Jueves 25 de abril 2024

Un clásico mundialista, Eva y su stand

Redacción 29/11/2022 - 09.19.hs

Colgadas de una suerte de escaparate de alambre flamean al viento los colores argentinos. Banderas, camisetas, gorros, vinchas, bocinas... pinturas para pintarse la cara de celeste y blanco.

 

Estamos en plena efervescencia del Mundial de Qatar y todos o una enorme mayoría de argentinos al menos por momentos dejamos de lado las diarias preocupaciones, que no son pocas, para saber lo que está sucediendo del otro lado del mundo.

 

Lejos de la fastuosidad de Doha y de quienes tienen la fortuna de estar allí, pero cercanos en el sentimiento. Unidos por una pasión que si bien nos resulta propia a los futboleros de todos los días suma millones de adherentes cada vez que la camiseta nacional participa de un campeonato del mundo.

 

Aparece allí nuestro costado chauvinista esa exaltación desmesurada de lo nacional, cuando aún los más racionales se dejan arrastrar por las emociones.

 

No importa si se trata de alguien que sabe más o menos de fútbol, pero el estímulo colectivo hace que casi nadie se quiera quedar afuera en estas circunstancias. Y así las cosas nos ponemos en directores técnicos, reprochando o alabando determinadas decisiones del entrenador; o miramos con ojos críticos los movimientos de las selecciones que podrían ser eventuales contrincantes de cara a la anhelada final.

 

El puesto mundialista.

 

En la esquina de la plaza la que da a 9 de Julio y Avellaneda, frente a las dos clásicas confiterías de la ciudad, Eva Rodríguez tiene instalado, una vez más, su puesto mundialista. Un clásico que se repite cada cuatro años, con alguna que otra oportunidad en que otra actividad una Copa América, o un acontecimiento político por ejemplo le diera la pauta que sería bueno estar allí.

 

Esta vez no es distinto, y como lo hace desde hace nada menos que 40 años, Eva pasa muchas horas del día ofreciendo su mercadería que ya ha vendido en muy buena cantidad.

 

Del otro lado, en el otro extremo de la plaza en Gil y Avenida San Martín está instalado Osvaldo, también vendedor ambulante que en cada suceso deportivo podemos ver ofreciendo sus clásicos paquetitos de garrapiñadas. Él también aprovecha la cita mundialista y vende lo suyo.

 

"Sí, con Osvaldo hace mucho nos conocemos aporta Eva, es muy buena persona y solidaria. A veces cuando él viaja a Buenos Aires me trae algunas cosas, y en otras oportunidades lo hago yo... nos ayudamos", completa.

 

La hija del Veco.

 

Eva es una de las diez hijos e hijas del Veco Rodríguez y de Doña Paula, a su manera históricos personajes de otra Santa Rosa. Sólo ella y su hermana Susana quedan de ese familión que alguna vez vivió en las inmediaciones de la laguna (hoy Parque Recreativo Don Tomás), cuando el lugar era una planicie blanquecina de salitre que rodeaba los ranchitos de adobe, chapa y cartón. "No alcancé a vivir en El Salitral, peo sí muchos de mis hermanos... sí estuve cuando teníamos un terreno cerca, en Stieben y Gobernador Duval. Pero cuando nos expropiaron porque iba a formar parte del Parque Recreativo nos dieron una casita en el Barrio Municipal", ubicado en lo que ahora es Zona Norte.

 

El Barrio de los Veco.

 

Se ríe Eva cuando cuenta que "sí, claro que se conoce como el 'Barrio de los Veco', porque ahí fuimos a parar toda la familia. De la casa 1 a la 8 era ocupada por alguno de nosotros", resume.

 

Y agrega: "Si alguien toma un taxi en cualquier lugar y pide que lo lleven al Barrio Municipal el chofer no sabe dónde es. Pero si le piden ir al 'Barrio de los Veco' lo llevan derechito".

 

Es que los Rodríguez sobre todo Pepeconocido puntero del PJ; pero también los demás estuvieron siempre cercanos a los avatares políticos lugareños, y obviamente mucha gente los conoce.

 

Y sigue Eva: "Papá y mis hermanos fueron presos políticos hasta 1982".

 

La familia.

 

Ahora mismo vive en una casa del Barrio Butaló II, donde fue a vivir cuando se casó con Francisco Emilio Andino de otro familión que vivía en la Antártida Argentina, a quien se conocía como Pancho. "Era empleado de la provincia, chofer, y falleció en un accidente en 2011, cuando tenía 57 años. Anduvimos de novios siete años hasta que cuando yo tenía 20 nos casamos y nos vinimos aquí... Tuvimos tres hijos: Abel (41), Daniel (40) y Gerónimo (22); y los nietos son cuatro: Karen, Valentín, Paula y Estrella", sintetiza.

 

Eva fue a la primaria a la Escuela 20, que más tarde fue designada como 92; y si bien no terminó hizo "algo en Bellas Artes. Después entré a trabajar como portera en el JIN nº 7, hasta que me jubilé... Fueron 31 años y me gustaba mucho lo que hacía", señala.

