Jueves 15 de mayo 2025

Toto López y esa magia llamada música

Redacción 27/10/2024 - 00.07.hs

El percusionista y tenor, con su inseparable esposa, Estelita, se han dado el gusto de hacer música y disfrutar de conocer diversos países, tales como Rusia, Turquía, Francia, México, Italia y España.

 

MARIO VEGA

 

Muchas veces me digo: qué lindo debe ser sentirse querido en el ámbito que uno se desempeña. No siempre sucede, me parece.

 

Es más, estoy convencido que lo habitual es que alguien pueda ser apreciado por otro buen número de personas, pero difícilmente alcanzará unanimidad. Ni la figura de la historia que se quiera elegir, ni un deportista, un actor, o un vecino cualquiera de la ciudad.

 

Nunca faltará el que lo cuestione –a veces casi sin conocerlo-, porque lo cierto es que nadie tiene toda la tribuna a favor. Y ya que estamos -a modo de ejemplo-, recordemos que el mismísimo Lionel Messi, a quien hoy muchos veneran como el mejor futbolista de la historia (¡nada menos!) fue muchas veces vilipendiado.

 

Simplemente Toto.

 

Es Toto para todos, menos para el documento de identidad donde dice Carlos Roberto López (79). Un santarroseño de pura ley, nacido y criado en esa misma casa de Pueyrredón 259. Es Toto el de las costumbres duraderas… sí, casi una rareza de estos tiempos, vive feliz junto a su esposa Estela Mary Vleck, aquella joven bailarina de folklore (cuando joven reina de belleza de la ciudad) con la que se conocieron hace más de cinco décadas y que –no duda en reafirmarlo-, ha sido “el gran sostén” de su existencia.

 

La familia.

 

Tuvieron a sus hijos, Mauro Alexis que es profesor de música; y Marcos Fabricio, que es periodista, pasó por Canal 3 y hasta estuvo trabajando un tiempo en Estudio País nada menos que con Juan Alberto Badía.

 

Toto era hijo de Valeriano López Pasco, venido de Navarra (España), que hizo distintos trabajos, que estuvo en la Escuela Hogar y al final en el Municipio, “pero nunca se pudo jubilar, porque en aquellos tiempos no todos te hacían los aportes. Mamá era Marta Gatica, criolla, ama de casa… Sí, seis hermanos de los cuales el único que queda soy yo, el más chico: Catalina, María, Dora Guillermo y Armando. A él lo debés conocer, porque era locutor, que estuvo en Propaladora Ranquel y también en LU33”, me cuenta.

 

Tanto Toto como su esposa se terminaron jubilando como empleados de Vialidad Nacional. Aunque él tuvo varios otros trabajos antes de terminar allí.

 

“Bienvenidos a La Blanquina”.

 

Cuando uno entra a la casa de Toto y Estela lo primero que ve es un gran salón (especie de quincho) con cantidad de fotografías y recuerdos de todo tipo de sus viajes por el mundo, y como no podía ser de otra manera una mesa infinita… el lugar ha sido, claro, escenario de innumerables noches de guitarreadas y poesía… “¿Por qué La Blanquina?… en honor a la cuequita del Bardino, otro gran amigo”, resume.

 

La casita de los viejos.

 

“Aunque parezca mentira esta es mi casa de mi niñez, la casita de los viejos donde siempre he vivido, y que con el tiempo fuimos ampliando… Aquí al ladito nomás pasaba el tren (cuando corría), y siempre me quedó en la mente ese traqueteo de los vagones sobre los rieles… Tengo recuerdos imborrables, porque si bien éramos ‘de este lado de la vía’ (por pocos metros el sector que daba al centro de la ciudad), también era “atrás” de lo que hoy es Avenida Luro, “Villa Alonso… tiempos de calles de tierra, casi guadales… aquí enfrente se formaban lagunas y nos metíamos los chicos del barrio a bañarnos sin problemas… y nunca una peste por eso”, rememora.

