Lunes 23 de junio 2025

El último helado de la Mónaco

Redacción 01/04/2014 - 03.59.hs
El último helado de Natalia es de cereza y dulce de leche. Este cronista pidió chocolate y frutos del bosque. La heladería está vacía y puede que seamos los últimos clientes, pero los últimos en serio. Porque hoy, después de 29 años de elaborar productos artesanales, la Mónaco bajará la persiana. El negocio iniciado por Humberto Huerta duró tres décadas y en ese tiempo se convirtió en un punto de referencia para los santarroseños. El cierre, cuentan los empleados, fue una decisión firme e irremediable que el mismo dueño les informó hace tres meses. El edificio ya fue vendido y aparentemente van a demolerlo.
Mientras escarba el cucurucho buscando las últimas cerezas, Natalia mira el techo del local como buscando un recuerdo. Hasta que lo encuentra: "Yo venía siempre con mis amigas. Teníamos 12 años y salir al centro era todo un acontecimiento. Salíamos del Barrio Aeropuerto, dábamos una vuelta al perro y siempre nos tomábamos un helado. Hubo un tiempo en que sólo veníamos a ver al chico que atendía".
Ahora detrás del freezer mostrador no está el vendedor preferido de Natalia, si no Pablo (25) con su delantal y su cofia de color negro y amarillo. Dice que hoy es su último día de trabajo, después de dos años y medio de servir helados. "No hubo problemas, el dueño quiso cerrar y nos habló como corresponde. Era una decisión tomada. Hoy a la medianoche cuelgo el delantal y me voy a Córdoba a probar suerte", dijo el muchacho.
-¿Y qué dijeron los clientes?
-Se amargaron un poco cuando les dijimos que cerrábamos. Es que son muchos años y estaban acostumbrados a nuestros helados.
El precio del kilo de helado -dice el empleado- bajó en las últimas semanas. En los vidrios de la heladería hay carteles que anuncian: "Derretimos los precios. Cerramos a fin de mes".

Esclavo.
"Tengo 64 años y quiero disfrutar". Desde el otro lado del teléfono Humberto Huerta parece seguro de la decisión que ha tomado. "El comercio es un trabajo muy esclavo. Yo trabajé casi 30 años sábados, domingos y feriados. En el verano llegué a cumplir 18 horas. Me fue muy bien pero todo tiene un límite", dijo Huerta a LA ARENA.
En 1985 el hombre llegó a Santa Rosa con su mujer, seis hijas y la intención de armar una sucursal del negocio que tenía su hermana y su cuñado en Catriel. A los pocos años su cuñado dejó la heladería y Humberto le compró la parte. "Afortunadamente todas mis hijas estudiaron y son profesionales. Eso me lo dio la heladería. Agradezco a todos los clientes que me acompañaron, pero lo mío se terminó".
Antes de cortar el teléfono el heladero dice: "No he conocido nada, no he podido viajar. Yo no pretendo más, quiero disfrutar de mis ocho nietos y darle a Noemí, mi mujer, las cosas que no tuvimos en todo este tiempo".

 

Franquicias.
En los últimos años las franquicias de heladerías se colaron en todas las ciudades del país ofreciendo productos a precios muy bajos. La calidad, obviamente, no es la misma que la de los helados artesanales pero el precio es realmente superador. En Santa Rosa el kilo de helado de una franquicia vale casi la mitad que en una heladería artesanal -$90 contra $55-.
"Nosotros cerramos, pero quedan dos heladerías artesanales en la ciudad. Es bastante cruel lo que sucede con los negocios familiares, que en muchas cosas no pueden competir", agregó Pablo.
Por otra parte, el concepto comercial de lo "que debe ser" una heladería se ha modificado. Hoy uno puede encontrarse con nuevos artículos y servicios. En Santa Rosa, hay locales que además de cremas heladas venden wafles, café, sandwiches y tortas.
Son las cinco de la tarde y detrás de la caja registradora quedó Pablo, solo y en silencio. Afuera está fresco y sopla una brisa otoñal.
-¿Qué tal estuvo ese helado?, me pregunta Nati.
-Muy rico, es una lástima que cierre ¿no?
-Sí, una lástima -dijo ella-. Los helados nuevos no tienen gusto a nada.
Después nos limpiamos las manos, hicimos un bollito con la servilleta y lo tiramos al tacho.

 


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