Un boom educativo terminó con la entrega de más de 300 títulos
Más de 370 egresados del Centro Provincial de Formación Profesional Nº 3 de Santa Rosa recibieron ayer sus certificados de fin de curso. Una ceremonia de alto impacto emocional protagonizada por personas que hacen un gran esfuerzo para perfeccionarse.
“Los centros de formación profesional, orientados a cuestiones prácticas y abiertos a personas de cualquier edad, género y condición que deseen capacitarse, pueden mostrar grandes logros, y el resto del sistema educativo tiene mucho para aprender de esta área”, manifestó Daiana Schapert Berpofello. La subsecretaria provincial de Educación Técnico Profesional encabezó ayer el acto de fin de curso del Centro Provincial de Formación Profesional Nº 3, una emocionante ceremonia en la que 370 vecinos y vecinas recibieron certificaciones de los cursos completados durante este ciclo lectivo.
Ubicado en Oliver 751, el CPFP Nº 3 lleva 47 años desarrollando capacitaciones técnicas en Santa Rosa. Este año se transformó en un verdadero “boom educativo”: alcanzó una importante recategorización y se convirtió en el único de la provincia que dicta clases en tres turnos. Sostiene más de 30 cursos de oficio por cuatrimestre y cada fin de ciclo alumnos, instructores y familiares alumnos se reúnen en una fiesta de alto impacto emocional.
“Vienen las familias, los egresados reciben una certificación con validez provincial y es un encuentro que emociona y enorgullece, porque finalizaron el año después de mucho trabajo, esfuerzo y sacrificio”, comenta el director, Hernán Buri, quien hace 28 años ingresó al centro como instructor en electricidad del automotor. “Este fue un año difícil y complejo, pero tuvimos muchas satisfacciones: fuimos recategorizados para los tres turnos, completamos la planta orgánica funcional y funcionamos todo el año con la matrícula plena”.
Esfuerzo para mejorar.
El CPFP cuenta con una planta de 30 personas y ofrece una variada lista de cursos, “todos muy intensivos, con clases de lunes a viernes, y en distintas áreas como energía eléctrica, construcciones, automotores, metal mecánica, informática, madera y muebles”.
Cada año acuden a personas de diversa condición edad y género, integrando un alumnado de múltiples diferencias pero con un denominador común: el deseo de estudiar. Acuden porque desean fervientemente aprender un oficio, capacitarse o especializarse.
“Lo tomé como un reto nuevo para mi vida. Hice el curso de Diseño asistido por computación, con el instructor Luis Marquisio, quien hoy no pudo estar presente. Fue intensivo y duró dos meses”, comentó Emiliano Gastón Contreras, un joven de 31 años, actualmente desempleado. “Estoy buscando trabajo, y mientras tanto hago tareas de jardinería”. Terminó el curso hace apenas dos semanas. “Tenía secundario completo y ganas de hacer esta experiencia, que podría servirme en el futuro. Yo recomiendo estas capacitaciones porque aprendés un montón y se forman grupos muy unidos, que se ayudan entre sí”, concluyó.
Abanderada ejemplar.
Florencia Mora tiene 26 años y recibió su certificado de “Montador electricista domiciliario”.
“Cuando se inscribió estaba embarazada, pero logró completar el curso sin faltar a ninguna clase y es la abanderada del Centro”, contó Buri. Ayer, mientras sostenía la bandera de ceremonias, escuchaba emocionada las palabras del director, que la citaba como ejemplo del sacrificio que realizan sus estudiantes.
“Se hizo difícil. Tenía muchos dolores pero venía igual, quería terminarlo porque me encanta la electricidad. Fui la única mujer de mi grupo y terminé el 19 de junio, dos días antes de tener a mi bebé”, reveló. Agradeció a su familia “que me apoyó en todo” y confesó su expectativa por el futuro: “No tengo trabajo, pero ojalá esto sirva para abrime muchos caminos”.
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