Domingo 18 de mayo 2025

Solución europea a problema local

Redacción 05/11/2009 - 01.14.hs

La revista Barcelona -una mordaz exhibición de periodismo inteligente-, deja número tras número al desnudo toda la hipocresía y el sesgo informativo que se esconde detrás del pretendido objetivismo de la autodenominada "gran prensa argentina". Quien alguna vez la ha leído descubre sin esfuerzo que hay en sus páginas mucha más precisión sobre qué somos los argentinos que en buena parte del resto de la prensa. Hay más información allí sobre qué cosas son y qué piensan los actores políticos, sociales y económicos que se mueven en el escenario nacional que mucho de los que se puede leer, ver y escuchar en diarios, revistas y programas de radio y televisión pretendidamente serios.
Barcelona desnuda por el absurdo las intenciones ocultas de las corporaciones y de los funcionarios, los juegos de dominación de la Iglesia, las contradicciones de los partidos y de los políticos, los miedos de la clase media, la banalidad de buena parte de la cultura, la mediocridad de la intelectualidad de moda. Parodiando con sarcasmo la forma en que estos actores son retratados por la prensa y analizados por los comentaristas, viene a cumplir -como la revista Humor Registrado en los años de la dictadura- con la tarea de despertar e incentivar el espíritu crítico en el análisis de la realidad. Oficio que, es evidente, ha sido dejado vacante por un periodismo nacional supuestamente serio que se ha pasado masivamente de bando.
Su método es sencillo de leer pero arduo de escribir pues parte de cuestionar y poner en entredicho todas las convenciones culturales que nos atraviesan llamando a los personajes por su nombre pero ligándolos a noticias desmesuradas. Su objetivo es liberar de ataduras convencionales la lectura de la realidad. Y ciertamente lo logra.
En su portada Barcelona explica su nombre de ciudad de primer mundo diciendo que se trata de "una solución europea a los problemas argentinos". Es una obvia ironía al diario que dice ser "un toque de atención para la solución argentina de los problemas argentinos", pero cuyos lazos económicos con intereses multinacionales no lo erigen justamente en una garantía para cumplir esa argentinización de las soluciones. Menos cuando es un diario que refuerza siempre sus mensajes con la infaltable alusión a "cómo nos ven" en Europa o Estados Unidos.
El lema de Barcelona, lema que, como decimos, tiene una intención irónica, ha demostrado en estos días que la realidad argentina suele ser más dócil a ser retratada desde el absurdo que desde la pretendida objetividad formal.
Es que la Corte Europea de Derechos Humanos ha cuestionado la colocación de crucifijos en lugares públicos como las escuelas. Dice el tribunal europeo que esa proliferación de símbolos religiosos en un ámbito estatal y público es "una violación de los derechos esenciales".
En la Argentina esta situación de violación de los derechos esenciales se ha perpetrado desde siempre con la venia de la prensa y los partidos dominantes. Símbolos religiosos no solo hay en las escuelas, sino en los juzgados, en los despachos de los jueces, en las oficinas públicas y hasta en la Universidad. Días atrás mucho de esa connivencia se vio en la orden de retirar una imagen religiosa del Concejo Deliberante de Santa Rosa que dio el presidente socialista de ese cuerpo.
Pero la noticia venía del interior del país y no disparó ningún debate.
Sin embargo la decisión de la Corte Europea, que copia en cierta forma el sentido que el presidente del concejo santarroseño le dio a su acto, ha tenido una importante trascendencia en la prensa que la destacó en sus portadas digitales y papel y se ha replicado en radios y televisión. No será de extrañar que en los próximos días se asista a una seguidilla de opinadores que, haciéndole caso a Barcelona, comiencen a pujar para darle una solución "europea" a la presencia de crucifijos y otros ídolos sacros en el espacio público.

 


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