Puccio, el criminal que era como uno más
Hoy, el nombre de Puccio ocupa cientos de minutos y miles de palabras en programas de televisión, radios, diarios, revistas, medio digitales y pantallas de cine. El estreno de "El clan", la película dirigida por Pablo Trapero y protagonizada por Guillermo Francella (en el papel de Arquímedes) junto al inminente estreno de una serie (por Telefe) y un reciente libro ("El clan Puccio", de Rodolfo Palacios) desataron una especia de "Pucciomanía" en todo el país.
Pero Arquímedes Puccio vivió la última etapa de su vida en General Pico. Y por primera vez en casi 25 años el líder de un clan dedicado a secuestrar y matar gente en los años '80 accedió a hablar en un reportaje concertado. Por espacio de más de tres horas describió aspectos de su vida y mostró documentación personal.
LA ARENA, a través del periodista Gustavo Menéndez, fue el único medio que en ese momento logró entrevistar al hombre que fue señalado como jefe de una banda criminal. La entrevista se publicó el 22 de noviembre de 2009, cuando Puccio estaba en libertad condicional.
"Apropiaciones".
Puccio se instaló en Pico, pero no podía salir de la ciudad. Su intención era radicarse en Buenos Aires, al tiempo que intentaba jurar allí su título de abogado, carrera universitaria que concretó mientras estuvo como interno en Devoto. Pero la Justicia le negó el traslado.
Puccio fue condenado junto con sus dos hijos Daniel y Alejandro, quien murió en el año 2008. Su sentencia fue pronunciada en 1995. En el año 2004 llegó al Instituto Correccional Abierto de General Pico pero violó las normas de reclusión y fue alojado en la Unidad 4 de Santa Rosa. A partir del 2008 regresó a esa localidad con el beneficio de la libertad condicional.
-Cuando mira hacia atrás ¿de qué se arrepiente?
-De nada me arrepiento, todo lo hice con mi convicción, todo lo hice con patriotismo y con mi verdad.
Para Puccio los secuestros y asesinatos de los empresarios por los cuales fue procesado y condenado no fueron tales. "Fueron apropiaciones", dijo en ese momento. Además, aseguraba que él no era quien comandaba la banda que operaba en su casona de San Isidro. La organización estaba compuesta por sus hijos, Daniel y Alejandro; el militar retirado Rodolfo Franco y sus amigos Guillermo Fernández Laborde y Roberto Oscar Díaz. "Yo nunca fui jefe de esa situación, lo era el coronel (Rodolfo) Franco, un hombre patriota, con personalidad. Siempre me señalan a mí, pero yo no hablé nunca", afirmaba.
Uno más.
Lo cierto es que en los años en que vivió en Pico, Puccio pasó casi desapercibido. La vivienda del barrio El Molino en la cual falleció el 3 de mayo de 2013 era sencilla. La mayoría de sus vecinos, según algunos datos recabados en la zona, no sabían quién era ese hombre, ni su oscuro pasado. Para algunos era un hombre tranquilo y que pasaba desapercibido. Sin embargo, algo que llamaba la atención de una vecina era que siempre firmaba como "Doctor Arquímedes" sin hacer referencia a su reconocido apellido.
Puccio, sumido en la miseria, consiguió alojamiento gracias a un pastor evangelista, con quien convivía cuando falleció a los 84 años. En el libro de Palacios se menciona que vivía tranquilo y que solo un peluquero se negó a atenderlo cuando supo su identidad.
Antes de su muerte, Puccio se paseaba por las calles de la ciudad sin inconvenientes y con una apariencia muy saludable. Incluso a principios del 2012 dio a conocer públicamente su relación con una joven mujer oriunda de Trenel. Ese romance, a pesar de las primeras versiones de inminente matrimonio, duró poco tiempo. La mujer, Graciela, de 48 años, conoció a Puccio porque fue su clienta debido a un problema legal.
Su adaptación era tal que el entonces concejal y ex candidato a gobernador por Nuevo Encuentro, Francisco Tineo, acompañó en septiembre de 2011, la iniciativa para que Puccio expusiera en el Concejo Deliberante el denominado Plan Quinquenal, que puso en marcha el gobierno justicialista, entre 1947 y 1951.
