“Afectará a la producción de la Argentina”
“No reclamamos salarios, sino mantener la autarquía y seguir decidiendo prioridades junto a los productores”, afirman desde la estación de Anguil.
“Esta reestructuración del INTA afectará la realidad cotidiana del productor agropecuario. La estructura de nuestra Estación Experimental, aún con falta de personal, permitió que en 2024 organizara más de 220 jornadas, más de 70 publicaciones en boletines técnicos, más de 74 presentaciones en congresos y más de 20 publicaciones en revistas, además de concretar seis convenios de colaboración con empresas públicas y privadas. Pero, además, esta estructura se mueve y llega al territorio. Y eso es lo que más se verá afectado: la capacidad del organismo para dar respuestas al productor, no solo en las áreas más dinámicas de la economía, también en el caldenal y el oeste”, advirtieron desde la Estación Experimental Agropecuaria Anguil “Guillermo Covas”.
Tras el freno al mega DNU 70/2023 la reformulación del Estado se va cumpliendo en etapas. Ahora le tocó al INTA, organismo que desde su creación, hace 70 años, fue motor de innovación y aportó avances y desarrollos tecnológicos que transformaron el campo argentino. Más de 40 estaciones experimentales y más de 300 agencias de extensión del país lanzan gritos de alerta sobre la reducción de campos experimentales, personal y recursos materiales, que ponen en riesgo la capacidad operativa y modifican su función para convertirlo en una mera “Agencia de Ciencia y Divulgación”, abandonando a productores, pymes del sector agroalimentario y forestal, y programas sociales emblemáticos, como el Prohuerta.
Muere el federalismo.
En La Pampa funcionan una estación experimental y siete agencias (Santa Rosa, General Pico, Anguil, Guatraché, 25 de Mayo, Victorica y General Acha) además de un campo anexo en Chacharramendi. Ayer, en la sede de la AER Santa Rosa, el director Daniel Oscar Funaro, el coordinador de Extensión, Juan Lux; Gabriela Volpi Lagreca, del equipo de Producción Animal, Hernán Romero, asistente de Planificación, y Roberto Maldonado, del sindicato Apinta, ofrecieron una conferencia de prensa para reiterar un reclamo que encuentra eco innumerables organizaciones y puso en pie de guerra hasta a la Mesa de Enlace.
“Si se concreta, el DNU eliminará el sistema de gobernanza público-privado, despedirá al personal técnico y no permanente y pondrá a la venta los campos experimentales, que son laboratorios a cielo abierto” explicó Funaro. El INTA tiene una estructura de gobierno colegiada, con representantes del Estado, universidades, entidades agropecuarias y mini fundistas. El decreto excluirá a todos los sectores científicos y agroproductivos y concentrará las decisiones en el Poder Ejecutivo.
“En 2024, la estación Anguil cumplió 70 años de trabajo, con una presencia bien conocida por el sector productivo de toda la provincia”, recordó. Hoy, la motosierra amenaza “eliminar el federalismo y la representación de sectores involucrados, un complejo entramado que permite sostener una mirada pampeana para aportar valor a nuestra producción agrícola ganadera”.
Además de espacios resolutivos, este sistema incluye consejos locales asesores (CLA) en cada agencia y estación, que “proponen hacia dónde tenemos que enfocar nuestras investigaciones, desarrollos, programas y tareas, de acuerdo a las problemáticas del territorio”. “Solo quedarían cuatro representantes de la Mesa de Enlace y cuatro del gobierno. Si hay empate, decide el presidente: nos convertiremos en un brazo ejecutor de políticas dictadas por el gobierno de turno y dejaríamos de desarrollar políticas a largo plazo”. Funaro recordó: “tenemos ensayos de larga duración que llevan 30 años, así como en distintos puntos existen bancos de germoplasma que cuesta mucho crear y mantener. No estamos reclamando salarios, sino mantener la autarquía y seguir tomando decisiones compartidas con los sectores involucrados”.
No hay futuro.
El recorte comenzó el año pasado con un plan de retiros voluntarios. “Se acogieron siete personas y nos dejaron un agujero grande, porque era personal formado y con especialidad obtenida en el extranjero. Ahora despedirían a becarios y PNP (planta no permanente), que son los más vulnerables a pesar de haber ingresado por concurso y contar con posgrado o maestría”. Serían 25 cesantías, pero “si cierran las agencias se sumarán otros 43 agentes”. En el país, la cifra de despidos llegaría a 850.
“La cuestión más grave es el envejecimiento de la planta. Hay seis especialistas en nuestros laboratorios y en uno trabajan dos PNP: si se van, tendremos que cerrar ese laboratorio y quedaríamos sin especialistas en diagnóstico de enfermedades”.
Los despidos dejarían a muchas familias se quedan sin sustento, pero “también implicarán la ruptura de todos los grupos de trabajo. No harán más eficiente al Estado, todo lo contrario, y además del presente, destruye el futuro porque se está formando el personal que genera conocimientos para dar respuesta dentro de 15 años. Nos están pegando en la línea de flotación: el cierre de vacantes significa que en diez años no quedará planta”.