 

Conocido de todos.

 

Conozco a Toto López “de toda la vida”, aunque no sé exactamente dónde fue la primera vez que lo vi. Y cada vez que lo encontré fue una sonrisa, y una palabra amable para dirigirse a los demás.

 

Ya repetí hasta el cansancio que estoy lejos de ser “miss simpatía”, y por el contrario suelo mostrar una hosquedad que tiene más que ver con mi timidez que con otra cosa: y por eso agradezco que personas como Toto me saluden con afecto, sin detenerse en esa cierta aspereza que pueda desprenderse de mi persona. Y de verdad, me hace bien.

 

Un buen tipo.

 

Pero no es de mí de quien vamos a hablar en esta nota, sino y precisamente de Toto, su vida, y sobre todo de su cercanía con la música. Pertenece a esa generación que ha marcado una época y que, además, ha realizado un aporte significativo para la creación de grupos y como organizador de giras y espectáculos que todos le valoran.

 

¿Qué se puede decir de él? Fundamentalmente que es considerado buena gente, con lo que Toto ya podría sentirse más que satisfecho… porque al cabo no debe haber título más lindo que ese en la carrera de la vida: buena gente. Esa fortuna de tener como gran capital una enorme cantidad de amigos –y no de esos circunstanciales que pueden aparecer a cada paso-, sino de esos que siempre estarán cuando uno se los necesite… Y será probablemente porque Toto y Estela son de esos incondicionales e imprescindibles que se necesitan para hacer la vida un poco mejor… Es que “hay gente que es así, tan necesaria” (Lima Quintana).

 

El “hermano” de Guito.

 

Carlos Roberto López (si hasta suena raro mencionarlo así, ¿verdad?), hizo estudios primarios en la Escuela 143 (Roger Valet); pero terminó en la Escuela 4 donde se habría de encontrar con otro hermoso personaje de nuestra querida Santa Rosa. “Sí, desde ese entonces nos conocemos con Guito (Gaich)”. A éste cuando le pregunté por Toto no dudó en afirmar: “Es mi hermano… qué querés que te diga. Sí, es mi hermano”.

 

Nace Sur Cuatro.

 

Desde entonces –apenas chiquilines-- compartieron mucho, pero principalmente la música… y la danza. Estuvieron juntos en ese grupo donde estaba Estela, que luego sería la compañera de la vida de Toto. “Ella bailaba y estaban ahí Guito, Cachito Di Pietro, Carlitos Rodríguez y el Negro Zalazar; y las chicas eran Sara Riesco, Graciela de Diego y Cuny Prado. Una vez compitieron en Cosquín y ganaron un premio que les entregaron Norma Viola y el Chúcaro. Nosotros éramos los músicos con Alejandro Dizeo y Kela Giovannoni”, completa Toto. Sería el germen de algo muy lindo, porque sumando a Cachito Di Pietro y más tarde al Negro Salazar armaron Sur Cuatro.

 

Noches de Camaruco.

 

No todos saben que el Negro Salazar y Toto López fueron artífices de Camaruco, la mítica casona de la calle Ameghino por donde podría decirse pasaron todos los músicos, guitarreros y poetas nochernícolas, al decir de Bustriazo.

 

“Me acuerdo ahora que cuando hacíamos Simón Peletay a Guille Gazzia le gustaba decir la glosa. Lamentablemente cuando lo grabamos Guille no lo pudo hacer y le pedí a Edgar Morisoli que con mucho gusto se sumó”.

 

Pero esa es nada más que una parte de toda una historia de nuestro personaje, que con la música no se perdió ninguna: estuvo con el recordado Quinteto Ensamble, que conformaron entre otros con el Negro Salazar, Paco Ibarra, Pocho Roldán, Jorge Ludueña, Beto Urquiza, Beto Leguizamón, Jorge Sosa, Carlos Ferrari, Mauro López, Dani González y Eduardo Cuevas. Pero además Toto acompañó a todo el mundo… Cada vez que se lo pidieron, con total generosidad.