Tineo defendió el pasado peronista de Puccio y hasta resaltó los conocimientos que tenía sobre el justicialismo. Puccio, vinculado a la SIDE y a la triple A de Aníbal Gordon, trató durante su periodo en libertad intentar dar a conocer los supuestos contactos que tuvo su familia con los primeros gobiernos justicialistas y solía narrar historias ligadas a ese tiempo.
"Yo cumplí".
"La cárcel es la representación misma del infierno", decía Puccio a LA ARENA al referirse a sus años en distintos penales. Aseguraba que fue el principal impulsor de la iniciativa para que los internos puedan estudiar carreras universitarias o cursar el secundario. "Yo cumplí con creces con la Justicia", agregaba al evaluar la cantidad de años tras las rejas.
La libertad condicional le fue otorgada cuando el fiscal subrogante de Ejecución Penal, Jorge Andrades, dictaminó a favor de otorgarle el beneficio. Entre otras cosas, tuvo en cuenta el tiempo que llevaba detenido, la conducta y el concepto "ejemplar 10" en prisión, y el hecho de que se haya extinguido la "temibilidad" y la "peligrosidad". Andrades consideró que Arquímedes llevaba 53 años detenido, ya que le computó el tiempo que estuvo preso sin condena en cuatro causas, que luego se unificaron al momento de dictarle la condena de reclusión perpetua en 1995.
Secuestros y asesinatos de un clan siniestro.
Arquímedes Puccio nació en el barrio porteño de Barracas y según afirmaba su abuelo era un "hombre rico" y que él nació en "cuna de oro". Se casó con Epifanía Angeles Calvo, con quien tuvo cinco hijos: Alejandro, Silvia, Daniel, Guillermo y Adriana. Con los años, compró una casona en San Isidro (uno de los lugares más ricos del país). El lugar era usado como "cárcel del pueblo".
Entre las víctimas figuran Ricardo Manoukian, que tenía 24 años y era amigo de Alejandro, un reconocido rugbier del club CASI y que llegó a integrar Los Pumas. Manoukián fue secuestrado el 22 de julio de 1982, en San Isidro. Por él se pagó un rescate de 500 mil dólares, pero igual lo asesinaron.
Eduardo Aulet: ingeniero industrial, fue secuestrado el 5 de mayo de 1983 en Barrio Norte. Estaba casado y tenía 25 años. Se conocía con Alejandro porque jugaba al rugby. Su familia pagó 100 mil dólares. Pero lo asesinaron.
Emilio Naum: dueño de dos casas de ropa, tenía 38 años. El 22 de junio de 1984, vio que Arquímedes -a quien conocía- le hacía señas y paró con su auto. Se resistió, le pegaron un tiro en el pecho. Fernández Laborda confesó haberle disparado.
Nélida Bollini de Prado tenía 58 años cuando la secuestraron, en 1985. Su familia era dueña de una concesionaria de autos. Estuvo 32 días en el sótano de la casa de los Puccio, atada con una cadena al tobillo y sin que ningún vecino observara "algo raro". Fue la única sobreviviente.
Detenido.
El 23 de agosto de 1985 la policía detuvo a Arquímedes, a su hijo Daniel y a Fernández Laborda cerca de la cancha de Huracán, cuando iban a cobrar el rescate exigido por la empresaria. Arquímedes les dijo a los policías que su casa estaba dinamitada, para evitar que fueran y ganar tiempo, pero fue inútil. Cuando los efectivos llegaron a liberar a la mujer, Alejandro estaba con su novia y también fue detenido.
Días después del 3 de mayo de 2013, cuando falleció, este diario informaba que nadie había reclamado los restos de Puccio. El cuerpo del hombre condenado por cuatro secuestros y tres homicidios en la década del '80, permaneció en la morgue. Finalmente los restos fueron enterrados en una fosa común en el cementerio piquense.
"Puccio era cínico, un farsante".