 

Ropa a domicilio.

 

Muchos años atrás, con Pancho, comenzaron a vender ropa a domicilio. "Traíamos de Buenos Aires y vendíamos... y después ya nos animamos en los actos políticos; tanto del peronismo como del radicalismo", expresa.

 

Se reivindica como "peronista, como no puede ser de otra manera". Pero lo cierto es que también supo ofrecer boinas y banderas con los colores rojo y blanco. "Pero mayormente vendíamos en los actos peronistas... los gorros Pochito, banderas, remeras...", enumera.

 

No obstante reconoce que con el triunfo del alfonsinismo, y el advenimiento de la democracia, en 1983 "lo juntábamos con la pala... pero después con la hiperinflación nos fue muy mal", sonríe como para marcar las diferencias.

 

Pasaron 10 Copas.

 

Desde el '82 pasaron nada menos que 10 campeonatos del mundo, entre ellos obviamente el que ganó el seleccionado que capitaneaba Diego, el del '90 con la final perdida con Alemania, la enorme frustración de 2002 con Bielsa, y la final de Brasil en 2014 cuando jugamos mejor que los teutones pero no se logró el título.

 

Obviamente el avatar de los resultados, al momento de comercializar el cotillón tiene su preponderancia. "Esta vez pese a caer en el primer partido vendimos bien; y antes de México nos compraron unas 70 camisetas... Por suerte había mandado a pedir; y ahora tengo un nuevo pedido que estoy esperando que me llegue", cuenta.

 

El inicio errático frente a Arabia Saudita nos dio a los futboleros y a quienes ahora se asumen como tales una sensación de incertidumbre. ¿Y ahora? El énfasis triunfalista de los cambiantes periodistas porteños, devenido después de la frustración en acomodaticios críticos, hizo que cayéramos en una situación de incertidumbre.

 

No fue el caso de Eva: "¿Sabés qué hice yo? Después de perder, de inmediato, mandé a comprar 100 camisetas más... ¡Porque vamos a salir campeones!", acentúa convencida. Y uno quisiera creerle... Ya veremos.

 

Ganas de festejar.

 

"La gente tiene ganas de festejar", razona Eva. "Es verdad que fue un bajón el primer partido, porque esperábamos otra cosa... pero ganarle a México es ponernos otra vez en camino. Obvio que nada cambia en la vida de ninguno de nosotros, pero si gana la Selección todos nos reconfortamos un poquito... ¿O no?", se pregunta sabiendo la respuesta.

 

"¡Sabés! Por supuesto que en el '86 fue una locura y no conseguíamos mercadería, y esta vez está pasando lo mismo... Las fábricas que hacen banderas y camisetas no dan abasto, porque mandan para todo el país. Por suerte yo compré enseguida del primer partido y ahora estoy esperando", agrega.

 

Firme en su puesto.

 

Hoy, en la previa del trascendental encuentro con Polonia, Eva estará en su puesto de la plaza desde la media tarde. "Ahí me quedo y todo el día siguiente hasta el momento del partido... ¿Mientras se está jugando? Santa Rosa aparece como una ciudad fantasma... no anda nadie. Pero a veces en el entretiempo alguien se acerca a comprar algo", señala.

 

Hoy, como hace 40 años, como cada cuatro años, y a pesar de la mishiadura, el sueño argentino de una nueva copa del mundo estará flotando en el ambiente... Y allí estará Eva para ofrecer "¡banderas, vinchas y gorros...!".

 

Con México vendió 70 camisetas.

 

"Sigo arriesgando porque creo que la Selección va a salir campeona. Por eso mandé a traer más camisetas...", afirma Eva Rodríguez. De todos modos tiene en claro que el aficionado es ciclotímico y "muchas veces andamos de acuerdo a los resultados. Aunque parezca que no, lo cierto es que influyen mucho en la gente".

 

No obstante la vendedora callejera se da cuenta que "la gente quiere festejar... aunque sea un partido de fútbol. ¿Los precios? Las camisetas son las que más salen y valen $3.5000, las de niños se venden de 2.500 a 3.000, las gorras 1.500, banderas de $1.500 a 4.500 según la medida. La más grande mide dos metros por 1 metro 50. Los gorros 'pilusos' llegan el miércoles a la mañana y los voy a tener a 1.500 pesos", puntualiza.

 

Además, para los pibes vende "bocinitas y pinturitas para pintarse la cara de celeste y blanco".

 

Eva es hincha de Boca y peronista aunque ha vendido símbolos radicales, y se confiesa gustosa de ver fútbol y también boxeo. "Uno de mis hijos boxeaba, y por ejemplo en fútbol admiro a Messi, al que vi jugar en Córdoba contra Colombia y no es de este mundo... Sí, su camiseta es la que más se vende, pero también las de Di María y De Paul", dice en tanto no descarta en un futuro cercano tener que vender la del primer pampeano que disputa un mundial, la de Alexis Mac Allister. (M.V.)

 

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