Viernes 13 de junio 2025

Hay más líneas de colectivos pero se cubren con menos unidades

Redacción 02/04/2012 - 05.19.hs

Durante veinticinco días y en diversos horarios, un cronista de LA ARENA viajó por las distintas líneas de colectivos de la ciudad para recoger impresiones, testimonios y elementos de juicio sobre el servicio que presta la empresa Plaza. Para realizar el informe, se recorrieron más de mil kilómetros a bordo de distintas unidades de las ocho líneas que transitan por la capital provincial; se habló, al menos, con doce choferes y con más de cien usuarios.
La metodología de trabajo consistió en recorrer las líneas en horarios pico y en aquellos con una demanda inferior. La información recogida luego de varios días, se presenta en dos partes. La primera se desarrolla a continuación.

 

Horarios.
El primer día, cuando terminaba febrero, el cronista se acercó a la Dirección de Transporte para solicitar un listado de los horarios que el servicio tendría a partir de marzo. La misión se encontró con el primer escollo: los empleados de la repartición no contaban con ejemplares impresos para repartir. En cambio, advertían al usuario que los horarios que comenzaban a regir a partir de ese mes, eran los mismos que el servicio tenía los días sábado. En la web municipal (www.santarosa.gov.ar) se publicaron los nuevos horarios hace 22 días.
Ya sobre uno de los micros, los usarios al ver al periodista de este diario con hojas, anotador, grabador y cámara de fotos, confundían a menudo la tarea con la de un inspector: "¿Sos de la municipalidad?". Ante la respuesta negativa e informados de lo que se proponía hacer, comenzaban a hablar.
Las quejas empiezan con el horario y siguen por los 10 centavos de vuelto que no da el chofer (NdR: el boleto cuesta 1,90 pesos), la falta de paradas marcadas, la suciedad en las unidades, el hacinamiento en horas pico y, por último, el estado de las carrocerías.

 

¿A qué hora pasa?
El horario en todas las líneas sufrió alteraciones y no es confiable. Hay que ser precavido y estar en la parada hasta 30 minutos antes. Así, por ejemplo, un viaje desde el barrio Río Atuel hasta el hospital Lucio Molas, que demandaría 45 minutos, llega a una 1,15 horas aproximadamente. Si consideramos también el regreso a casa, con suerte, el pasajero demoraría 2 horas en ir y volver.
Una vecina se queja: "Siempre es lo mismo, yo laburo por hora limpiando casas y si llego tarde complico a toda la familia que me espera. Atraso a todos, es una lotería".
Las demoras suelen llegar a los 15 minutos y se deben a varios factores. En las horas pico, el problema es la cantidad de personas que abordan el micro y abonan el pasaje al contado (NdR: otros pasajeros cuentan con tarjetas magnéticas). Además, la variedad de valores que existen, complica aún más la tarea del chofer que realiza el cobro manual.

 

Demoras.
Los choferes aducen también que otros factores que contribuyen con los retrasos son la proliferación de semáforos, el mal estado de las calles, el creciente parque automotor y la obstrucción de algunas paradas, producto de automovilistas que estacionan sus vehículos en los lugares destinados exclusivamente a los micros.
En la lista de quejas de los hombres que conducen a los autobuses, las faltas de los automovilistas ocupan el primer lugar. "Mirá a ese charlando y con las balizas", señala el conductor. Con su dedo señala a un auto detenido en la parada. Su conductor conversa animadamente con otro vecino.
En uno de los tantos tramos recorridos, este cronista pudo ver en la misma actitud a un efectivo policial con un vehículo de la fuerza. Cuando el chofer del micro le exigió que liberara el lugar para que los pasajeros pudieran descender, el uniformado respondió de mala gana: "Ya lo corro".
Pero, el factor que realmente incrementa los tiempos de espera en las paradas es la rotura mecánica de las unidades. Cuando ello ocurre, al menos una vez por día, las demoras suelen llegar a los cuarenta minutos.

 

Menos coches.
Cuando Plaza desembarcó en Santa Rosa, en el año 2006, el pliego licitatorio exigía la cobertura de seis recorridos, correspondientes a la misma cantidad de líneas. Entonces, el parque automotor mínimo exigido era de 24 unidades.
El servicio que brinda la empresa Plaza en la actualidad consta de 8 líneas, de las cuales las líneas 1, 2, 3 y 4, utilizan cuatro unidades cada una; la línea 5 presta servicio con dos coches; la 6 lo hace con uno solo; la 7 con dos (uno con recorrido largo de 83 minutos de frecuencia que llega hasta Villa Martita y entra a Barrio Escondido, y otro desde Barrio Los Fresnos con un
menor recorrido); y la 8, con una (sale del barrio Los Hornos cada 55 minutos). En total, son 22 unidades para ocho líneas. Los choferes aseguraron que durante el verano, el parque de micros se redujo a 18.
Cualquier desperfecto mecánico suele dejar a una línea con menos coches, como sucedió el viernes pasado (30 de marzo) en la línea 4.

 

Antigüedad.
En el pliego licitatorio, el artículo 6 expresa que "Al momento de la presentación en la licitación, los vehículos no podrán exceder una antigüedad de 5 años debiendo ser reemplazados dentro de los 2 años de prestación del servicio por vehículos nuevos, unidades 0 Km. Luego de cumplida esta condición, la antigüedad media del parque automotor afectado para el resto del período de la concesión y su eventual prórroga deber ser como máximo de 7 años no debiendo sobrepasar ninguno de los mismos los 10 años de antigüedad. Los vehículos se retirarán del servicio al superar esta antigüedad".
Cuando Plaza tomó el servicio, desde el municipio manifestaron que todos los coches eran 0 km. Una simple revisión ocular constató que lo que decía a viva voz el entonces intendente Néstor Alcala, no era así. Algunas de las unidades contaban con evidentes signos de uso y su interior repintado. Pero aún obviando ese "detalle", y con 5 años de concesión del servicio, la mayoría de los coches siguen siendo los mismos, pero su estado general es peor.

 

¿Y la parada?
Los usuarios casi no cuentan con elementos visuales que señalicen las paradas de colectivos. En la enorme mayoría de los casos, no hay carteles indicadores. En los lugares donde hay cordón cuneta, el cebrado está despintado y es casi imperceptible. Varias garitas se mantienen de pie a duras penas. Otras, resultan un peligro para niños y adultos mayores, ya que en algunos casos tienen bordes filosos que sobresalen (como la del Parque Oliver), sus cimientos están en el aire o tienen algún soporte cortado, meciéndose peligrosamente cuando hay viento. Esto último, puede verse en el espacio verde del barrio Obreros de la Construcción o en calle Donatti.
Las paradas son víctimas del vandalismo, pero tampoco parece existir un plan para la reposición de la señalización, ni un lugar donde denunciar la falta de la misma. Se intentó en tres ocasiones dejar constancia de la falta de estas señales vía telefónica a la Municipalidad y, luego de un exasperante tiempo de espera, una voz femenina, cansinamente, se hizo eco del reclamo. Pasados los días, ninguna de las paradas denunciadas sufrió alguna modificación.

 


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