Sabado 14 de junio 2025

Una vida y una voz atrapante

Redacción 20/05/2025 - 08.08.hs

Vino de Polonia cuando era niña y se convirtió en la voz del jazz durante la décadas del 40 y 50. Un documental la rescata del olvido y además de recorrer su vida excepcional, descorre el velo sobre la vejez, el amor, los vínculos y la construcción de la memoria.

 

Lila Kay fue voz pionera del jazz en Argentina, una “lady crooner” que recorrió escenarios de toda Latinoamérica durante las décadas del 40 y 50, aunque su identidad permanecía oculta detrás de un grueso manto de olvido. Con el trabajo audiovisual “Yo nunca quise ser famosa”, los realizadores Nicolás Alvarez, Joaquín Ostrovsky y Verónica De Cata la rescatan de la desmemoria, abordando su trayectoria musical y descubriendo su vida excepcional de mujer libre e independiente, pero también reflexionan sobre la invisibilidad de los viejos y la trascendencia del amor.

 

Este atrapante documental se exhibirá el miércoles y jueves, a las 19:30, en el Espacio Incaa local (CMC, Quintana 172) donde el domingo también ocupará cartelera el thriller Tesis sobre un homicidio, dirigida por Hernán Goldfrid, con actuaciones de Ricardo Darín, Arturo Puig y Calu Rivero, entre otros. Las entradas cuestan 2.000 pesos, con un descuento del 50% para estudiantes y jubilados.

 

Vida de película.

 

Lila Epstein nació en Polonia, en 1926, y llegó a Buenos Aires a finales de la década del ‘30. “En Argentina ya estaban su padre y sus hermanastras. Ella vino con su madre, poco antes de que los nazis invadieran Polonia, cuando el ambiente para los judíos de Europa se había tornado muy riesgoso”, comenta Nicolás Alvarez. Aquella adolescente de espíritu libre e independiente “no pudo cursar estudios secundarios porque la mandaron a trabajar a una fábrica, algo que ella aborrecía, así como tampoco deseaba seguir viviendo con sus padres”.

 

Un golpe de suerte la ayudó, marcando su vida para siempre. “Cierto día encontró dinero en la calle y nunca volvió a trabajar en una fábrica”. No era una fortuna, pero resultaba suficiente para sostener la subsistencia de una niña y seguir aportando a la economía del hogar. “Desde entonces, se dedicó a trabajar complementariamente controlando publicidades de películas: si algo tenía claro es que no sería operaria en una fábrica”.

 

Joaquín Ostrovsky, compañero de vida de Nicolás desde hace 20 años, es sobrino nieto de Lila Kay. Junto a su perro “Fatiga” acompañaron la última etapa de su vida, registrando seis años de episodios cotidianos, rescatando canciones que permanecían ausentes de los archivos y recorriendo un pasado espectacular, su dura infancia en la pobreza, sus tres décadas como reconocida voz del jazz y su dedicación posterior a diversas actividades. “Solo le importaba ser feliz. Dejó de cantar a los 50 y pico de años, sin traumas ni más preocupaciones que continuar viviendo”, recuerda Nicolás.

 

Puente de amor.

 

Tenía 16 años cuando “casi jugando, se inscribió con sus amigas en un concurso de Radio Nacional, destinado a seleccionar una voz de jazz”. A partir de entonces “recorrió diversos escenarios de toda Latinoamérica y mantuvo durante más de dos décadas su propio espacio en Radio Nacional”. Formó una familia con el contrabajista Manolo Stalman, con quien tuvo un hijo y una hija, también músicos, y fue lady crooner de grandes orquestas como Savoy, Osvaldo Norton, Santa Anita, Ahmed Ratip y sus Cotton Pickers, Luis Rolero, Oscar Toscano, El Negro Esteban y Humberto Ubriaco, entre otros.

 

Tras retirarse de los escenarios “se dedicó a pintar, elaborar artesanías, diseñar ropa y objetos. También abrió un local de moda femenina y en todo fue exitosa”.

 

“Siempre reiteró que no le importaba su carrera ni ser famosa, sino ser feliz. Cuando hablábamos del documental que haríamos con las imágenes, ni le importaba si llegaría a verlo: ‘solo quiero que me acompañen: ahora ustedes son mis novios”, nos decía. Finalmente, el audiovisual elaborado junto a Verónica De Cata, montajista de cine y televisión, “sirvió para reconectar a la familia, un puente de amor que volvió a reunirnos en torno suyo”.

 

Conformaron la banda sonora íntegramente con canciones de Lila, para lo cual tuvieron que desarrollar un meticuloso trabajo de investigación y recuperación. “No figuran en ningún archivo, son todos temas inéditos”. Pero además de rescatar su carrera, el trabajo disparó interrogantes y reflexiones, que los realizadores presentan desde el inicio: “¿qué tiene de particular lo efímero de la intimidad? ¿qué tiene de urgente una vieja? ¿en qué consiste la felicidad?”

 

A lo largo de 20 años (desde 2004) en Argentina y España, Joaquín y Nicolás realizaron diversos trabajos de cine documental, experimental y video arte, y también incursionaron en teatro. Estrenado a finales de 2024, “Yo nunca quise ser famosa” fue “el fruto de seis años de trabajo continuo, un trabajo que reúne trayectoria, experiencia y resulta una historia universal”. Fue presentado con éxito en el Festival de cine Asterisco (CABA, 2024) y el Festival Internacional de Cine Judío de Punta del Este (2025).

 

Pero también resume un viaje íntimo que emociona a todas las edades, descorre un velo sobre la vejez y arroja una mirada por los vínculos, los tiempos y la construcción de la memoria. “No le importaba ser famosa, solo que estuviéramos con ella”.

 

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