 

Vuelve La Taba.

 

Tiene motivos para enorgullecerse –aunque lo suyo no sea la vanidad-, y algo que hoy es un recuerdo muy lindo. “La Taba fue un trabajo hermoso… anduvimos por todos lados. La integrábamos con Danilo Escuredo en guitarra, mi hijo Marcos (te recuerdo que los dos son músicos), Alfredo Roldán en teclados; yo con percusión; y cantando Paola Ruiz Díaz. Fue muy lindo cuando nos convocaron de Mamul Mapú y tuvimos la suerte de viajar dos o tres veces a Francia en las giras que ellos hacían”.

 

Recuerda con nostalgia esos momentos: “Es que para nosotros tuvo un valor tremendo, porque recorrimos, conocimos delegaciones de todo el mundo, incluso de lugares que por ahí uno ni sabía que existían”

 

Lo bueno de lo que viene es que Paola Ruiz Díaz cumple años en fecha próxima, y la intérprete –cada vez- lo festeja juntando gente amiga y… cantando. Y esta vez no tuvo mejor idea que hacerlo organizando el regreso de La Taba: será el domingo 1 de diciembre próximo en el Teatro Español, y allí estará todo el grupo para el cumple de Paola y festejar sus 40 años con la música.

 

En los coros.

 

Toto es un inquieto, y no deja de estar presente, a través de sus propias cosas, o allí donde el que organice sea un amigo o amiga. Por eso en su momento conformó el trío con Alfredo Roldán y el profesor Alberto Carpio, otro que no le esquiva a ninguna.

 

Y por supuesto hay que mencionar el paso de Toto por Pampa América; por Calandria; haciendo Juanito Laguna con el Coro Municipal (dirigido por Carpio), con el que anduvieron por Mendoza, San Luis e incluso Chile. Y ahora mismo la participación en Médanos y Luna. “Con esto me pasa una cosa hermosa porque cantamos con Estela, que es lo mejor que nos puede pasar”, dice sobre esa afición que envolvió sus vidas desde el mismo momento que se conocieron…

 

Los sobrinos músicos.

 

Toto es sensible, agradecido y no se quiere olvidar de nadie (aunque seguro algunos nombres faltaran, porque son tantos…). Y menciona a su sobrino, Willy Black, “que es un gran músico de rock, bajista, con cualidades tremendas, y además es nuestro ahijado”.

 

Y la referencia alcanza también a otro sobrino: “Jorge López, gran cantor y tremendo músico, muy apegado a nosotros”. Y vale la mención que con él, el mismo Toto, Toti Mansilla, Román Ramonda y Marcos López, anduvieron de gira por Francia haciendo tangos, dirigidos por Aldo Andrada.

 

“No me quiero olvidar de la gente que alguna vez me ayudó, y fueron muchos… Cacho Arenas, Carlitos Evangelista, Caíto Cafardo, Toti, Rubén Giavedoni, Rubén Holstein… Y Enriquito Aimar, que fue mi patrón algún tiempo y me daba permiso para ir a todos lados con Sur Cuatro”. Y un poco se emociona Toto al ir nombrándolos.

 

Y hay más.

 

En el camino Toto se encontró con infinidad de amigos, “con los que siempre estuvimos en la ruta del canto y el baile: Guito, Carpio, Carlitos Amigo, Pocho Roldán, Aldo Umazano, Rosa Ponce… Y claro que es imposible nombrarlos a todos. “¿Y sabés de quienes me acuerdo ahora mismo? Los Chamorro: Pelito, Cacho, el Cucho, la mamá del Esteban ¡Qué gente buena!”, completa.