“Por todo”.
También resultaría fatal la venta del 80% de los campos. “Vienen por todo, las áreas técnicas y el capital inmobiliario. El año pasado remataron el Edificio Cerviño (una exclusiva esquina porteña, en Cerviño y Ortiz Ocampo, que recaudó 18,5 millones de dólares), y en Salta ya vendieron 25 hectáreas. Estas tierras son nuestros laboratorios a cielo abierto y se pierden para siempre, porque ningún productor pueda destinar parte del campo para experiencias de larga duración con animales, cultivos o estudios de suelo, haciendo restricciones de 100 ó 150 vacas para ver cómo afecta la productividad a futuro, o evaluaciones genéticas que demandan entre cinco y seis años, desde la planificación hasta el gancho”, lamentó Funaro.
“Argumentan que se duplicó el personal. Es mentira. En 2005, cuando cumplimos 50 años, se editó una revista alusiva que incluyó la lista de todos los empleados pampeanos: eran 122. Hoy somos somos 128. Tenemos la misma planta que hace 20 años. Y absolutamente todos los ingresos se realizan por concurso y priorizando las vacancias demandadas por problemáticas del territorio”, añadió.
Resistencia.
Afortunadamente, la apatía generalizada ante el desguace podría estar dejando paso a una movilización popular de resistencia, en defensa del emblemático organismo. “Nos llegan muestras de solidaridad y cariño de todos los rincones. Recibimos apoyo de todos los municipios; la semana pasada nos reunimos con el gobernador y la ministra de Producción; también nos visitó el senador Kroneberger para interiorizarse de la situación, y vino la intendenta Fernanda Alonso, desde General Pico. Hoy (por ayer) nos reuniremos con diputados nacionales del PJ, y mañana con algunos legisladores provinciales”, contaron.
“Los referentes de la Mesa de Enlace se juntaron con autoridades del gobierno durante la Expo Agro. Y allí se quebró el diálogo, cuando advirtieron que la cuestión es gravísima. Descubrieron que perderán los consejos regionales y no podrán decidir adónde enfocar las investigaciones ni el trabajo en territorio, que serán ordenados de arriba hacia abajo, y no al revés. Esa es nuestra mayor fortaleza: ahí se dieron cuenta de que les habían vendido gato por liebre y levantaron banderas para defender el INTA”, concluyeron.
Un modelo en el mundo.
Además de elemento clave para el desarrollo del campo argentino, el INTA ha sido un modelo a seguir en todo el mundo. “Es el único organismo que hace investigación, desarrollo científico y extensión. Nuestras investigaciones no van al paper sino al territorio”, explicó Funaro. Desde 1956, el INTA fue motor de innovación, aportó avances que transformaron la producción agropecuaria y hoy es un ejemplo a seguir.
Entre sus miles de logros destacan la introducción de la siembra directa, el desarrollo de cultivos adaptadas a cada región y una vanguardia en producción ganadera y conservación de diversidad genética en colecciones de campo, esenciales para sostener sistemas productivos sustentables.
Además de programas emblemáticos como el Prohuerta, produjo innovaciones tan relevantes como los silobolsas, una tecnología clave para el complejo agroexportador que hoy se exporta a 50 países. El INTA también desarrolla maquinarias y técnicas que son exportadas y aportan divisas, así como herbicidas para combatir el mosquito del dengue, una máquina para mejorar la cosecha de algodón producida junto a la metalúrgica Dolbi, el Plan Estratégico Vitivinícola 2030, y vacunas contra la leucosis bovina, la bursa en pollos, la “tristeza bovina” y la fiebre aftosa, entre otras.
También desarrolló la primera máquina que envasa, pasteuriza y enfría leche fluida en condiciones óptimas para comercialización directa, y diseñó un protocolo con criterios de bienestar animal basado en requisitos europeos, fundamental para avanzar con un acuerdo Unión Europea-Mercosur.
Sin el INTA no habría Malbec en Argentina, ni arroz en Brasil, ni siquiera podríamos consumir sopas instantáneas, que desarrolló este organismo.
Economías regionales.
“La estructura pública-privada nos permite obtener recursos por exportaciones y regalías. Más de la mitad de nuestro presupuesto proviene de convenios con el sector privado: cobramos regalías por el arroz que producen Argentina y Brasil y lo mismo ocurre con la cebolla y muchos otros cultivos. Estos días algunos diarios rescataron el recuerdo del Malbec, cuando las pocas hectáreas que quedaban fueron afectadas al punto de declarar su extinción. Pero el INTA tenía Malbec en sus bancos de germoplasma y así pudo rescatarse una cepa que hoy es el vino vino insignia del país. Eliminar el INTA producirá un perjuicio enorme a las economías regionales: por eso defendemos el federalismo”, afirmó Funaro.
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