Viernes 26 de abril 2024

Celebrar la vida a cada segundo

Redacción 06/09/2022 - 10.05.hs

La calle Avellaneda es una de las icónicas del centro de la ciudad y es eminentemente comercial sobre todo en cercanías de la plaza San Martín. Eso queda demostrado en los escaparates de los locales de la zona que muestran desde ropa deportiva, hasta informal o de fiesta, pasando por electrodomésticos, juguetes, zapatos de caballeros y de damas, y también relojerías y locales de venta de bijouterié, entre otras muchas ofertas.

 

Están los que llevan años instalados por allí, y otros unos pocos menos. Quien camine por esas veredas podrá advertir a personas que trabajan -algunos son propietarios- desde hace décadas en el lugar. Es el caso de ese señor mayor de cabellos grises que -religiosamente- abre las puertas de su comercio a las 8 de la mañana. Un acto que lleva adelante, según se ve, casi con alegría.

 

Es verdad que hay momentos de la existencia en que nos podemos sentir abrumados y se nos hace cuesta arriba seguir; y quizás nos pase a casi todos, y todas. Y por eso, para superarlos se hace necesario en la medida de lo posible permanecer ocupados en lo que a uno pueda gustarle, o pueda desarrollar. Esto es tener objetivos, aunque sea mínimos. Para celebrar la vida segundo a segundo, y todos los días (como canta Axel)... Que al cabo de eso se trata... Así como lo entienden Luis y Mary.

 

Mary los cuidó a todos.

 

Luis Anselmo Besi (87) y María Rivero (Mary) están al frente de Casa Besi -local en cuya vidriera se puede leer: "Joyería-Relojería-Grabados-Bijouterie-Reparaciones- desde hace nada menos que 45 años. El comercio, que nació siendo de Carlitos Segovia -conocido personaje de la ciudad, ya desaparecido- y vendía bijouterie, quedó enseguida en manos de Besi, quien lo atendió junto a su esposa Teresa Medina -hasta su fallecimiento hace pocos años-, y a Mary llegada de Corrientes. "Vivió siempre con nosotros cuidando a nuestros tres hijos; y ahora me cuida a mí", expresa Luis.

 

Y es verdad, Mary se desempeña en el comercio prácticamente desde que abrió sus puertas, y todavía atiende al público.

 

Luis es un querido vecino de la ciudad que llegó desde Catriló a Santa Rosa para hacer el secundario en la Escuela Industrial -se iba a recibir de Técnico Electromecánico- hace muchos años, y se quedó para siempre. Aquí armaría su familia con Teresa Medina, la madre de sus tres hijos, Juanjo (conocido ciclista); y Sabrina y Carlos (que son mellizos), ella profesora de Educación Física y el varón juez en la Justicia provincial. Ellos le han dado nada menos que ocho nietos que, según refiere, "son muy abueleros. Siempre están visitándonos", afirma.

 

Luis señala que su esposa Teresa trabajó además muchos años en la Universidad Nacional de La Pampa, en puestos de cierta responsabilidad, hasta jubilarse. Ella sería importante al momento de hacerse cargo del negocio.

 

Luis realizó diversas tareas, "después de hacer el servicio militar estuve trabajando un año en la Escuela Industrial, hasta que empecé en el Molino Werner", narró.

 

En ese lugar iba a conocer la formalidad que don Emilio le imprimía a todo lo que se hacía en lo que era la empresa más importante de La Pampa en esos tiempos. "Él mismo se encargaba de supervisar... yo hacía los trabajos de tornero que se necesitaban en el Molino, pero en el taller en que me desempeñaba hacía un frío enorme, por eso agarré un tarro y lo llené de brasas y así me calefaccionaba. Un día entró don Emilio y me preguntó qué era eso; y le expliqué qué pasaba. A la semana había una enorme estufa (salamandra) con chimenea y todo cambió, el hombre se ocupó personalmente, como hacía tantas cosas", agregó.