Arquímedes Puccio espera para pagar en la cola de un supermercado de General Pico. Es marzo de 2009, hace ocho meses que está en libertad y el día amaneció fresco. Por eso antes de salir de la casa donde vive de prestado, se puso una campera de abrigo color gris. En el changuito lleva unos pocos artículos que podría haber cargado en la mano. Está por llegar a la caja cuando un rumor comienza a perseguirlo, como un moscardón. Sin voltear puede oírlos cuchichear a sus espaldas: "Ese es Puccio". El rumor se eleva como una ola y algunos clientes lo insultan con saña, como si lo conocieran de toda la vida, como si lo odiaran desde siempre. Finalmente, Puccio manda a todos al diablo, abandona la compra y sale del lugar haciendo aspavientos. Afuera, un equipo de LA ARENA está registrando toda la secuencia.
"Puccio llegó a Pico en 2009. En un primer momento no salía a ningún lado. Su primera aparición fue en el supermercado, cuando lo reconocieron y lo insultaron. Esteban Silva, el fotógrafo, hizo una toma cuando el viejo salía", dijo Gustavo Menéndez, por entonces corresponsal de LA ARENA en General Pico.
Conseguir la primera entrevista con Puccio, no fue una tarea fácil para Menéndez. El periodista debió insistirle varias veces cuando el hombre se tomaba el colectivo. Hasta que una mañana, cuando menos se lo esperaba, el recién salido de la cárcel llegó a la Agencia de este diario en la ciudad del norte.
"Después de una semana se apareció una mañana diciendo que quería hablar, en la Agencia hicimos la primera entrevista. No sé cuántas fueron pero fueron varias".
-¿Qué impresión te dio Puccio?
-Siempre tuve la misma impresión: él era un cínico, un farsante. Tenía una voz autoritaria, de mando. Pese a su edad estaba muy lúcido y era muy manipulador. Tenía una mirada de sangre fría.
-¿Cómo era el lugar donde vivía?
-En el último lugar en que lo entrevisté, y donde vivió, era una pensión. Ahí alquilaba una habitación con baño compartido. No había demasiado lugar: había una cocina, la cama, los libros y no mucho más. Afuera, en la puerta, había pegado una tarjeta personal que decía abogado. Sacaba chapa de abogado el viejo cretino.
-¿Qué fue lo que te llevó a entrevistarlo?
-Una cuestión de orgullo periodístico, tratar de que hable, sacarle algunas definiciones, que tuviera la oportunidad de arrepentirse. Pero me parece que ninguno de los periodistas que lo entrevistamos logramos eso. Nunca se mostró arrepentido. Cuando querías hablar de los crímenes, él hablaba de política. En el reportaje, a los secuestros no los llamó secuestros. Lo único que lo sacaba de eje, era cuando le mencionabas al hijo, a Alejandro.
-En el libro "El Clan" de Rodolfo Palacios, cuenta que Puccio era un ser engreído y obsesionado con el sexo ¿Era de esa forma?
-El hacía alarde de su sexualidad. El día que lo entrevistamos abrió el maletín para mostrar documentación personal pero también mostró cajas de profilácticos. Yo lo tomé como una actitud de querer mostrar su virilidad.
-¿Es cierto que tuvo una relación con una menor de 15 años?
-No lo sé. Lo que sí tuvo fue un romance con Graciela, una mujer de entre unos 30 y 40 años que era de Trenel. Ese acercamiento estaba blanqueado.
-¿Cómo lo trataba la gente en General Pico?
-Con indiferencia, algunos ni lo reconocían. Lo del peluquero que no lo quiso atender es cierto.
Cuando se recibió de abogado, iba a Tribunales a plantear cosas porque tenía algunas causas penales por incidentes menores con sus propios vecinos. Iba a sacar chapa.
-¿Sabe si tenía contacto con alguien de su familia?
-No. Nadie de la familia lo contactaba. Estaba absolutamente solo. El mentía, decía que la familia lo llamaba pero no era cierto. Solo una prima lejana, muy cada tanto lo llamaba para ver si seguía vivo.
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