Viernes 04 de julio 2025

“Es una forma de vida que disfrutamos”

Redacción 03/04/2023 - 14.48.hs

“Tenemos que hacer un viaje sin estar pendientes del tiempo”, fue la idea que lanzó Cruz Scardellato hace siete años. Sin dudar, Caren Pereson aceptó. Dejaron de usar sus bicicletas como percheros, las cargaron en un avión hacia Alaska y comenzaron “a bajar”. Desde 2016 recorrieron la mayor cantidad de países del continente americano, ya regresaron a Argentina, llegaron al sur por la ruta 40, ahora se encuentran en La Pampa y continuarán su viaje hasta Santa Fe, de donde son oriundos. Pero se quedaron con ganas de más.

 

Cruz tiene 36 años, es de Teodelina, y Caren tiene 34, oriunda de Avellaneda. Ambos de Santa Fe. Se conocieron en la universidad cuando estudiaban Abogacía. Ya habían experimentado el espíritu aventurero recorriendo algunos países como mochileros, pero no les alcanzó. Querían conocer la cultura de cada uno de ellos y eso no se logra si no es conviviendo con las personas que habitan esos rincones.

 

Querían viajar lento y nada mejor que aquellas bicicletas que habían comprado para hacer ejercicio. A Cruz se le ocurrió la maravillosa y loca idea de recorrer América, pero no comenzaron desde Ushuaia porque se podían arrepentir y volverse al hogar, es por ello que con los ahorros que tenían, en mayo de 2016, volaron directamente a Alaska.

 

“No éramos ciclistas”, aclaró Cruz en diálogo con LA ARENA, pero aseguró que arrancar desde América del Norte les permitió “lograr una adaptación más rápida del viaje” que, sin dudas, “fue duro”. “Los primeros días fueron para aprender a pedalear tantos kilómetros, hacer equilibrio con el peso. Estuve con dolor de rodillas como seis meses, el primer día me caí como cinco veces, pero todo es costumbre…”, señaló Caren.

 

Planificación.

 

Pero, ¿cómo organizar un viaje tan largo? Ante esa pregunta, Caren contó que “hasta el norte de México teníamos bien definida la ruta por la VISA en Canadá y Estados Unidos. Después empezamos a escuchar a la gente y sumamos Cuba que no estaba en nuestros planes”. En los países anglosajones solo podían quedarse 60 días y en Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala, entre los cuatro países, le permitieron 90 días en total.

 

Para llevar adelante esta forma de vida, él trabajó como fotógrafo y ella como diseñadora gráfica. Y remarcaron la importancia de conocer personas, hacerse amigos y de esa manera transitar los espacios con mayor facilidad. Antes de comenzar el periplo, en el lugar que alquilaban en Santa Fe, recibían a viajeros de otros países y durante la aventura se manejaron con aplicaciones que tienen como objetivo fomentar el intercambio de personas que se encuentran en la misma situación.

 

Contactos.

 

“Lo que más nos gustó fue el contacto con la gente porque al viajar en bicicleta siempre se te acercan, te invitan a pasar los cumpleaños, una cena, y es cuando uno aprende la cultura”, destacó Cruz y Caren agregó: “En pueblos chicos preguntamos a los bomberos dónde acampar. En el altiplano boliviano buscábamos un lugar con techo porque venían las tormentas con relámpagos”.

 

Obviamente que las anécdotas son infinitas porque son siete años de viaje. Destacaron la llegada en bicicleta al Gran Cañón, en Estados Unidos. “Llegar pedaleando es increíble”, sostuvo Cruz. También recordaron cuando las ratas le comieron los asientos en Panamá, cuando el joven se cayó de la bicicleta en el estado de Utah y se fisuró una costilla. “Pero fuimos de calladitos porque la medicina es muy cara allá”, dijo Cruz.

 

También sufrieron hurtos de dos celulares y una billetera en México, Bogotá y Los Angeles. “Era mientras nos movíamos en transporte público en ciudades grandes”, señaló Caren. “En todos los países nos trataron muy bien. Hay que tener el cuidado básico”, aseguran.

 

Pandemia.

 

A los 15 días de llegar a Ecuador, se decretó la emergencia por el Covid-19 y allí, durante cuatro meses, quedaron varados. “Teníamos un techo gracias a la amiga de un amigo de Bogotá”, contó Cruz. “Nos enfermamos, pero no fue grave”, aclaró Caren. Cuando la situación comenzó a aliviarse y llegaron las vacunas al país andino, los ciclistas pudieron viajar dentro de la frontera.

 

“Nosotros estuvimos bien, pero a otros viajeros los agarró en el medio del camino y allá hay comunidades indígenas y son muy cerradas. Ponían un tronco en el ingreso y un guardia y no se podía pedir agua ni comida. Nos veían como los que portábamos el virus”, señaló el joven.

 

Con el virus, los planes cambiaron y no pudieron visitar Paraguay, Brasil y las Guyanas. Una vez en Argentina, los viajeros recorrieron la ruta 40 hacia el sur y desde Ushuaia emprendieron su viaje hacia Santa Fe para reencontrarse con la familia. Llegaron a La Pampa el viernes a la noche y están alojados en la casa de una familia santarroseña que los recibió muy amablemente. “Los contactamos cuando estábamos en Esquel”, recordó Cruz.

 

“Por algún motivo había pensado que La Pampa era toda plana”, dijo entre risas Caren al mencionar lo costoso que le fueron las lomas en la ruta nacional 35. Pero el paisaje “es hermoso” y afirmó que “dejando Río Negro sentimos la diferencia. Entramos y vimos árboles, verde. Estaba fascinada con los caldenes”. En ese sentido, Cruz manifestó su asombro con el típico árbol pampeano. “Yo paraba a cada rato para sacar fotos, es otro paisaje diferente al de la Patagonia”, dijo.

 

Perú, el peor.

 

Consultados sobre la situación de las rutas en los caminos americanos, los argentinos remarcaron que en algunos de ellos los ciclistas son muy respetados, que en otros el estado de las rutas es deplorable y peligrosas, pero que sin dudas “Perú fue un desastre, manejan muy mal. Fuimos por la montaña y subiendo la cordillera pensamos que los conductores iban a bajar la velocidad, pero no hay respeto por la vida humana. En cada curva hay cementerios”, mencionó Caren. Y recordaron que los ciclistas tienen derechos y obligaciones que cumplir, como el uso de cascos, espejos y reflectivos.

 

-¿Qué les ha dejado el viaje después de siete años?

 

-Caren: Siempre destaco el intercambio con la gente. A pesar de que América es muy grande, todos somos iguales, tenemos los mismos problemas, las mismas preocupaciones.

 

-Cruz: Después de este viaje, quiero seguir viajando, hacer amigos, tener contactos. Viajar no es una forma de escapar a la vida, es una forma de vida que nosotros disfrutamos y que es posible.

 

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