Miércoles 10 de septiembre 2025

Para Forster, la salida "no debe ser con moderación"

Redaccion 10/09/2025 - 00.13.hs

“En la Argentina gobierna una especie de ultraliberalismo que cree que el individuo es el centro absoluto del mundo y de la vida, pero que sin embargo echa mano todos los días del Estado para tratar de frenar, por ejemplo, que el dólar se vaya al cuerno”, aseguró Ricardo Forster, doctor en Filosofía, profesor e investigador de la UBA además de ensayista político, al analizar la actualidad del país luego de las elecciones del domingo en provincia de Buenos Aires, donde el peronismo arrasó a La Libertad Avanza con más de 13 puntos de diferencia.
Forster habló este martes por Radio Noticias 99.5 y remarcó que “un proyecto de reconstrucción de la vida argentina tiene que ir por el lado de un proceso de radicalización de medidas sociales, económicas y culturales. De ninguna manera una salida de esta situación monstruosa puede darse bajo la forma de una moderación excesiva, como propone ahora la centro-derecha. Pero encontrar esa salida no es para nada sencillo, claramente se necesitan nuevas herramientas y lenguajes para interpelar a las generaciones más jóvenes”.
En ese sentido, el ex columnista del programa televisivo “6,7,8”, dijo que “tanto Axel Kicillof como obviamente Cristina Fernández como también Juan Grabois, tienen una perspectiva que podrá tener sus diferencias en algunos temas, pero lo común es que tiene una concepción donde la igualdad, la democracia, la libertad, la inclusión social, el rol del Estado, la protección de los recursos naturales y la democratización real de la vida social, es compartida por los tres”.

 

Neofascismos.
Forster realizó un detallado análisis respecto al concepto de neofascismo que muchos pensadores, analistas e intelectuales de Occidente despliegan respecto a gobiernos actuales que tienen claras referencias a esa condición, como el argentino de Javier Milei.
“En el caso argentino, la condición fascista está más ligada a un lenguaje violento, a una cosa muy reaccionaria, pero no a lo que el fascismo tenía de reivindicación de un Estado poderoso. En el caso de Milei, es una derecha ultraliberal ligada a una concepción muy reaccionaria de los valores, de la política y de la negación del otro. Entonces, desde ese punto de vista tiene componentes fascistoides pero también tiene componentes de lo que ellos llaman el anarcoliberalismo, el libertarismo radical, una especie de ultraliberalismo que cree que el individuo es el centro absoluto del mundo y de la vida pero que sin embargo, como lo estamos viendo, echa mano todos los días del Estado para tratar de frenar, por ejemplo, que el dólar se vaya al cuerno”, analizó.
Y agregó que “eso que vendía el mileísmo como algo novedoso, como que venía a traer un cambio, que iba a modificar lo terrible de los gobiernos estatistas en la Argentina, se demostró como lo que efectivamente era: un gobierno reaccionario, que gobierna para pocos, que le agrega, aparte, una profunda corrupción. Que le agrega un sistema de vínculo con la sociedad hecho de insultos, de violencia, de represión a los jubilados, lo que ha hecho con los recursos para los discapacitados... Es decir, en el caso argentino, particularmente, la propia aceleración del desastre de casi dos años del gobierno de Milei pone cada vez más en claro lo que significa un gobierno de esta naturaleza”.

 

“Viejo núcleo duro”.
Forster, que fue asesor de Alberto Fernández en el inicio de su presidencia, resaltó que las consecuencias de la elección en la provincia de Buenos Aires “pone en evidencia que el proyecto Milei se está vaciando de contenido de cara a la sociedad, y que está quedando con un núcleo que es una paradoja, porque ya ni siquiera es su viejo núcleo duro de jóvenes que supuestamente nacían a la política siguiendo al personaje esotérico que les ofrecía una novedad maravillosa. Es más bien el viejo votante, en la provincia de Buenos Aires por ejemplo, del PRO, que se ha convertido en ese núcleo de un 30 y pico por ciento. Esto no significa que ya esté derrotado, que se acabó el mileísmo ni mucho menos, queda un largo camino por recorrer y el daño y la crueldad siguen a la orden del día. Pero ahí está también el desafío de un proyecto democrático, popular, que vuelva a vincularse a concepciones distribucionistas, que reivindique la diversidad cultural. Es un momento importante para el peronismo y para aquellas otras fuerzas político culturales que responden a premisas equivalentes”.

 

Crisis.
Forster, en tanto, planteó un escenario muy complejo respecto a la forma de vida actual en gran parte del universo, donde “hay una ruptura de los vínculos, con una nueva forma de narcisismo, de egoísmo, de un híper individualismo. Las tecnologías digitales que vuelven al individuo centro del universo y una crisis en el mundo del trabajo, en las formas del trabajo. Hoy, además, es insoslayable el impacto de lo digital sobre visiones muy binarias del mundo, muy simplistas. Y eso dio el marco a la aparición de nuevos racismos, xenofobias y formas actuales de violencia como las que estamos viendo, por ejemplo en Gaza y desde otro lugar, en la guerra ruso-ucraniana. Hay un marcado crecimiento de violencia en el interior de las sociedades”.
“Todo eso está ligado a una época del capitalismo, a las transformaciones, de un impacto enorme producido post-pandemia. No nos olvidemos de la pandemia y de lo que significó al cambiar prácticas, vínculos, formas del trabajo. Y amplificando la digitalización y la lógica del algoritmo”.
En ese marco, el filósofo analizó que “cualquier proyecto de tradición popular, emancipatorio, democrático, tiene que encontrar nuevas herramientas, nuevos lenguajes, para interpelar sobre todo a las nuevas generaciones. Esto no es sencillo, tampoco se trata de tirar por la borda, ni los valores, ni las estructuras ideológicas que le dieron forma a las grandes tradiciones populares. Sí se trata de colocarlas a la altura de los desafíos de este tiempo, de lo que implican los desafíos actuales”. 
Y concluyó que “en ese sentido la figura de Kicillof es sintomática de esta búsqueda, de alguna manera. Una figura que pueda ser de confluencia, que pueda tener la suficiente apertura como para no quedarse encerrado en estructuras dogmáticas. Que pueda convocar. Me parece que el desafío va por ese lado. Porque lo que me queda claro es que una salida por centro-derecha, por derecha o por como quieran llamarla, es la reproducción de lo mismo: la reproducción de una Argentina brutalmente vaciada de sentido”.

 


 

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