró por el pasillo, vio a tres personas del otro lado del mostrador: uno de suéter color crema (Buela Morales) y otro de campera verde (Esquivel) alrededor de otro (Bustos). "Los tres me observan, yo los observo. Ninguno hace señas, sigo caminando hacia la puerta y ellos seguían en el mismo lugar. Llego a la puerta y me detengo porque estaba cerrada. Veo que la persona de suéter crema se dirige caminando a paso apresurado, y me retiro unos pasos atrás, a dos metros. Cuando llega me dice 'quedate', levanta el brazo y se le ve un arma tipo revólver niquelada. Yo volteo y empiezo a correr hacia la vereda. Vuelvo a mirar y me estaba apuntando. Sigo corriendo, siento un estampido, calculo que habré estado a tres metros de la puerta y la persona parada. Sigo corriendo, mi compañero corre conmigo hacia Musicanoba por la vereda. El toma posición, y siento otra estampida. Yo seguí corriendo hasta el un árbol donde había un Fiat Spazio blanco. Desenfundo, me pongo de frente al que había salido a la vereda y cruza la calle disparando. El de verde detrás de él sale por la misma vereda, también disparando. Hice dos disparos al aire".
Luego aclaró que se bajó del patrullero con la pistola en la funda. E insistió en que recién desenfundó cuando se posicionó detrás del árbol. Ese punto fue remarcado por el fiscal en el interrogatorio, buscando afirmar que a los acusados le podrían imputar como mínimo una tentativa de homicidio.

 


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