 

Toto me invita a recorrer la casa –la casita de los viejos-, remodelada y llena de objetos y recuerdos de todo el mundo… hasta llegar a ese salón que parece ser el sitio ideal para las juntadas... con esas melodías que le cantan a la vida en la voz de los poetas. Porque de verdad, es fácil imaginar “La blanquina” y sus noches de guitarras y canciones susurradas al viento de la noche. Que volverán a sucederse mañana, o cualquier día… Porque es lo que pudieron llevar adelante Toto y Estela.

 

Esa pareja que un día se encontró y se eligió para siempre. Para vivir juntos la vida por el hermoso sendero de la música. ¡Qué más podrían pedir!

 

“Mentor y consejero”.

 

El consagrado Román Ramonda no olvida cuando Toto, Estela y sus hijos, lo recibían en su casa cuando comenzó a formar parte de “Mamull Mapu” y Tango-Folk con quienes realizó giras en dos oportunidades a Europa.

 

“Hubo dos personas a mi temprana edad que me marcaron, y gracias a ellos estoy hoy en este hermoso mundo de la música. El primero fue mi abuelo, Benito, con su bandoneón, desde muy pequeño; y el otro Toto López, que a mis 17 años me llamó por teléfono para invitarme a formar parte de La Taba. No sabía que eso iba a decidir mi destino. A partir de allí vinieron acontecimientos hermosos”.

 

Y agregó: “De Toto aprendí quizás no tanto acordes, sino entender lo que es la responsabilidad, la disciplina… y por sobre todo a creer en mí. Compartimos tantas cosas que si tuviera que resumir lo que es él para mí tengo que decir que fue un padre, un mentor, un consejero. Y por supuesto lo llevo en lo más profundo de mi corazón”.

 

Más agradecimientos.

 

Toti Mansilla también dijo lo suyo. “Agradezco esta amistad luego de compartir tantas giras. Recientemente tuve la alegría de acompañarlo en unos tangos donde pude ver que su voz se mantiene impecable. Aprovecho para mandarle un fuerte abrazo, extensivo a su hermosa familia, y espero que la vida nos siga acompañando por muchos años para disfrutar de los afectos y de nuestras pasiones”.

 

“Toto, percusionista, gran cantor, fundador e integrante de muchos grupos vocales que llevaron y transmitieron la cultura folclórica pampeana por todo el país. Que siga por este camino por muchos años más”, resumió José Luis Roston.

 

Y también Paola Ruiz Díaz dijo lo suyo: “”Eramos parte de los coros de Alberto Carpio y yo tenía 13 años. Después pasamos por Pampa América con Cacho Arenas, Carlitos Urquiza, Toto, Carpio y yo como única mujer. Y luego vino La Taba, con lo que vivimos experiencias increíbles”.

 

Paola expresó: “Toto es como un padre, y son mi familia también Estela, y Marcos y Mauro. Lo que tengo para decir es que Toto además de un gran artista es una gran persona, que nos ayudó a todos a crecer… Y por eso el regreso de La Taba va a ser también un homenaje para Toto López”, completó.

 

“Es un buen tipo mi viejo”.

 

“Nombrar a mi viejo, Toto, es nombrar a Estela, mi madre. Son un equipo en todo, y se sostienen en lo cotidiano, y en lo artístico”.

 

Marcos con su hermano Mauro se criaron “en medio de ensayos e instrumentos, cuando el living de la calle Pueyrredón se convertía en centro de encuentro y creación “.

 

Por allí pasaron músicos como el Chango Farías Gómez, Miguel Angel Estrella, México, Francia y todos los de por aquí.

 

Mauro fue parte del grupo Ensamble en los ‘90, y tiene su propio recorrido en el mundo del rock. Marcos como parte de La Taba participó de giras junto al grupo de danzas Mamul Mapú. Más tarde formó parte de Contraluz, junto a Alberto Carpio, Caito Cafardo, Nicolás Dany y Manuel Rivera.

 

Y cuenta: “Haber tocado con mi viejo a los 17 años casi debutando; y hacerlo ahora, con 46 años, no le pasa a cualquiera. Y es lindo esto de unirse en lo mismo para disfrutar”.

 

'
'