Una jueza le quitó tres niños a un matrimonio que los cuidaba
La policía tuvo que intervenir ayer en la Ciudad Judicial para calmar los ánimos de varios miembros de una familia, indignados por la decisión de la jueza sustituta de Menores, Gabriela Manera, que resolvió apartar a tres niños de una familia que los cuidaba desde hace ocho meses, y entregarlos a hogares sustitutos del interior. Luego de conocer la decisión, un hombre, padrino de una de las niñas desarraigadas, ingresó al despacho de Manera para solicitar explicaciones. Alarmada por su reacción, la jueza convocó a la policía, que acudió y retiró al hombre por la fuerza hacia el exterior de la Ciudad Judicial.
Junto a un equipo técnico de la Subdirección de Género de la Municipalidad de Santa Rosa, los tres niños habían sido citados para ayer, a las 8 de la mañana, en la sede de la Dirección de Niñez y Adolescencia (Ministerio de Bienestar Social), cuya titular es Carina Ganuza. Sus tutores no fueron convocados a la cita, ni notificados de la medida adoptada. Con lo puesto, los niños permanecieron allí hasta las 15, cuando fueron enviados a un hogar sustituto presuntamente designado por Niñez y Adolescencia, en un pueblo del interior. Los pequeños fueron apartados de la familia que los cuidaba a pesar de los informes favorables de todas las áreas consultadas y su excelente estado de salud, emocional y cultural. En nueve meses, habían establecido un vínculo muy intenso con sus tutores y mostraban buenos signos de recuperación del trauma producido por sucesivos abandonos.
"Dos de los niños son asmáticos y están medicados, pero ni lo tuvieron en cuenta. A estos padres adoptivos no les dieron posibilidad de armar siquiera una muda de ropa para que se llevaran. Tampoco pudieron despedirse con un beso o explicarle a los pequeños lo que estaba sucediendo. La justicia trata a los chicos como si fueran muebles o cosas, pero una persona de bien no le haría esto ni a sus mascotas", apuntó una fuente cercana a la familia afectada.
Sentido común, una rareza.
Tres niños que sufrían el trauma de abandono parental y las consiguientes consecuencias afectivas, sanitarias y psicológicas, habían encontrado junto a un matrimonio sin hijos todo el amor que hasta entonces les había faltado. Una buena alimentación, atención médica y psicológica, asistencia a la escuela, desarrollo de actividades culturales (la niña concurría a danzas, por ejemplo) y la generación de nuevos vínculos y hasta un círculo de amiguitos, les permitió recuperarse rápidamente, disfrutar una mejor calidad de vida y volver a sonreír. Pero nada de eso fue tenido en cuenta por la justicia, que resolvió sacarlos del hogar benefactor y enviarlos a un pueblo del interior, desconocido para ellos, sin siquiera despedirse de sus afectos. Allí, junto a una familia sustituta (que cobra por atenderlos), intentarán superar un nuevo desarraigo y rearmar sus lazos afectivos.
De acuerdo a fuentes cercanas, los padrinos de los niños ya habrían presentado en el Juzgado de Menores un recurso urgente, con efecto suspensorio, en el que solicitan al Estado que tenga en cuenta el interés superior de los niños, quienes hasta ahora no fueron consultados. Esa cautelar deberá ser definida por la Cámara en lo Civil cuyos magistrados, tal vez, podrían mostrar un poco más de sentido común.
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