Miércoles 14 de mayo 2025

Incendios para completar el cartón de calamidades

Redacción 23/08/2009 - 00.50.hs

Ardían los bosques y la estepa de San Luis, y de Córdoba, durante esta semana de grandes fuegos. Ardían briosamente los bosques de California. Lloraban todavía los australianos sobre la ceniza caliente de sus árboles.
El fuego ha pasado a ser noticia mundial durante todo el año: a veces en el norte, a veces en el sur. En verano, principalmente, pero también en invierno.
En la estepa patagónica el incendio destruye las matas de pasto, pero, si dura, también consume sus raíces. La superficie queda expuesta a la tenacidad de los vientos, que arrastran cenizas y suelo fértil. Y si llueve, las aguas arrastran suelo, cavan grietas, desploman barro y agua sobre poblados.
El incendio de San Luis, de estos días, quemó bosques y pastos. Destruyó gran parte del entorno que hace atractivo al norte (Merlo). Causó la muerte de bomberos. Los fuegos de Córdoba siguieron la destrucción de la vegetación de los cerros, afectaron a viviendas y mataron a bomberos.
Los fuegos de California han barrido el bosque de millones de acres. Han destruido centenares de viviendas y matado a decenas y centenas de bomberos y de voluntarios.
Cada fuego produce pérdidas por miles de millones de dólares, euros, rublos, pesos.

 

Quemo porque quiero
Un informe sobre causas de incendios (forestales, principalmente, pero que vale para todo fuego de espacios abiertos) dice que en la mayoría de los casos se han debido a descuidos, aunque también se han comprobado casos de incendios provocados intencionadamente. Los casos por rayos o recalentamiento solar son pocos.
Los descuidos suelen deberse a personas que tienen una relación ocasional con el bosque o la pradera. Se trata de turistas que gustan acampar, cazadores, caminantes, linyeras. Los fuegos intencionales suelen tener por responsables a ocupantes permanentes o habituales de esos ambientes, ya como propietarios, ya como asalariados. En Castex, la quema de una propiedad rural del intendente se ha atribuido a individuos que perdieron su trabajo como peones municipales. Muchos de los fuegos habidos en La Pampa fueron adjudicados a los propietarios que buscaban limpiar espacios autorizados y porque les sucede (o dicen que les sucede) que, al hacerlo, llegó el viento... Hay un dicho (El hombre es fuego, la mujer estopa; viene el diablo y sopla) que puede adaptarse para los siniestros rurales. No es que el ímpetu sexual se convierta en llamarada, aunque suele suceder que alguien le queme el bulín (o el auto, la moto, la bici, la quinta) al hombre o a la mujer por despecho. La participación del diablo en estos siniestros no está reconocida como causa ni como atenuante por los tribunales de estos tiempos. Allá lejos y hace tiempo, los tribunales inquisitoriales permitían hablar del demonio, pero siempre lo encarnaban en un hombre o una mujer y quemaban a éstos sin mayor expectativa por la posibilidad de incinerar también al señor de los infiernos. Hay quien dice que el diablo era funcional al poder representado por los inquisidores.
En San Luis el gobierno cree tener evidencia de que el fuego de estos días fue iniciado intencionalmente en el curso de una disputa entre vecinos rurales. Incluso hay un video que muestra a un ciclista que se aleja de las llamas.

 

Bodas de vida y muerte
El bosque (y la pradera) viven también la tragedia de nacer y morir, característico del fenómeno de la vida, que no admite la inmortalidad individual.
Los árboles mueren de pie (como decía Casona) y van cayéndose a pedazos. Mueren atacados por depredadores naturales, pues sufren enfermedades. Árboles muertos, ramajes y hojarasca en el suelo, son invitación al fuego. Por eso, algunas organizaciones dedicadas a prevenir y combatir incendios, dicen que habría que organizar la poda y la limpieza de los bosques para clausurar esta invitación. Los ecologistas suelen oponerse a estas propuestas, pues recelan que lo que se intenta, en verdad, es reducir las superficies boscosas para dedicarlas a la soja y otras siembras. Sucede que el hombre, el gran protagonista de este drama, está entre los que queman y los que previenen y los que combaten el fuego. Cuesta, cuesta mucho, saber si tal hombre, en tal momento, es un depredador en marcha o un protector en ejercicio. Y suele suceder que un mismo sujeto sea ambas cosas en momentos sucesivos. Alguien puede llegar a sospechar que el hombre sea solamente otro de los nombres del diablo.
JOTAVE

 


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