 

Enseguida lamentó el estado que presentan esas instalaciones, como el chalet (hoy derruido) que "era un verdadero lujo. Pero así fueron las cosas", se resigna.

 

La jubilación.

 

Más tarde se desempeñó en la estación de Servicio Shell, de la familia Medina -su esposa era hermana de los propietarios-, y un tiempo largo lo hizo paralelamente en la Universidad y en la Dirección Nacional de Vialidad, organismo donde se jubiló.

 

Pero no obstante eso Luis se siente muy bien para seguir con el comercio. "La verdad es que no me puedo quejar... no tuvimos Covid con Mary, pero sí nos agarramos una gripe hace unos días", admite, mientras agrega que "fue un descuido, porque anduve en la vereda sin darme cuenta que se había puesto frío".

 

El hombre rememora que también es conocido porque practicó "bastante deporte. Jugué al básquet en All Boys, con el Flaco Valverde (después hombre de Atlético Santa Rosa), Faca, El Chueco Martín y algunos otros... pero también le hice al sóftbol". Ambos deportes que también desarrolló su hermano El Flaco Besi (el zurdo que se distinguió en el básquet con la camiseta de Santa Rosa).

 

Siempre en el centro.

 

Juntos con Mary cuentan que el comercio "al principio, cuando lo tenía Segovia, estuvo en Galería Tabelión, y enseguida lo tomamos nosotros, que nos fuimos un tiempo frente a la plaza, "al lado de la Farmacia Palasciano que todavía estaba" (esto es al lado de la confitería que está en la esquina y donde hoy hay un local de venta de ropa).

 

Al tiempo se mudarían a la actual ubicación, en Avellaneda al 280. "Sí, estamos hace 45 años, cuando la alquilamos a la viuda de Jorge. Y la verdad es que no nos podemos quejar, porque trabajamos bastante...".

 

Explican que por la situación cuidan cada paso que dan: "Tenemos lo justo y necesario, porque por ejemplo ahora con el tema de los celulares que cumplen todas las funciones no sabemos hasta cuándo se van a usar relojes... pero tenemos buenas ventas", dice Luis.

 

Mientras se puede observar en el salón un poco de todo: relojes de pared de distintas dimensiones y formas -que se nos ocurren no deben ser precisamente de los más baratos-, relojes de muñeca, despertadores, magníficas alhajas, medallas, gemas y dijes con cadenas de oro y de plata y bijouterie de lo más diversa.

 

También se presta en el lugar "un pequeño servicio como sería un cambio de pilas, de mallas de relojes, o algún pequeño arreglo. Lo bueno es que lo hacemos de inmediato y a veces delante mismo del cliente... y en eso garantizamos rapidez", expresan.

 

Además de la parte comercial que por supuesto siempre interesa, Casa Besi es para ambos una buena forma de mantenerse activos... Y dice Luis: "Tengo 87, pero me levanto todos los días a las 6 de la mañana con ganas de venir y abrir el negocio... al mediodía cerramos; yo hago una pequeña siesta y a las 4 ya estamos de vuelta. A la noche cena, un poco de televisión para estar listos y volver al día siguiente", coinciden.

 

Receta para vivir.

 

Dos vecinos de la ciudad, que tienen -como tantos- muchos años de trabajo. En el caso de Luis más de 65 años en diversas actividades; y en el de Mary algunos menos, pero igualmente muchos. Y con respecto a Casa Besi no menos de 45 años. Una vigencia notable que bien vale que sea reconocida.

 

La historia común de gente de por aquí nomás y que vale la pena conocer. Porque cada cuál tiene una historia, y en esta se trata de personas que eligieron afirmarla en el camino del trabajo. Que es la mejor manera de levantarse todos los días positivos, con ganas de hacer algo, de estar activos y sentirse útiles. Casi que podría decirse que es la mejor receta para vivir mejor... (M.V.)

 

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