Lunes 08 de diciembre 2025

Un retiro luminoso entre los médanos y el viento

En un fin de semana de luna llena, en Toay, bajo el signo de Olga Orozco, se llevó a cabo la Residencia de Escritura coordinada por la escritora Mariana Komiseroff, autora del libro "Bestias Perfectas: el caso Lucio". Un fin de semana distinto porque un grupo de escritores se encontró a puro médano, entre los caldenes y la poesía, la astrología y la magia, las palabras y el viento.   

 

Durante tres días, un grupo de escritoras y escritores se animó a ser semilla y a dejarse llevar por la poesía de Olga: "Lo contrario de la vida no es la muerte, es la nada". Y esa nada retumba en esa experiencia literaria que proponía encuentros de creación, de lecturas compartidas, de risas y caminatas por los senderos de Toay, de una fantástica gastronomía y de actividades en el Museo Casa Olga Orozco.  

 

La residencia empezó el sábado con una visita guiada en la Casa Museo Olga Orozco. La directora del museo, Emilce Aimar, lleva a Olga impregnada en el cuerpo. La voz de Emilce aparece como la magnolia blanca que se abre en el jardín, Emilce se abraza a la biblioteca y a cada recorte y a cada documento, a cada carta y objeto que pudieron encontrar de Olga. Emilce, la guardiana de Olga, deja en el aire su sonrisa y vuelve a invitar a todos a que la visiten, en esa ausencia, en ese silencio, en ese vacío, como una tierna señal, esa sonrisa, Emilce. 

 

En ese viento pampeano, las escritoras y los escritores descubren lo que quiere esconder y los médanos que tapan. Vinieron a Toay de todas partes: de CABA, de Monte Hermoso, de Dorrego, de Mendoza y dos escritoras pampeanas (Luciana Alfonso García de Victorica y Gabriela Bonavitta de Anguil) ganaron una beca que otorgaba la Secretaría de Cultura de La Pampa.

 

Las palabras de Mariana Komiseroff resuenan entre los caldenes, en el laberinto y el mangrullo del Jardín Botánico de Toay. Los participantes de la residencia de escritura hablan y aparecen oscuridades, en un cielo llano que aparece como otro sol. "Nadie sabe escribir una novela hasta que la escribe", dice Mariana y propone pensar nuevas propuestas, ideas a través de la falta, con La Pampa en el pecho. 

 

"No sabía que se podía ser feliz", dijo una de las participantes entre polvo y lágrimas. Se abrazaron entre todas, como hiedras se abrazan en esa libertad tan triste de los médanos. Los residentes se van con muchas historias en sus manos y con la ilusión de que en breve, ojalá que en muy poco tiempo, se vuelva a hacer otra residencia de escritura. Qué sería de estas almas solitarias sin estos encuentros que atenuara los golpes. En este sueño cumplido, en este encuentro eterno, para Mariana, la semilla ya está plantada. 

 

 

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