Sabado 28 de junio 2025

Fiscal pidió condena e inhabilitación

Redacción 28/06/2025 - 00.21.hs

El fiscal Guillermo Sancho Sancho consideró probado que el oficial inspector Cristian Galván cometió “incumplimiento de los deberes de funcionario público” y pidió que sea condenado a un año y tres meses de prisión más una inhabilitación especial por el doble de tiempo. El policía fue imputado por un incidente ocurrido el año pasado, mientras ejercía como jefe de la subcomisaría de Lonquimay, cuando utilizó a detenidos que cumplían condena para trabajar como mozos y parrilleros y limpiar el salón donde celebró su fiesta de casamiento.

 

Con declaraciones de testigos propuestos por la defensa, palabras del acusado y los alegatos del fiscal y defensores, ayer se celebró la última audiencia del juicio oral. La jormada dejó un dato relevante: dos vecinos de Lonquimay, un herrero y el titular de una radio local, quienes durante la investigación preliminar habían declarado que en la fiesta solo había “familiares y amigos y no estuvo ninguno de los detenidos alojados en Lonquimay”, reconocieron sus firmas en las exposiciones pero confesaron haber sido engañados, porque firmaron sin leer un texto que Galván les presentó como “constancia de aceptación” como testigos. “Yo nunca dije eso que figura ahí”, reiteraron ambos.

 

“Interna policial”.

 

Antes de los alegatos, el imputado ejerció su derecho a expresarse, pero sin responder preguntas. Aseguró que el proceso judicial derivaba de “una interna policial” y que las máximas autoridades pretenden perjudicarlo. “Llegué a la subcomisaría, con un rango inferior, por mi buen trabajo, pero los jefes querían que designaran a otro oficial en mi lugar” denunció. Y advirtó: “hay mucho maltrato y si un jefe promete destruirte, te destruye”. Sin embargo, no precisó fechas, lugares, ni identidades y tampoco ofreciò evidencia ni datos específicos que pudieran fortalecer la veracidad de su teoría.

 

Durante el alegato, sus defensores recordaron que Galván estaba de licencia, cuestionaron que fuera el único imputado, alertaron que si todo el personal tuvo conocimiento, el hecho debería estar registrado en el parte diario, y reclamaron que el comisario fuera absuelto por “beneficio de la duda”.

 

El juez Andrés Olié anunció que el lunes 28 de julio, a las 10 de la mañana (después de la feria judicial) se conocerá la sentencia.

 

Delito pintoresco.

 

El episodio ocurrió el viernes 31 de mayo, cuando Galván contrajo matrimonio en el Juzgado de Paz de Lonquimay. Luego de la ceremonia, familiares y amigos compartieron un almuerzo de celebración en un salón ubicado “a la vuelta de la comisaría”. El comisario dispuso que algunos detenidos acudieran al salón para realizar distintas tareas. “En el pueblo circularon rumores de que los presos habían oficiado como mozos, lo cuales llegaron hasta el Jefe de la Unidad Regional, comisario mayor Marcelo Calderón, quien notificó a la Jefatura de Policía. El jefe de la fuerza informó al Ministerio Público Fiscal y se inició la investigación”, recordaron fuentes judiciales.

 

Los testigos presentados por la defensa aseguraron que asistieron únicamente familiares y amigos, quienes se sirvieron la comida y distribuyeron las tareas entre ellos. No obstante, algunas contradicciones entre sus declaraciones, sumadas a los testimonios de de policías y de los propios presos que participaron, ofrecieron abundante evidencia de que el episodio ocurrió.

 

El juicio comenzó el miércoles, con declaraciones de policías que tenían conocimiento sobre el incidente. Manifestaron que ese día Galván estuvo en la comisaría y ordenó cuáles detenidos debían ir a ayudar en el salón.

 

El jueves testificaron seis detenidos, quienes intentaron negar su presencia y se mostraron reticentes hasta que el juez les garantizó que no serían perjudicados por decir la verdad, y en cambio serían acusados de falso testimonio si mentían. Finalmente, cuatro de ellos admitieron haber estado y detallaron las funciones cumplidas.

 

Un dato clave lo aportó Oscar Urrutia, quien aún cumple condena en Lonquimay. “No quiero acusar a nadie” dijo. Tras ser tranquilizado por el juez, confesó: “yo no trabajé de mozo, solamente fui a asar el cordero”. Contó que llegó “caminando con Galván a las 10 de la mañana y volví a la comisaría con él, a las cuatro de la tarde”. Los otros presos, en cambio, salieron y volvieron solos a la comisaría.

 

Ayer declararon familiares y amigos de Galván. Dijeron que solo asitieron “unos treinta invitados” y no había personas ajenas al entorno familiar. Pero hubo contradicciones. La hermana del imputado, Celia Galván, afirmó que “el asado lo hizo Sebastián Juárez, uno de mis tíos”. A su turno, el tío asador confirmó el dato, pero respondieron diferente a una pregunta del fiscal. Celia Galván respondió que el día anterior su tío pasó a retirar la carne por la casa de Galván, pero Juárez dijo que llegó a Lonquimay el viernes a las 9 de la mañana y la carne ya estaba en el salón.

 

Por eso, Sancho consideró probado el delito. “Puede parecer un pintoresco, pero también es un hecho grave, porque los presos salieron y volvieron solos de la comisaría”. Recordó que “los condenados solo pueden salir con autorización del juez de ejecución penal. En los pueblos es posible que los detenidos hagan un trabajo, algún arreglo, corten el pasto en la comisaría. Pero en este caso abandonaron el sitio de alojamiento de forma irregular”, concluyó.

 

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